¿Quién mantiene realmente tan altos los precios de Ozempic y Wegovy?

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El pasado martes, los líderes del Congreso se pasaron dos horas interrogando al CEO de Novo Nordisk, Lars Fruergaard Jørgensen, por el elevado precio de los fármacos de la empresa para la diabetes y la obesidad, Ozempic y Wegovy. Ahora la pregunta es si esos precios se modificarán.

Bernie Sanders, senador por Vermont y presidente de la Comisión de Sanidad del Senado, ha enfocado su atención no únicamente sobre Novo Nordisk, sino también sobre las causas más generales del elevado coste de la atención de la salud en EE.UU. En cualquier caso, es difícil imaginar una forma inmediata de mejorar el acceso y la asequibilidad de estos fármacos.

Las audiencias se enmarcan en los nuevos datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), que ilustran la inextricable persistencia de la epidemia de obesidad en Estados Unidos. Pese a la atención general que se presta al problema, las tasas de obesidad no han disminuido significativamente en años recientes, y más del 40% de la población es considerada obesa.

Ante la perspectiva de que un 40% de la población de Estados Unidos tome fármacos contra la obesidad, todos se preocupan por los costes para las aseguradoras públicas y privadas.

El precio de lista de Wegovy, de Novo, es de US$1.349 mensuales. El volumen de la demanda está agobiando a las aseguradoras, aun con descuentos, e inclusive en medio de una escasez que implica que no todos los pacientes pueden surtir su receta.

Esto ha llevado a los consumidores desesperados a optar por el mercado gris de fármacos compuestos contra la obesidad, que son más económicos y abundantes, pero carecen de todas las garantías de seguridad y eficacia.

Esa situación es la que llevó a Jørgensen ante el comité del Senado esta semana. Sin embargo, las audiencias del Senado sobre los precios de los medicamentos no siempre han ofrecido mucho alivio a los consumidores de atención médica estadounidenses.

Por el contrario, a menudo sirven para arrojar luz sobre la naturaleza enrevesada de los precios de los medicamentos en Estados Unidos. La línea de preguntas de los senadores habitualmente deja en claro que incluso los líderes del Congreso bien informados tienen dificultades para comprender el flujo de dinero que entra y sale de los bolsillos de los diversos actores.

Esa opacidad ha sido un escudo útil para los fabricantes de medicamentos (y para otros actores del sistema, como las aseguradoras y las farmacias). Cuando se ve acorralado por el alto costo de los tratamientos esenciales, todo lo que un CEO en la mira del Congreso debe hacer es desviar la culpa hacia otra persona.

Y eso fue exactamente lo que hizo Jørgensen.

Cuando Sanders lo presionó repetidamente para que explicara por qué el costo de las terapias GLP-1 de Novo es mucho mayor en Estados Unidos que en varios países europeos, Jørgensen siguió dirigiendo la conversación hacia los administradores de beneficios farmacéuticos (PBM, por sus siglas en inglés). Son los intermediarios entre los fabricantes de medicamentos, las aseguradoras y las farmacias.

El precio de lista, explicó, es el punto de partida para las negociaciones con los PBM, no lo que cualquiera (al menos con seguro) paga realmente. Bajar ese precio podría hacer que la semaglutida se vuelva menos accesible, no más accesible, dijo.

Esto se debe a que los PBM ganan dinero con las diferencias entre lo que Novo cobra por un medicamento, el precio negociado que paga una aseguradora por este y la cantidad que una farmacia realmente recibe por su venta. Si esos márgenes se reducen, el PBM podría eliminar el medicamento de su lista de productos cubiertos.

Si esto suena escandaloso, lo es. Los PBM se han convertido recientemente en el blanco de críticas por los altos precios de los medicamentos y por una buena razón. En teoría, su trabajo consiste en regatear con las compañías farmacéuticas para ahorrar dinero a las aseguradoras.

En la práctica, han explotado un sistema turbio y enrevesado para maximizar las ganancias y, al mismo tiempo, aumentar los costos crecientes de la atención médica en los Estados Unidos. De hecho, la semana pasada la Comisión Federal de Comercio acusó a los PBM de mantener el precio de la insulina artificialmente alto, a pesar de los esfuerzos de los fabricantes por reducirlo.

Algunos miembros del Congreso aceptaron la versión de Jørgensen de que los PBM son totalmente responsables del alto costo de la atención médica en Estados Unidos. El senador de Wyoming Roger Marshall llegó a decir que “Novo Nordisk no es el villano de esta historia. Es un héroe”.

Y Novo ciertamente ha desarrollado un producto innovador (y para ser justos, ha invertido recursos significativos en su desarrollo y fabricación), pero tampoco es inocente en este lío.

Basta con observar su reciente crecimiento astronómico de ingresos y ganancias para ver que Ozempic y Wegovy han sido muy buenos con la empresa danesa. La mayoría de los ingresos han venido del mercado estadounidense, donde tanto los precios como la demanda son altos.

Eso hizo que fuera satisfactorio cuando Sanders desmintió el argumento de Jørgensen con una revelación dramática: “estoy encantado de anunciar hoy que he recibido compromisos por escrito de todos los principales PBM de que si Novo Nordisk reduce sustancialmente el precio de lista de Ozempic y Wegovy, no limitarán la cobertura”, dijo.

La pregunta ahora es si de esto se obtendrá algún resultado concreto. Jørgensen se negó a comprometerse a reducir el precio de lista de Ozempic y Wegovy, pero indicó que estaría dispuesto a hablar con los PBM.

Reunir a todos en una mesa para buscar una solución suena genial, pero soy escéptico. Es difícil imaginar que una industria que se ha beneficiado de las lagunas legales y la falta de transparencia de repente se sienta obligada a hacer lo correcto para los pacientes.

El acceso podría facilitarse cuando Medicare pueda negociar el precio de estos medicamentos. Es probable que Ozempic y Wegovy sean el objetivo de la próxima ronda del programa de la agencia gubernamental. Pero el proceso de negociación es lento: los costos reducidos no entrarían en vigor hasta 2027.

Es una pena. Como señaló Sanders, la cuestión del acceso y la asequibilidad es mucho más que una cuestión económica. “Es una cuestión moral profunda”, dijo, señalando un estudio reciente que sugiere que Ozempic y Wegovy podrían salvar más de 43.000 vidas cada año, al tiempo que mejoran la calidad de vida de muchas más personas.

Esa declaración subrayó un resultado positivo de las audiencias: el reconocimiento abierto de que los medicamentos contra la obesidad pueden ayudar verdaderamente a los estadounidenses a llevar una vida más sana. No hace mucho tiempo, en lugar de cuestionar el alto precio de estos medicamentos, muchos cuestionaban su propósito.

La percepción de que se trata de medicamentos cosméticos finalmente ha cambiado gracias a un estudio tras otro que muestra el papel central que podrían desempeñar en la mitigación de enfermedades como la diabetes tipo 2, las enfermedades cardíacas, las enfermedades renales y, potencialmente, incluso el Alzheimer y las adicciones.

Lamentablemente, si no se arregla el roto sistema de precios de medicamentos del país, no solo un problema de la cadena, sino todos, el impacto potencialmente profundo a largo plazo sobre la salud de nuestra nación seguirá estando fuera de nuestro alcance.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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