Bloomberg — Israel informó a primera hora del sábado de que está llevando a cabo lo que denominó ataques “precisos” contra objetivos militares en Irán, una salva destinada a tomar represalias por una andanada de misiles balísticos tres semanas antes.
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Se registraron numerosas explosiones en todo Teherán. Las primeras informaciones apuntaban a que habían sido alcanzados lugares relacionados con el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica.
El último enfrentamiento entre las dos potencias de Medio Oriente comenzó el 1 de octubre, cuando Irán disparó unos 200 misiles contra Israel. Aunque la mayoría fueron interceptados y causaron pocos daños, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, prometió tomar represalias y recibió presiones de aliados políticos -y rivales- para que respondiera con agresividad.
La preocupación ahora es que se prolongue el conflicto directo y abierto entre Israel e Irán, dos adversarios de larga data. Estados Unidos y sus aliados han afirmado durante semanas que Israel tiene derecho a defenderse, pero han trabajado entre bastidores para evitar que Israel lance un ataque que desencadene una guerra más amplia.
El ejército israelí afirmó que el país tiene el “derecho y el deber” de responder a los ataques de Irán. El gobierno israelí informó a Estados Unidos de sus planes con antelación, según una persona familiarizada con el asunto. El ejército estadounidense no estaba implicado, según otro funcionario.
Irán dijo que su ataque anterior era una represalia por los devastadores ataques de Israel contra la milicia Hezbolá en Líbano, el grupo interpuesto más importante de Teherán y considerado una organización terrorista por Estados Unidos.
El mes pasado, Israel asesinó al líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, en un ataque aéreo sobre Beirut. Este ataque se produjo tras varios días de intensos bombardeos en los que murieron varios comandantes de la organización.
Hamás, apoyado por Irán, atacó el sur de Israel el 7 de octubre del año pasado, matando a unas 1.200 personas, secuestrando a otras 250 y desencadenando una guerra con Israel. Los combates subsiguientes dejaron más de 42.000 palestinos muertos, según los responsables sanitarios del territorio gobernado por Hamás, que no distingue entre combatientes y civiles.
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