Este ha sido un verano turbulento para Cancún.
El primer destino turístico de Latinoamérica experimentó un sorpresivo bajón durante una temporada de vacaciones clave.
Los viajeros procedentes del extranjero en el aeropuerto de Cancún disminuyeron en casi un 14% en los meses de julio y agosto respecto al 2023, agudizando el declive iniciado en abril. Los estadounidenses, con mucho el mayor grupo de viajeros extranjeros a las maravillosas playas del Caribe mexicano, prefirieron abrumadoramente Europa como lugar de ocio.
También se han registrado descensos anuales en otros importantes centros turísticos mexicanos, como Los Cabos y Puerto Vallarta, lo que apunta a que esta tendencia negativa podría ser consecuencia de la fuerza del peso mexicano , que hace más caras las vacaciones en este país para los viajeros procedentes del extranjero.
En efecto, durante los meses de marzo y abril, cuando las familias comienzan a planear sus vacaciones veraniegas en el hemisferio norte, el peso mexicano llegó a su nivel más elevado frente al dólar estadounidense en casi diez años.
Si a eso se añaden las tarifas aéreas México-EE.UU., cada vez más onerosas, y los múltiples nuevos vuelos de Estados Unidos a Europa, no sorprende ver París o Andalucía entre los destinos más atrayentes para los estadounidenses durante este año.
No obstante, no se trata de un bache que vaya a revertirse con rapidez con la súbita depreciación que ha experimentado el peso desde junio: en efecto, la joya de la corona de la Riviera Maya se está enfrentando a una competencia más feroz de rivales del Caribe como la República Dominicana y Jamaica, además de a la fatiga de los visitantes habituales que buscan nuevas experiencias en otros destinos.
Una mayor disminución en la cantidad de pasajeros mexicanos que viajan a Cancún este verano (-15% en julio-agosto con respecto al año pasado) evidencia que no se trata únicamente de un problema de tipo de cambio.
Las autoridades tienen que arreglar varios otros problemas de larga data que dañan la imagen de Cancún y luego invertir más en la promoción de los numerosos puntos turísticos del país; de lo contrario, México seguirá perdiendo cuota de mercado en favor de grandes destinos como Turquía. Con la economía mexicana perdiendo fuerza, lo último que necesita es dejar que una de sus principales industrias se tambalee.
Para empezar, Cancún y sus playas vecinas se han vuelto mucho más caras: las habitaciones de los complejos turísticos que costaban unos US$200 la noche antes de la pandemia pueden costar ahora el doble o el triple.
Los operadores hoteleros culpan desde la mano de obra hasta los costos de construcción, y puede que tengan razón, ya que la inflación general de México ha aumentado más de un 35% en los últimos seis años.
Pero la consecuencia es que a los locales cada vez les sale más caro, lo que aumenta la dependencia de los turistas internacionales, sobre todo de los vecinos del norte que llegan con billetes verdes o dólares canadienses.
Incluso si puede encontrar opciones menos caras en los numerosos hoteles de la costa caribeña, una vez que empiece a sumar todos los cargos extra, desde las propinas tamaño gringo hasta las ignominiosas tasas de los complejos turísticos, cobrados a los turistas incautos ocupados en conseguir otra ronda de piña colada, México no es tan competitivo en cuanto a precios como solía ser.
Aunque la Riviera Maya ofrece aguas color turquesa, ruinas históricas, actividades recreativas y hoteles de primera categoría, la experiencia puede resultar frustrante si no se sabe cómo sortear la idiosincrasia local: un taxi del aeropuerto a los hoteles cuesta mucho más de lo que debería, cuando no es un intento de fraude descarado, y eso antes de que el conductor intente emular a Checo Pérez acelerando en la autopista como si fuera una pista de F1.
La tensión con Uber y otras plataformas de alquiler de coches en este mercado ha provocado protestas y enfrentamientos, lo último que un turista quiere experimentar a su llegada. Intente alquilar un coche en el aeropuerto de Cancún y sentirá que 10 plagas caerán sobre usted si no compra el carísimo seguro que los vendedores le presionan para que adquiera.
Recientemente, ha habido informes de funcionarios de aduanas que imponen tasas a los turistas por entrar en el país con más de un dispositivo electrónico. Además, episodios de violencia relacionados con el tráfico de drogas han ido en aumento. Puede que a los incondicionales de Cancún no les importe, pero los turistas potenciales se lo pensarán dos veces.
El gobierno mexicano también ha anotado algunos autogoles, como la imposición de visados a brasileños, ecuatorianos y peruanos.
La medida pretendía reducir el número de migrantes que se quedaban ilegalmente en México para intentar cruzar a EE.UU. Pero una consecuencia no deseada es la pérdida de unos 800.000 turistas sudamericanos desde el inicio de las restricciones a finales de 2021, según cálculos del experto del sector Francisco Madrid.
Madrid, que dirige la Investigación Avanzada en Turismo Sostenible de la Universidad Anáhuac de Cancún, también señala el insignificante gasto federal para promover las maravillas del país en el extranjero. México solo dedica alrededor del 1% del presupuesto invertido por su rival Turquía.
“Tuvimos un mal verano y eso puede pasar”, me dijo. “Lo que es más preocupante de cara al futuro es la incertidumbre sobre si México quiere realmente invertir en promoción turística”.
El riesgo de un exceso de oferta de complejos turísticos, con unos 200 nuevos hoteles construidos al parecer en los últimos tres años, unido al impacto medioambiental de dicha expansión y a la menor disponibilidad de plazas aéreas, se suman a las preocupaciones de una zona que ha cambiado radicalmente.
Como alguien que lleva visitando la región desde 2001, recuerdo cuando Tulum era un tranquilo pueblo de pescadores y tenías suerte si tu choza cerca de la playa tenía electricidad.
Cancún fue uno de los grandes ganadores del turismo post-pandémico, beneficiándose de la decisión del gobierno de evitar las restricciones de viaje. (Ted Cruz y su familia le estarán eternamente agradecidos.)
Fue lo correcto para proteger las empresas y los puestos de trabajo, lo que llevó a una recuperación más rápida de los flujos turísticos en comparación con otros destinos. Así que quizás era inevitable que Cancún y otros destinos mexicanos enfrentaran reversión, con turistas buscando nuevas aventuras en otros lugares.
Pero en una industria tan ferozmente competitiva como la del turismo, descansar en glorias pasadas puede ser peligroso, y si no que se lo pregunten a Acapulco.
En un momento en el que México se enfrenta a la madre de todos los riesgos con una posible recesión en EE.UU. (que afectará en gran medida a las llegadas internacionales), asegurarse de que su estrategia turística vuelva a brillar debería ser una prioridad para los gobiernos locales y nacionales.
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