Una forma infravalorada de reducir la desigualdad: trabajar más

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Los principales bestsellers sobre la desigualdad de ingresos señalan distintos factores.

Por ejemplo, Robert Kuttner culpa al capitalismo global. Paul Krugman lo atribuye a las malas políticas económicas domésticas. Thomas Piketty escribe sobre los capitalistas como si fueran rentistas que se benefician del sistema.

Existe otro elemento que suele ignorarse: la consagrada virtud del trabajo duro. Si uno trabaja más, y de forma más inteligente, ganará más dinero. Esto no le habría sorprendido a mi abuela, pero en el mundo intelectual de hoy en día, a veces es necesario repetir viejas verdades. Y estudiarlas.

Economistas de Princeton, Vanderbilt y el Banco de la Reserva Federal de St. Louis han estimado en qué medida el trabajo duro contribuye a la desigualdad en los ingresos durante la vida. Aunque la respuesta varía en función del contexto, han establecido una media para la población activa de Estados Unidos: alrededor del 20% de la variación de los ingresos durante la vida puede ser explicada por las diferencias en las horas trabajadas.

Es bastante, pero no lo es todo. Hay otros factores que pueden explicar las diferencias, como el lugar de nacimiento y de crianza, a quien conocía tu padre... y la simple suerte.

La decisión de trabajar más duro se da al menos en dos niveles. En primer lugar, dedicas más tiempo total, lo que se traduce en mayores ingresos a lo largo de la vida. En segundo lugar, inviertes más en tu capital humano, lo que te hace más productivo.

Entre un tercio y la mitad de los mayores ingresos de los trabajadores más esforzados se derivan de este canal de capital humano. Una lección es que, si vas a trabajar duro, debes hacerlo relativamente temprano en tu vida, para poder cosechar los beneficios del capital humano en los años futuros.

Otro punto crucial es que quienes trabajan más lo hacen porque quieren hacerlo. Puede haber distintos tipos de heterogeneidad en cuanto a capacidad, incluida la capacidad de aprendizaje o el capital humano inicial.

Pero en el modelo de los investigadores, el 90% de la variación en los ingresos debido al trabajo duro proviene del simple deseo de trabajar más. Nótese nuevamente que se trata de un promedio, por lo que no necesariamente describe las condiciones a las que se enfrentan, por ejemplo, Elon Musk o Mark Zuckerberg.

El estudio se centra en Estados Unidos, pero también tiene implicaciones para Europa.

En Francia, por ejemplo, el trabajo está limitado a 48 horas semanales, mientras que la semana estándar es de 35 horas. Esto reduce los ingresos medios y la desigualdad en los ingresos, ya que a los que más dinero les cuesta seguir ganando. Esta investigación concluye que los perdedores de esta regulación se encuentran en todos los niveles de la distribución salarial, no solo en los más altos.

Algunos estadounidenses consideran que los trabajadores europeos son perezosos y desmotivados, pero en los años 70, cuando las tasas impositivas y las regulaciones europeas eran más bajas, los europeos trabajaban en promedio un poco más que los estadounidenses, por lo que es posible que, si se les permitiera a los europeos trabajar más, lo hicieran.

Esta investigación mide los promedios, pero otros economistas se han centrado en el comportamiento de los extremos.

En prácticamente todas las sociedades de la historia de la humanidad, las élites han utilizado su riqueza para trabajar menos y disfrutar de la vida, y a veces para ejercer poder sobre los demás, como en el Imperio Romano. El estadounidense rico, en cambio, parece querer trabajar cada vez más.

¿Se debe esto a las enormes sumas de dinero que pueden ganar? ¿O es el poder de la ética laboral estadounidense? Tal vez estas dos fuerzas estén relacionadas. En cualquier caso, la clase rica de Estados Unidos se distingue por querer trabajar tan duro.

Periódicamente oigo a los europeos comentar lo extraño que es esto, ¿acaso a ustedes los estadounidenses no les importa algo más que el dinero?, y a menudo respondo señalando que una de las personas más ricas del mundo es Bernard Arnault, de Francia.

También debo señalar que muchas personas con bajos ingresos trabajan muy duro y son muy conscientes, pero no logran avanzar mucho. Es posible que carezcan de las habilidades o la educación adecuadas, o que tengan obligaciones familiares y de cuidado de los niños, lo que limita sus oportunidades de progreso.

El trabajo duro por sí solo no es una solución a la desigualdad de ingresos.

De todos modos, el trabajo duro sí importa, como también la voluntad de trabajar duro. Es bueno que los economistas cuantifiquen lo que la mayoría de la gente diría que es simplemente sentido común.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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