Bloomberg — El sistema de transportes de Barcelona se paralizó al ser Cataluña la última región española afectada por las tormentas extremas que mataron a más de 200 personas en la vecina Comunidad Valenciana la semana pasada.
Las calles inundadas paralizaron el tráfico en la capital catalana, mientras que los servicios de trenes de cercanías se suspendieron el lunes. También se redirigieron los vuelos desde el aeropuerto de Barcelona, con partes de Cataluña bajo alerta roja por lluvias torrenciales. Los colegios suspendieron las clases en nueve ciudades del sur de la región.
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El sur de Cataluña limita con la Comunidad Valenciana, que se enfrenta a las consecuencias de unas inundaciones que han causado al menos 217 muertos y centenares de desaparecidos. Mientras las fuertes lluvias han remitido en Valencia, los aguaceros se han desplazado hacia el norte por la costa mediterránea hasta Cataluña.
Hasta 180 milímetros de lluvia podrían caer en tan solo 12 horas en Barcelona, la segunda ciudad más grande de España, según el pronosticador nacional Aemet.
“Precaución absoluta”, escribió el lunes en X el presidente regional de Cataluña, Salvador Illa. “Estamos enviando alertas a móviles en varias zonas debido a las continuas y torrenciales lluvias”.
Las tormentas del 29 de octubre tomaron desprevenidas a las autoridades valencianas. El principal sistema de alerta a teléfonos móviles no se activó hasta después de que empezaran las tormentas y miles de personas se vieron sorprendidas.
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Las tormentas son una de las peores catástrofes naturales que se recuerdan en España. Es probable que estas tormentas extremas, conocidas en España como “danas”, sean cada vez más comunes a medida que el cambio climático aumente la frecuencia e intensidad de las olas de calor. Las temperaturas récord en el Mediterráneo también están reforzando sus efectos.
Los corrimientos de tierra y el desbordamiento de los ríos hicieron que las ciudades en las que había llovido poco los días anteriores fueran las más afectadas. Cientos de personas quedaron atrapadas en edificios durante varios días sin agua ni electricidad.
Seis días después de las tormentas, las zonas más afectadas luchan por recuperarse. En muchas calles de Paiporta, un pueblo a las afueras de la ciudad de Valencia, cientos de soldados trabajan para limpiar las carreteras, retirar los escombros de los edificios destruidos y bombear el agua fangosa que llega hasta las rodillas desde garajes, casas y tiendas.
José María Menchor, policía que vive en la ciudad de Cáceres, a unos 650 kilómetros de Paiporta, es uno de los miles de voluntarios que se han desplazado a las zonas inundadas para ayudar en las tareas de rescate.
“Es tal el caos que no sabemos por dónde empezar”, dijo Menchor, de pie junto a un gran frigorífico que fue arrastrado hasta la calle.
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El domingo, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el Rey Felipe VI fueron abucheados por una multitud que les arrojó barro y palos. Sánchez fue escoltado por su equipo de seguridad, mientras que el monarca se quedó para hablar con los manifestantes.
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