El éxito musical de Bad Bunny es un fracaso en las urnas

Bad Bunny
Por Juan Pablo Spinetto
25 de enero, 2025 | 03:25 PM

El nuevo trabajo musical de Bad Bunny ya es todo un éxito.

Con el nombre de “Debí Tirar Más Fotos” se estrenó en el número 1 de la lista Billboard Top Streaming Albums, demostrando que la superestrella puertorriqueña cuenta con un gran número de seguidores en EE.UU.

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Si bien la música latinoamericana ha ido calando en el público de EE.UU. por décadas, influenciando los géneros populares y coronando a artistas de la talla de Carlos Santana o Shakira, el rotundo éxito de Bad Bunny de alguna manera desafía la lógica: su fuerte jerga boricua hace que sus letras sean complicadas de comprender incluso para hispanohablantes nativos como yo.

No obstante, su sonido urbano y su estilo ecléctico han superado las barreras idiomáticas: fue en 2020 el primer artista en colocar un álbum íntegramente en español en el primer lugar del ranking Billboard 200.

Fue el artista más escuchado en streaming en Internet y con más streaming del planeta durante tres años consecutivos hasta el año 2022, catapultando su fama a las páginas de chismes en Estados Unidos. Es impresionante para un joven que todavía se muestra tímido al momento de expresarse en inglés en público.

Bad Bunny es posiblemente el ejemplo más contundente de la creciente fuerza de la cultura de Latinoamérica al norte del Río Grande.

Los latinos constituyen ya una quinta parte de la población estadounidense, lo que los hace la minoría étnica más numerosa de ese país, y su impacto se extiende del cine a los deportes y la cocina: aproximadamente 1 de cada 10 restaurantes de Estados Unidos ofrece comida mexicana, de acuerdo con un informe del Pew Research Center del año pasado. Dadas las tendencias demográficas, es probable que su alcance e influencia sigan creciendo.

Pero el megaestrellato de Bad Bunny también nos recuerda que la influencia cultural no necesariamente refleja o se traduce en poder político.

No te habrás perdido la ironía de que Bad Bunny haya irrumpido en las listas de éxitos musicales con un tributo al muy desatendido Estado Libre Asociado de Puerto Rico, en el momento en que el recién elegido Donald Trump está a punto de ejecutar sus grandes planes de deportar a millones de inmigrantes latinos.

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Esa disociación entre la defensa de la propia identidad cultural y la toma de decisiones políticas basadas en la realidad de la vida cotidiana se puso claramente de manifiesto durante la desagradable aparición de Puerto Rico en la campaña.

En un mitin de Trump en Nueva York en los últimos días de la campaña, un comediante desató la polémica al referirse a la nación como una “isla flotante de basura”.

Los comentarios, comprensiblemente, enfurecieron a Bad Bunny, quien rápidamente apoyó a la rival de Trump, Kamala Harris, como lo hicieron otras celebridades. Esa controversia no hizo mucho para cambiar el resultado de la elección entre los latinos, incluso si Trump terminó perdiendo la encuesta presidencial no vinculante de Puerto Rico por aproximadamente 40 puntos porcentuales.

Para colmo de males, la campaña de Bad Bunny para evitar que la republicana Jenniffer González Colón, admiradora de Trump, se convirtiera en gobernadora de Puerto Rico también fracasó.

Al reflexionar recientemente sobre los resultados de la votación en una entrevista con The New York Times, el tres veces ganador del Grammy parecía desanimado: “No sé qué decir, no sé qué creer”.

Se puede decir con seguridad que Bad Bunny no es el único que se siente sorprendido: el giro hacia la derecha de los votantes latinos, particularmente los hombres, sorprendió a más de unos pocos observadores electorales.

Sin embargo, en realidad, esto solo refleja la creciente complejidad y diversidad de la población latina en Estados Unidos. Lo que solía ser un monolito mexicano se ha convertido más en un mosaico multinacional.

El origen nacional y la experiencia histórica moldean el comportamiento electoral de innumerables maneras. Hace más de un siglo, por ejemplo, Cuba y Puerto Rico eran dos colonias españolas tomadas por Estados Unidos, con trayectorias posteriores muy diferentes.

Hoy, los cubanoamericanos que huyeron de Fidel Castro y el comunismo tienden a votar por los republicanos; los puertorriqueños se han inclinado por los demócratas, en parte porque no enfrentan las restricciones migratorias en Estados Unidos que enfrentan otros latinos.

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Los problemas económicos, incluidas las consecuencias negativas de la inmigración ilegal, han pasado a primer plano; el creciente predominio de las iglesias evangélicas promueve el conservadurismo social. A medida que nuevos grupos de origen hispano ganan influencia (de 2010 a 2022, los venezolanos, hondureños, guatemaltecos y dominicanos han sido los que han crecido más rápidamente), es de esperar que esa diversidad se vuelva aún más complicada de leer.

Pero no dejes que eso te impida disfrutar de la conmovedora carta de amor de Bad Bunny a los ritmos tradicionales, la historia y la gente de su isla. En su nuevo álbum, canta sobre romances efímeros, corazones rotos, familia y amistades mientras recorre los estilos musicales de la isla como la salsa, la plena, el reggaetón y la bomba, saltando de tonos festivos a nostálgicos.

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El atractivo generalizado de su genio y belleza musical no solo es un testimonio de la creciente influencia cultural de América Latina, sino también una fuerza global unificadora en una era de polarización tóxica.

Y por el camino, sí, llegan algunos mensajes políticos con nueva relevancia. En el hit “Lo que le pasó a Hawaii”, Bad Bunny hace una poderosa referencia al proceso de explotación y privatización de Puerto Rico al compararlo con Hawaii, otro territorio estadounidense que terminó ganando la estadidad. “No quiero que te hagan lo que le pasó a Hawaii”, canta Benito Antonio Martínez Ocasio.

Voy a enviar ese mensaje a Groenlandia. Antes de considerar la oferta de compra del presidente electo Trump, piensen en el descuido maligno que Estados Unidos da a sus territorios y el trato de segunda clase que dispensa a sus ciudadanos estadounidenses. No querrán convertirse en el Puerto Rico del Ártico.

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Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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