El latino detrás de la unidad de Microsoft que no necesita ser rentable

El uso de la inteligencia artificial para resolver desafíos globales como el cambio climático, la atención de desastres o la salud, es el trabajo continuo del uruguayo Juan M. Lavista Ferres

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Bloomberg Línea — Que la Inteligencia Artificial (IA) llegó para revolucionar el mundo y generar un impacto positivo en las personas y los ecosistemas es quizás la premisa con la que trabaja cada día el uruguayo Juan M. Lavista Ferres, vicepresidente corporativo y científico de datos jefe de Microsoft Corp. (MSFT), quien está a cargo del AI for Good Lab (laboratorio de IA para el bien).

Los principales impactos de los proyectos están relacionados con la ayuda humanitaria, la salud, la biodiversidad, la seguridad alimentaria y otros sectores, de la mano de organizaciones sin ánimo de lucro o instituciones, como la Cruz Roja y la Organización de Naciones Unidas (ONU), por mencionar algunas.

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Trabajamos en proyectos que tengan impacto. Recibimos organizaciones que están interesadas en colaborar con nosotros o necesitan ayuda. Nos interesa que esas organizaciones tengan experiencia y capacidad de entender estos problemas. Nuestro expertise es la IA, con equipos expertos en el área”, explicó Lavista en conversación con Bloomberg Línea.

Lo principal es que existan datos, los cuales en muchas ocasiones están del lado de las organizaciones con las que trabajar. Es así como el laboratorio puede tomarlos, procesarlos y ayudar a tomar mejores decisiones o guiar equipos en territorio.

Por lo general, son “proyectos que se puedan escalar a nivel global. Que si lo podemos hacer en Colombia se pueda hacer en cualquier otro lado”, añadió.

La IA como un puente entre la humanidad y la tecnología

Lavista relató que de manera reciente han trabajado con ONU y Cruz Roja “cada vez que hay un desastre”. El equipo de Microsoft ayuda a los equipos en tierra, usando IA y fotografías satelitales, para identificar las casas afectadas. “Lo hicimos en Florida, en Libia, en Afganistán. Cada vez que hay un desastre natural grande nuestro equipo ayuda a los equipos en tierra para entender la magnitud del desastre”.

Pero al tiempo, hay otras iniciativas como el Proyecto Guacamaya enfocadas en la conservación del medio ambiente. Este programa utiliza imágenes satelitales, grabaciones bioacústicas y cámaras trampa, para la protección de la fauna y la flora de la Amazonía, y en el que también están vinculados la Universidad de los Andes, el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas Sinchi, el Instituto Humboldt y los Laboratorios Planetarios PBC.

Entre 2022 y 2023, la Amazonía perdió aproximadamente 3 millones de hectáreas por deforestación, un promedio de 4.000 hectáreas por día, según el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina.

Mediante el uso de datos, aprendizaje automático, tecnología en la nube, ciencia de datos y otras tecnologías, el laboratorio identifica patrones de deforestación con celeridad, lo que permite tomar medidas más rápidas en áreas en riesgo.

Un 20% de los recursos dedicados a biodiversidad en el laboratorio están en el Proyecto Guacamaya. A pesar e independiente de ello, el objetivo como laboratorio es ayudar en diferentes aspectos, y la biodiversidad es importante para nosotros

Juan M. Lavista Ferres, vicepresidente corporativo, científico de datos jefe de Microsoft y director de AI for Good Lab

La rentabilidad no es la meta, la filantropía, sí

Pese a que involucra un alto número de especialistas y un trabajo constante con organizaciones, universidades y gobiernos, AI for Good Lab es una de las divisiones de Microsoft que no busca ni necesita ser rentable.

“Nuestro proyecto y laboratorio es completamente filantrópico, no hay fin comercial, expresó Lavista, al ser cuestionado sobre la rentabilidad y financiación del proyecto.

Eso sí, busca y se interesa en proyectos que a futuro “puedan sostenerse en el tiempo sin la ayuda de Microsoft”.

En Guacamaya, el uso de la IA para identificar sonidos de aves y otros sonidos en la Amazonia, ha permitido el análisis de 100.000 sonidos y ha logrado una fiabilidad de más del 80% en la identificación de especies. Estos insumos permiten a investigadores y conservacionistas responder de forma rápida y eficaz a los cambios ecológicos.

Pero también hay proyectos relacionados con la transición energética y el mapeo poblacional. En el primero, el laboratorio rastrea molinos y paneles solares para saber qué tanto progreso hay a nivel global en energías renovables. En el segundo, se están mapeando dónde vive la gente. “En EE.UU. y Europa, tenemos esta idea de que en las ciudades grandes, los mapas están siendo actualizados, pero en muchos lugares rurales y en África, por ejemplo en el Sahara, hay muchos mapas de 10 o 15 años que no se han actualizado, y las poblaciones se han duplicado”. precisó Lavista Ferres.

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El papel de la IA para la sostenibilidad

Un punto clave resaltado por Lavista es que la Inteligencia Artificial no es “algo nuevo”, y esta se usa desde hace tres décadas, aunque el auge de los últimos tres años producto de la IA Generativa (GenAI), provocó un cambio radical con los modelos de lenguaje como ChatGPT, que permitieron que las personas del común tuvieran un acercamiento real a esta tecnología que antes era exclusiva de otras profesiones.

“El tema de accesibilidad es fundamental, es algo que ya está pasando”, dijo, al señalar que está ayudando a que cientos de profesionales, como científicos y médicos, puedan escribir y hablar un inglés perfecto.

Pero a nivel de sostenibilidad, existe un amplio debate sobre la demanda de energía y las emisiones que genera la IA, por ejemplo en grandes centros de datos dotados con esta tecnología, Lavista aseguró que no todas las tecnologías requieren “modelos gigantes”, como los empleados en el Proyecto Guacamaya, que “son muy baratos a nivel de emisiones y electricidad para entrenarlos”.

La europea Schneider Electric aseguró en julio pasado que sus cálculos confirman que las cargas de trabajo de IA representarán entre el 15% y el 20% del consumo total de energía de los centros de datos para 2028. Entre tanto, para la Agencia Internacional de Energía (AIE), todavía se necesitan datos “más fiables y mejores medidas” para entender la demanda de electricidad de los centros de datos, incluido el ritmo de implementación y la expansión de la IA.

“A nivel mundial los números son chicos, los centros de datos combinados son el 0,6% del consumo de energía y si es con IA es menos del 0,1%. Lo que es importante de entender es que no todos los grandes modelos requieren mucha energía. Lo que se necesita es que estén integrados con energía renovable”, apuntó Lavista.

Para el futuro, el director de AI for Good Lab de Microsoft cree que para seguir impactando a nivel de sostenibilidad el camino será agregar más socios a los proyectos, aumentando también los países impactados, y así llevar los aprendizajes a otras áreas del mundo

Esto, apoyado en proyectos no directos de ayuda climática, cambio climático y otros problemas a nivel global de efectos de clima, brindando mejores herramientas a la hora de prevenir e identificar poblaciones en riesgo.