Aunque supervise un aterrizaje suave de la economía estadounidense, el presidente de la Fed, Jerome Powell, no merece un lugar destacado en los anales de la historia como el mejor banquero central de todos los tiempos.
No porque reducir la inflación sin causar una recesión sea tanto una cuestión de suerte como de habilidad (y los economistas pasarán años debatiendo cuánto de cada cosa tenía Powell), sino porque los errores que cometió la Reserva Federal en 2021 perseguirán a la economía estadounidense durante años. Eso por sí solo deja a Powell fuera de la contienda.
Mientras el mundo se sumía en una pandemia de miedo y la economía de EE.UU. caía en picada, la Fed recurrió en la primavera del 2020 al manual de emergencia de la crisis financiera: redujo las tasas de interés a cero y reanudó la flexibilización cuantitativa, adquiriendo bonos del Tesoro a largo plazo y valores respaldados por hipotecas, conocidos como (MBS, por sus siglas en inglés).
No obstante, esta vez fue mucho más allá: amplió su balance hasta los US$8,9 billones en 2022, frente a los US$2 billones que tenía en 2009.
Para el verano boreal de 2020, aun cuando muchas empresas estaban cerradas, el mercado inmobiliario y el hipotecario parecían estar funcionando. Sin embargo, la Fed siguió comprando MBS.
No empezó a reducir sus compras hasta noviembre de 2021, y no dejó de adquirir nuevos MBS hasta junio de 2022, un año completo tras el repunte de la inflación y años después del boom inmobiliario.
Según un reciente artículo de investigación económica, esta es la razón por la que las tasas hipotecarias fueron tan bajas durante la pandemia. A principios de la década de 2020, dicen los autores, la política monetaria estimuló el mercado inmobiliario al reducir el diferencial de las hipotecas.
La Fed no solo compró MBS directamente (en su apogeo poseía aproximadamente una cuarta parte del mercado de MBS), sino que sus acciones también aumentaron la cantidad de MBS que compraron los bancos. Cuando las tasas de política caen a cero, los bancos atraen más depósitos y cubren ese pasivo comprando activos que tienen una duración y características de riesgo similares.
Como los bancos y la Reserva Federal poseen aproximadamente la mitad del mercado de MBS, otros inversores se convirtieron en vendedores netos. El resultado fueron tasas hipotecarias en mínimos históricos y US$8 billones en préstamos hipotecarios en 2020 y 2021, ya que la gente compró casas y las refinanció a tasas históricamente bajas.
Luego, en 2021, la inflación volvió a aparecer. En 2022, la Fed comenzó a aumentar las tasas y dejó de comprar activos, lo que se conoce como ajuste cuantitativo. Los diferenciales hipotecarios volvieron a dispararse, al igual que el costo de los préstamos.
Pero como en Estados Unidos hay hipotecas a tasa fija a 30 años, muchos estadounidenses siguen beneficiándose de las tasas bajas. Más de la mitad de los propietarios de viviendas tienen ahora tasas hipotecarias inferiores al 4%. No se mudarán en un futuro próximo. Eso significa menos inventario, por lo que los nuevos compradores se enfrentan a precios más altos para poder hacer frente a tasas hipotecarias más altas.
Es probable que esto siga siendo así durante años, porque lo más probable es que las tasas hipotecarias nunca regresen a los niveles de la pandemia.
Normalmente no soy de los que se ponen a hacer comentarios los lunes por la mañana. La formulación de políticas monetarias es difícil, especialmente en circunstancias extremas, y la pandemia fue una emergencia sin precedentes.
Puede que hubiera tenido sentido que la Fed reiniciara la flexibilización cuantitativa en la primavera de 2020, cuando las perspectivas eran tan sombrías, aunque tal vez la flexibilización cuantitativa fuera mayor de lo necesario. Pero ¿por qué siguió comprando MBS, en cantidades tan grandes, durante otros dos años?
Ni siquiera entonces tenía sentido, como señalaron algunos críticos en su momento: se corría el riesgo de crear una burbuja y distorsionar el mercado inmobiliario. ¿Recuerdan cuando hubo guerras de ofertas por casas en Boise, Idaho ?
En este momento, lo mejor que puede hacer la Fed es no hacer nada. Al final, la gente se irá de casa por diversas razones y se construirán más viviendas, pero el mercado inmobiliario tardará años en volver a la normalidad.
Y si los precios de las viviendas siguen altos, habrá presión política para que las tasas hipotecarias vuelvan a bajar por debajo del 4%, lo que exigiría más flexibilización cuantitativa, lo que distorsionaría aún más los mercados. Algunos críticos de la Fed acusarían entonces a la entidad de actuar fuera de su mandato, poniendo en riesgo su independencia.
Me doy cuenta de que esto es todo un desfile de horrores, pero es uno que Powell podría haber evitado si la Fed hubiera comenzado a reducir sus compras de MBS a fines de 2020 o al menos a principios de 2021. En cambio, la Fed siguió comprando MBS mucho después de que el mercado hipotecario se recuperara y mantuvo las tasas en cero durante un año completo después de que la inflación despegara.
Este fue un error político importante, y deja a Jay Powell fuera de cualquier conversación sobre quién es el mejor presidente de la Reserva Federal de todos los tiempos. Paul Volcker puede seguir descansando en paz.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.
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