Bloomberg — Crear un itinerario para las vacaciones. Planificar un régimen de entrenamiento para optimizar las ganancias. Generar ideas de contenido para un perro famoso en Instagram llamado Meatball Ravioli.
Hoy en día, los usos de la inteligencia artificial no tienen límites. La tecnología promete hacerlo todo más rápido, más inteligente y mejor que los humanos. Pero lejos de la emoción en Wall Street o Silicon Valley, la gente común está adoptando la IA, con la esperanza de hacerse más rápido, más inteligente y mejor.
Hace poco más de dos años que OpenAI lanzó su chatbot ChatGPT, que abrió una puerta pública a la IA. Hasta entonces, la idea de inteligencia artificial parecía técnica y abstracta, reservada a ingenieros y científicos. Ahora, desde las amas de casa a los analistas financieros utilizan una avalancha de aplicaciones para investigar, resolver problemas o incluso mejorar su trabajo. De hecho, según una encuesta reciente de Gallup, más del 35% de los estadounidenses afirman utilizar algún tipo de producto basado en IA al menos una vez a la semana. Y muchos están dispuestos a pagar.
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ChatGPT tiene una versión gratuita de su chatbot de IA, pero los usuarios pueden pagar hasta US$200 al mes por acceso ilimitado a sus modelos más avanzados. Las versiones de pago de aplicaciones como el generador de imágenes Midjourney y la aplicación de diseño Canva, que cuestan unos 10 dólares al mes, también están ganando popularidad. Y para los usuarios avanzados, esto puede suponer el pago de varias facturas, como ocurre con las plataformas de streaming de programas de televisión. Pero para ellos, el coste merece la pena por lo que sienten como un poder cerebral extra.
“La gente está dispuesta a gastar dinero en este tipo de cosas”, afirma Vasant Dhar, profesor de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York. “Hace la vida más fácil, mejor, y las aplicaciones son de todo tipo, desde acompañantes virtuales a consejos de inversión”.
Jessica Valvo, de Nueva Jersey, ha estado utilizando ChatGPT y algunas otras aplicaciones para obtener ideas para grabar vídeos con su bulldog francés. Con 19.000 seguidores en Instagram, su perro, llamado Meatball Ravioli, es conocido por llevar disfraces como una bandera estadounidense el 4 de julio o un mini sombrero mientras cocina comida mexicana.
Espera poder rentabilizar su plataforma siguiendo las ideas generadas por la IA y sus consejos para atraer al público. Y cada vez recurre más a la IA para obtener consejos sobre el funcionamiento de su hogar, como hacer golosinas para perros para ahorrar dinero o prolongar la vida de una alfombra poniendo cubitos de hielo en los bordes que se han enrollado.
“Lo uso siempre que tengo una duda”, dice. “Le digo: ‘dame ideas para lavar mis ventanas’, y me da ideas”.
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Realmente mágico
Para algunos, la IA puede incluso funcionar como asistente personal o consultor. Will Francis, que trabaja como creador de contenidos y educador en Peak District, Inglaterra, gasta unos 80 dólares al mes en aplicaciones de IA fuera de ChatGPT. Las utiliza para redactar correos electrónicos, transcribir grabaciones, crear y analizar hojas de cálculo e incluso hacer presentaciones de PowerPoint.
“Diría que saco el tiempo de un asistente a tiempo parcial, quizá dos días a la semana, de las herramientas de IA en total”, afirma.
Este hombre de 45 años, que está probando la versión de 200 dólares de ChatGPT, dice que funciona mejor como “co-pensador” para el análisis y la detección de patrones. Pero también puede ofrecer un tipo de compromiso reflexivo que no suele encontrar en otros sitios. Últimamente, Francis utiliza ChatGPT como orientador profesional.
“Le digo lo que quiero conseguir y lo recuerda”, dice Francis. “Hay algo realmente mágico cuando te lo dice. Es como, Dios, te has acordado. Nadie me habla así en mi vida real”.
Ya sea escribiendo pies de foto o generando imágenes a partir de mensajes de texto, los variados usos de la IA hacen que sea fácil para los usuarios justificar una suscripción.
Duncan Rogoff, un joven de 35 años que trabaja en gráficos en movimiento en San Francisco, dice que paga unos 50 dólares al mes por Midjourney, el asistente de IA de Anthropic, Claude, y el nivel Plus de ChatGPT.
“A lo largo del año va sumando, pero creo que merece la pena», afirma. «Me da muchas ideas y me permite explorar, jugar y ser creativo”.
Por su parte, Shane Larson, de Anchorage (Alaska), cree que la IA que paga le ayuda a desarrollar habilidades que le darán ventaja en el trabajo. Se gasta unos 300 dólares al mes en aplicaciones de IA y las utiliza para tareas que van desde lo más cotidiano, como la planificación de comidas, hasta lo más controvertido: escribir libros que luego publica en Amazon.
“Algunas personas dirían: ‘eso es el pago de un coche’ o ‘podrías estar invirtiendo eso’, y es cierto”, afirma. “Pero con la cantidad de aprendizaje y experiencia que adquiero al usar estas herramientas, me da una ventaja que creo que merece la pena a largo plazo”.
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