¿Dónde están las mujeres en el sector de los chips?

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En la enorme feria de semiconductores que se celebró en Tokio la semana pasada, vi a robots lanzar al aro y jugar al ping-pong, y contemplé cómo un impresionante grupo de ejecutivos intercambiaba opiniones sobre todo tipo de temas, desde la computación cuántica a la IA.

Más de un millar de empresas que abarcan casi todas las facetas de la cadena de suministro se congregaron para presentar sus últimas tecnologías a unos cien mil asistentes. Sin embargo, mientras caminaba desde la estación de tren local en medio de un mar de hombres de traje, me preguntaba dónde estaban todas las mujeres.

No es extraño que la industria de los semiconductores, y el sector tecnológico en general, se sienta como un mundo de hombres. Por ello me animó ver que aproximadamente el 12% de los ponentes de este año eran mujeres. Esta proporción parece desalentadora, pero es bastante mejor que la de otros paneles y seminarios a los que he asistido recientemente en Tokio.

Esta realidad desigual no es achacable a la convención ni exclusiva de Asia. La ausencia de mujeres en el sector de los chips constituye un enigma global.

El año pasado, un informe reveló que la media de representación femenina en la mano de obra se encuentra entre el 20% y el 29%, y que el porcentaje de mujeres en cargos técnicos se sitúa entre el 10% y el 19%. Estas cifras se reducen aún más en los puestos de dirección.

Las empresas de la industria de los chips necesitan urgentemente revisar sus esfuerzos para contratar y retener a las mujeres trabajadoras.

En los últimos años, ha habido cierta reacción negativa contra las iniciativas de diversidad corporativa, y uno de sus críticos más acérrimos fue elegido recientemente presidente de Estados Unidos. Pero no hay tiempo para este debate excluyente cuando se trata de este sector: ya está en medio de una enorme escasez de mano de obra.

Se prevé que el negocio mundial de semiconductores se convierta en una industria de US$ 1billón para finales de la década. Sería una pena que las mujeres se quedaran sin este auge económico, sobre todo teniendo en cuenta que su participación es clave para superar el mayor obstáculo previsto para liberar este potencial.

La asociación industrial Semi prevé la necesidad de un millón de trabajadores adicionales para 2030.

En un momento en que los gobiernos de todo el mundo están gastando miles de millones de dólares para avanzar, los responsables de las políticas deben reconocer que los esfuerzos por impulsar la producción nacional no pueden permitirse el lujo de dejar atrás a la mitad de la población.

Para los líderes del sector privado, también hay una montaña de datos que sugieren que una mayor cantidad de mujeres líderes da como resultado empresas con mejor desempeño y más resilientes.

Pero en el sector tecnológico, lo que está en juego parece aún más importante.

La diversidad impulsa la innovación, y el pensamiento colectivo que surge de la falta de ella puede debilitar a las empresas que intentan resolver problemas difíciles. El ecosistema tecnológico de Japón, en particular, ha enfrentado críticas por no ser innovador, a medida que se rezagaba cada vez más respecto de Silicon Valley.

Al mismo tiempo, las mujeres han quedado excluidas del sector tecnológico del país. Japón tuvo la proporción más baja entre los países de la OCDE de niñas que esperan trabajar en ciencia o tecnología cuando cumplan 30 años, y la proporción más baja de mujeres graduadas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, conocidas como STEM.

En un panel que analizaba algunas de las barreras que enfrentan las empresas a la hora de contratar y retener a las mujeres, este grupo más reducido de licenciadas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas surgió como un problema clave. Resolverlo requerirá más que solo esfuerzos de las empresas.

Requerirá cambios sistémicos que alienten a las mujeres a seguir carreras en tecnología a nivel universitario e incluso antes. Los mandatos gubernamentales pueden ayudar a forzar el cambio corporativo, pero no son suficientes para apoyar la parte inicial de este proceso. Mientras tanto, promover a las mujeres al liderazgo es fundamental para abordar la falta de modelos a seguir y mentores en puestos más altos dentro de la industria de los semiconductores.

Aunque parezca un mundo de hombres, hay destellos de esperanza.

La semana pasada, la revista Time anunció que Lisa Su, de Advanced Micro Devices Inc. (AMD), su CEO del año. La inmigrante taiwanesa en los EE.UU. supervisó un aumento de 50 veces en el precio de las acciones de AMD durante su tiempo al mando.

Su mandato es el tema de un estudio de caso de la Escuela de Negocios de Harvard, que demuestra que las mujeres son más que capaces de liderar en este sector cuando se les da la oportunidad. En una entrevista reciente, Su dijo que le apasiona su trabajo con la iniciativa de liderazgo de mujeres de la Alianza Global de Semiconductores, y promocionó la importancia de reunir a las mujeres en la industria para brindar apoyo y tutoría.

Me emocionó encontrarme con una gran cantidad de mujeres en algunas audiencias de la convención.

En medio de la intensa carrera por el dominio de los diminutos componentes que alimentan nuestros teléfonos inteligentes, computadoras y automóviles y la creciente demanda de inteligencia artificial, los países y las empresas que salgan ganando serán aquellos que tengan tantas mujeres como hombres en su fuerza laboral, no para llenar una cuota de diversidad, sino porque sus empresas las necesitan.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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