Bloomberg — Israel informó de que bombardeó más de una docena de objetivos de Hezbolá en Beirut este jueves, mientras el Grupo de los Siete países advertía contra un ciclo incontrolado de escalada en Medio Oriente.
Los ataques aéreos tuvieron como objetivo depósitos de armas, centros de mando y operativos de inteligencia, según las Fuerzas de Defensa israelíes. Nueve personas murieron en el centro de la capital libanesa tras un ataque israelí contra un centro médico afiliado a Hezbolá, según las autoridades locales.
Israel está intensificando su operación contra el grupo militante respaldado por Irán tras una serie de ataques devastadores en Líbano durante el mes pasado que acabaron con gran parte de los altos mandos de Hezbolá, incluido su líder Hassan Nasrallah.
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El primer ministro Benjamin Netanyahu también sopesa tomar represalias contra Irán después de que Teherán lanzara el martes unos 200 misiles balísticos contra el país, en parte como respuesta al asesinato de Nasralá.
El presidente Joe Biden alimentó este jueves la incertidumbre sobre lo que vendría después cuando se le preguntó si Estados Unidos apoyaría los ataques israelíes contra las instalaciones petrolíferas iraníes.
“Estamos discutiendo eso”, dijo Biden a los periodistas fuera de la Casa Blanca. “Creo que eso sería un poco... de todos modos”.
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El petróleo subió tras los comentarios de Biden, que sugirió que atacar la infraestructura energética está sobre la mesa. Ello contrasta con comentarios anteriores -y más estridentes- sobre un posible ataque israelí contra el programa nuclear iraní, que el presidente dijo que no apoyaría. Biden también dijo que no esperaba que las represalias israelíes se produjeran al día siguiente.
El gobierno de Biden sigue en conversaciones con Israel sobre la respuesta del país, y cree que aún no se ha tomado ninguna decisión, según declaró un funcionario estadounidense más tarde el jueves. La portavoz adjunta del Pentágono, Sabrina Singh, dijo que las conversaciones entre EE.UU. e Israel son “más para tratar de entender cuál podría ser su respuesta”.
Estados Unidos y sus aliados han estado trabajando para dar forma a la reacción de Israel al ataque del martes con el objetivo de devolver el golpe a Irán, evitando al mismo tiempo una nueva escalada que podría arrastrar a Estados Unidos y otras naciones a una guerra regional total.
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El Grupo de los Siete, liderado por Estados Unidos, emitió este jueves una declaración en la que pedía a los países de la región “actuar con responsabilidad y moderación”.
“Un peligroso ciclo de ataques y represalias corre el riesgo de alimentar una escalada incontrolable en Medio Oriente, que no beneficia a nadie”, decía la declaración del G-7.
El grupo instó a un alto al fuego inmediato en la Franja de Gaza, donde la operación de Israel para erradicar a Hamás -otra milicia apoyada por Irán- ha matado a unas 41.000 personas, según el Ministerio de Sanidad dirigido por Hamás. Fue desencadenada por el ataque del grupo contra Israel el 7 de octubre del año pasado, que dejó unos 1.200 muertos.
El G-7 se declaró “profundamente preocupado” por la situación en Líbano y citó la necesidad de “un cese de las hostilidades lo antes posible”, aunque a diferencia del caso de Gaza no exigió un alto al fuego inmediato. Estados Unidos y algunos de sus aliados árabes y del G-7 intentaron sin éxito negociar una tregua en el conflicto del Líbano justo antes de que Israel matara a Nasralá.
Irán e Israel intercambiaron rondas relativamente limitadas de disparos de misiles en abril. La respuesta de Israel “va a ser un poco diferente esta vez”, dijo Joseph Votel, excomandante del Mando Central de Estados Unidos y ahora miembro distinguido del Instituto de Medio Oriente, quien señaló el mayor número de misiles disparados por Irán esta semana.
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El objetivo de Israel será “castigarles y hacerles pagar un coste”, afirmó Votel. “Probablemente elegirán algo que tenga algún valor para el régimen iraní”.
Irán declaró que su acción contra Israel era una represalia por el asesinato de Nasralá y también de un alto cargo de Hamás en Teherán en julio. Tanto Hamás como Hezbolá son consideradas organizaciones terroristas por Estados Unidos. Israel envió tropas al sur de Líbano el lunes en un intento de desarraigar a los militantes de Hezbolá a lo largo de la frontera.
Cientos de civiles libaneses han muerto en ataques aéreos israelíes en las últimas dos semanas y un millón de personas han huido de sus hogares en el sur y otras partes del país, según el gobierno libanés. Israel también ha bombardeado objetivos en Yemen en los últimos días y se sospecha que lo hace en Siria.
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El jueves, el ejército libanés dijo que un ataque israelí contra uno de sus puestos en el sur del país mató a un soldado. Israel dijo el miércoles que ocho de sus tropas murieron en combates contra Hezbolá, sus primeras bajas desde que comenzó una incursión terrestre a principios de esta semana. Las FDI afirmaron a última hora de este jueves que Hezbolá ha lanzado unos 230 “proyectiles” contra Israel.
Netanyahu cuenta con un amplio apoyo interno para la ofensiva terrestre y aérea en el Líbano, que es también un esfuerzo para garantizar que decenas de miles de israelíes desplazados puedan regresar a sus hogares en el norte.
Los israelíes presionan a Netanyahu para que responda a Irán con mucha más contundencia que en abril. Israel atacó una instalación militar iraní en un ataque limitado ese mes, después de que Teherán disparara 300 misiles y aviones no tripulados que fueron interceptados en su mayor parte y causaron pocos daños.
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