Intel no necesita una adquisición, lo que necesita es un cambio de rumbo

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Se dice que si algún día existiera un Monte Rushmore en Silicon Valley, la primera cara que habría que cincelar en la piedra sería la de Gordon Moore. La célebre predicción del cofundador de Intel Corp. (INTC) sobre la rapidez con que mejorarían los semiconductores ha sentado los cimientos del liderazgo tecnológico de Estados Unidos.

Estos sentimientos con respecto a Intel y su incomparable contribución a la revolución informática es lo que hace que cualquier sugerencia de una adquisición sea una gran noticia. El acercamiento de Qualcomm Inc. (QCOM), sobre el que se informaba a finales de la semana pasada, llega en el momento en que Intel se halla ante el periodo más difícil de sus 56 años de historia.

En su debilitado estado, las acciones han caído un 53% este año, y es susceptible de sufrir los efectos perturbadores de las compras por parte de rivales más poderosos.

El CEO de Intel, Pat Gelsinger, no debería prestar atención al bullicio y centrarse en su estrategia de recuperación.

Para la mayoría de los analistas, es muy poco probable que el acuerdo progrese mucho más. Aparte de la sencilla duda de cómo pagaría Qualcomm, existen otros obstáculos considerables, especialmente en lo que respecta a la aprobación regulatoria.

Una fusión de dos grandes empresas de chips de EE.UU. con un valor de mercado conjunto de US$283.000 millones no será algo que se permita hacer rápidamente, si es que se permite. Tampoco se conoce la naturaleza concreta del interés de Qualcomm. Las informaciones de hace un mes apuntaban a que la compañía estaba más interesada en comprar la rama de diseño de chips de Intel, aunque no el negocio de fabricación.

Esto no sería extraño: los chips de Intel siguen funcionando bien en el sector de los PC y en los servidores de datos, lo que vendría a complementar la posición de Qualcomm en el sector de la telefonía móvil y le proporcionaría un rápido crecimiento en su cuota de mercado.

En cambio, adquirir fundiciones de chips sería una pesada carga: son sumamente caras, y los planes de Intel todavía necesitan miles de millones de dólares de inversión si pretende recobrar el terreno que ha perdido ante Taiwan Semiconductor Manufacturing Co (TSMC, por sus siglas en inglés).

Por eso, los informes más recientes que sugieren que Qualcomm podría querer comprar Intel en su totalidad han dejado a los analistas perplejos. ¿Por qué Qualcomm haría suyos los enormes desafíos de Intel?

Mientras tanto, la propuesta de Qualcomm de una fusión “totalmente estadounidense” ante los reguladores estadounidenses tiene cierto mérito (se trata de seguir siendo competitivo a nivel global), pero ignora cómo otras regiones verían la unión de dos de los fabricantes de chips más grandes del mundo, incluso con Intel en su difícil situación.

La saga de los problemas de Intel se ha vuelto tan famosa como su historia de origen.

Su dominio inicial en el sector de las computadoras personales condujo a la complacencia; la compañía rechazó la oportunidad de desarrollar un chip para el iPhone. Luego permitió que sus capacidades de fabricación cayeran por detrás de las de TSMC. Ahora Intel está detrás de empresas como Nvidia Corp. (NVDA) y otras en inteligencia artificial. Este año, Intel va camino de un tercer año consecutivo de ingresos en descenso. Tal es el costo de las oportunidades perdidas.

Pero la historia no ha terminado. Se prevé que el crecimiento de los ingresos vuelva en 2025, cuando el plan de recuperación de Gelsinger empiece a dar frutos. Incluye recortes de personal (15.000 empleados perderán sus puestos de trabajo) y retrasos en la construcción de fábricas en Alemania y Polonia, tal vez por tiempo indefinido.

Más importante aún, la empresa está escindiendo su negocio de fundición para hacerlo más atractivo para los fabricantes de chips sin fábrica, que ahora recurren a TSMC cuando quieren que se fabriquen sus diseños.

Las buenas ideas de Gelsinger, que se detallaron por primera vez la semana pasada, recibieron la aprobación de los inversores como una estrategia sólida (aunque costosa) para recuperar parte del terreno que Intel ha perdido en las últimas dos décadas.

Una oferta de inversión “similar a la de capital” de hasta US$5.000 millones de Apollo Global Management (APO), de la que Bloomberg informó por primera vez el domingo, sería un incentivo más para que Intel se mantenga en el buen camino en lugar de dejarse vender por partes.

Hay algunos indicios de impulso. La semana pasada, Intel y Amazon.com Inc. (AMZN) anunciaron que habían llegado a un acuerdo para que la fundición de Intel fabricara chips de inteligencia artificial personalizados para Amazon Web Services, el mayor proveedor de computación en la nube del mundo. El acuerdo en sí no resucitará la suerte de Intel, señaló el analista Ben Thompson, pero podría formar la base para una asociación duradera y lucrativa en la floreciente industria de la inteligencia artificial.

Intel también ha dicho que podría recibir US$3.000 millones del gobierno estadounidense para fabricar chips para el llamado Secure Enclave, un proyecto de defensa e inteligencia.

Esto nos lleva al meollo de por qué el cambio de rumbo de Intel es tan importante. Los objetivos de la Ley de Chips y Ciencia de Estados Unidos, para reducir la exposición de la cadena de suministro de chips a los caprichos de China, dependen en gran medida de que Intel recupere la salud, razón por la cual se le han asignado a la empresa unos US$8.500 millones en subvenciones y subsidios.

El interés nacional se ve mejor servido por una Intel recuperada. Los trastornos derivados de una posible adquisición retrasarían esta labor vital. La reconstrucción de la capacidad de fabricación de chips de Estados Unidos ya está tomando demasiado tiempo.

Gelsinger, por tanto, aprovecha mejor su tiempo para ejecutar su plan y crear una base de clientes para el negocio de la fundición. Como dijo recientemente en una entrevista con Bloomberg: “Necesito muchos clientes”. Exactamente. Lo que no necesita, está claro, es un comprador.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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