De momento, todo va bien. Los esfuerzos de la Fed por propiciar un aterrizaje económico van bien.
La disminución de 50 puntos básicos de la tasa de política monetaria de la semana pasada pareció apropiada, teniendo en cuenta las recientes señales de enfriamiento en el mercado laboral y el suave retroceso de la inflación.
Ahora lo importante es que la Reserva Federal permanezca receptiva con respecto a la política futura. Es un desafío, en parte por la forma en que la Fed se autoexplica.
Los inversionistas consideraban, con razón, que un ligero cambio en las tasas no era tan relevante en sí. Era más importante el mensaje sobre las intenciones del banco central.
El recorte de la Fed, hasta una franja comprendida entre el 4,75% y el 5%, en lugar del 5,25% y el 5,5%, no fue recibido como una acción aislada, sino como un “giro” definitivo desde una política monetaria restrictiva, enfocada hacia el control inflacionario, a una nueva fase de recortes, orientada a evitar el desempleo.
Esta lectura complica el trabajo de la Reserva Federal. La rebaja de las tasas podría haberse realizado antes si el banco central no hubiese temido comprometerse prematuramente con una serie prolongada de recortes.
Mirando hacia adelante, es posible que recorte más de lo que exigen las circunstancias, o que opte por no volver a elevar las tasas si los avances en materia de inflación se detienen, ya que los mercados financieros podrían desestabilizarse ante un nuevo giro.
El presidente de la Fed Jerome Powell, comprende el problema.
En sus declaraciones y conferencias de prensa, se ocupa de subrayar la “dependencia de los datos” de la Reserva Federal. Como dijo a los inversionistas en la última semana, “no creo que nadie deba ver esto y decir: ‘oh, este es el nuevo ritmo’”.
Negó que los responsables de la política monetaria de la Fed tengan un “plan” para futuros cambios en las tasas. Cuando se le preguntó acerca de la llamada tasa de interés neutral, el nivel consistente a largo plazo con el empleo máximo y el objetivo de inflación del 2% de la Fed, dijo: “sencillamente no creo que lo sepamos”. Con el tiempo, es decir, los datos decidirán.
Todo esto es sensato. El problema es que, en sus demás comunicaciones, la Fed no siempre es tan clara. Su Resumen de Proyecciones Económicas, o diagrama de puntos, muy estudiado, se considera ampliamente como el plan para las tasas de interés futuras que Powell dice que la Fed no tiene.
Sus proyecciones de tasas a largo plazo a menudo se toman como estimaciones de la tasa neutral. (Según el último diagrama de puntos, y al contrario de lo que dice “simplemente no creo que lo sepamos”, “neutral” significa aproximadamente un 3%).
Es necesario encontrar un mejor equilibrio. Sin duda, la Fed debería evitar cambios abruptos en la política. La información que surge es ruidosa, la pandemia sacudió la economía y, de todos modos, los cambios en las tasas de interés tardan en afectar la demanda. Esto es un argumento a favor de un gradualismo basado en datos, como el que defiende Powell.
Pero el gradualismo no significa atar la política futura. Eso era necesario cuando las tasas de interés habían caído a cero y la principal forma de flexibilizar la política era comprometerse a mantenerlas allí. En esas condiciones, el diagrama de puntos y otras sugerencias de un cronograma tenían un propósito claro. Ahora, sirven principalmente para confundir.
Se puede depender de los datos o tener una orientación firme hacia el futuro, pero no ambas cosas a la vez. Powell tiene razón al inclinar la balanza hacia los datos. Él y sus colegas deben alinear mejor los demás métodos de explicación de la Fed.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.
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