El libre comercio está en problemas.
No se trata de una noticia asombrosa cuando EE.UU. tiene un proteccionista declarado en la Casa Blanca, aunque el problema es más profundo de lo que puede parecer a primera vista.
Hay que empezar por la distinción entre comercio de bienes y comercio de servicios.
Si un fabricante de Estados Unidos vende tractores en el extranjero, eso son bienes. Cuando una compañía de software del país crea una herramienta de diagnóstico médico basado en la IA y vende el acceso a través de internet a extranjeros, se trata de servicios.
Resulta mucho más sencillo mantener el comercio “libre” para la primera categoría que para la segunda. Un tractor cruza una frontera en un punto y a una hora determinados. Una vez en el país extranjero, es posible que se le aplique una regulación adicional, sin embargo, la transacción es relativamente limpia.
En cambio, un servicio médico en línea podría “cruzar la frontera”, en otras palabras, ser usado por alguien fuera de Estados Unidos, cientos o miles de veces a diario.
También podría enfrentarse a requisitos de licencia, leyes extranjeras de responsabilidad civil, pruebas exhaustivas y, si el país tiene múltiples jurisdicciones, capas de regulación.
En la Unión Europea (UE), el propio sitio web estaría sometido a una amplia regulación en materia de datos, privacidad e IA. Incluso dentro de la propia UE, una supuesta zona de libre comercio, existen restricciones al comercio de servicios jurídicos, médicos y notariales, por citar algunos ejemplos.
La cuestión no es si estas normas son acertadas o no, sino que existen y la mayoría no desaparecerá en el corto plazo. De hecho, su importancia aumentará a medida que la prestación de servicios aumente como porcentaje de la economía global.
En Estados Unidos, gran parte de este crecimiento se produce en los sectores de la educación, la atención sanitaria y, especialmente, la tecnología.
Nvidia (NVDA), por ejemplo, dependiendo de las fluctuaciones de los precios de las acciones ese día, suele valer más que todos los mercados bursátiles de Alemania e Italia juntos. Por lo tanto, los esfuerzos por “armonizar” (es decir, aumentar) los impuestos corporativos son más perjudiciales para los intereses estadounidenses de lo que hubieran sido hace una década.
De modo que cualquier orden comercial mundial que se mantenga en líneas generales se ve perjudicado por los intereses exportadores de Estados Unidos. Este es un antecedente esencial para entender el debate sobre el comercio suscitado por las diversas propuestas del presidente Donald Trump.
He aquí una forma sencilla de decirlo: si hace cinco años pensábamos que el orden comercial mundial era justo, no deberíamos pensar que lo es tanto hoy. Y no se debería considerar a Estados Unidos como un matón por señalarlo.
Trump amenaza con duplicar las tasas impositivas para los ciudadanos y las empresas extranjeras en Estados Unidos.
Se trata de una amenaza inusual y no ha sido bien recibida en Europa, pero es, por lo menos, una respuesta retórica a la amenaza de impuestos a los servicios digitales para las empresas tecnológicas estadounidenses y una medida negociada en la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) para lograr un sistema impositivo mínimo para las empresas. Ambas políticas transferirían los ingresos de las empresas estadounidenses a la UE y a otros países, como Canadá.
Como es típico en este tipo de disputas, se lanzan insultos y acusaciones sobre quién inició el conflicto. En última instancia, eso no viene al caso.
Si la UE se sale con la suya, el proteccionismo aumentará en términos netos: utilizará su sistema impositivo para dificultar a las empresas estadounidenses competir en Europa. Si Trump se sale con la suya, el proteccionismo aumentará o disminuirá en términos netos, dependiendo de cómo respondan otros países a sus amenazas y él a sus respuestas.
Por lo menos, no es evidente que los defensores del libre comercio deban oponerse firmemente a Trump, sobre todo cuando el otro bando del debate confiesa que su postura se justifica por el interés nacional. “Los gobiernos democráticamente elegidos de nuestros países miembros representan los intereses de sus países como les parece”, afirmó el secretario general de la OCDE .
Tal vez pienses que Trump está yendo demasiado lejos con su retórica y sus amenazas; no sería la primera vez y es poco probable que sea la última. Pero también debes saber que cuanto menos en serio te tomes a Trump, más extravagante se volverá en su intento de llamar tu atención.
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