Bloomberg — Un acalorado debate en línea sobre la política de inmigración puso de manifiesto una creciente brecha entre los partidarios de Donald Trump en Silicon Valley -incluido el multimillonario asesor Elon Musk- y su base contraria a la inmigración, anticipando las difíciles y a veces contradictorias demandas a las que se enfrenta el presidente electo sobre su tema político estrella.
Las plataformas de las redes sociales -incluida la X de Musk- ardieron hace unos días cuando los ejecutivos tecnológicos que habían apoyado la campaña de Trump expresaron su deseo de aumentar el número de visados de alta cualificación disponibles para los trabajadores extranjeros, solo para suscitar las críticas de los conservadores.
El propio presidente electo se mantuvo al margen de la discusión, contento de dejar que sus partidarios intercambiaran argumentos. Pero la disputa puso de relieve una tensión central entre la base populista de Trump y sus partidarios corporativos que probablemente aflorará a lo largo de su segundo mandato, más allá de la inmigración, en peleas sobre impuestos, comercio y gasto público.
La controversia sobre la inmigración se originó después de que Laura Loomer, una activista de extrema derecha con vínculos de larga data con el presidente electo, criticara su decisión de nombrar al inversor nacido en la India Sriram Krishnan como asesor principal de política sobre inteligencia artificial. Loomer arremetió contra comentarios anteriores de Krishnan en los que abogaba por un mayor acceso a ‘Gren Card’ y a los visados para trabajadores cualificados, calificándolo de antitético con el esfuerzo de Trump de “Estados Unidos primero”.
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Eso provocó la reacción en contra de Musk y Vivek Ramaswamy, que han sido designados por Trump para dirigir un panel de eficiencia gubernamental. Ambos argumentaron que las empresas estadounidenses necesitaban reclutar a los mejores talentos de todo el mundo para seguir siendo competitivas.
"Hay una escasez permanente de excelentes talentos en ingeniería. Es el factor limitante fundamental en Silicon Valley", escribió en X Musk, que él mismo utilizó un visado H-1B de alta cualificación para trabajar en EE.UU. Continuó comparando a los ingenieros con estrellas extranjeras de la NBA como el francés Victor Wembanyama y el serbio Nikola Jokić.
‘Más libros, menos televisión’
Ramaswamy atrajo especial atención por un artículo en el que sostenía que “la cultura estadounidense ha venerado la mediocridad por sobre la excelencia” y que un país que “celebra a la reina del baile por sobre la campeona de las olimpiadas de matemáticas, o al deportista por sobre el mejor alumno de la clase, no producirá los mejores ingenieros”.
El post, que también menospreciaba la glorificación de los personajes holgazanes en las comedias televisivas de los noventa, seguía animando: “Más competiciones científicas los fines de semana, menos dibujos animados los sábados por la mañana. Más libros, menos televisión”.
Las declaraciones suscitaron la desaprobación de todo el espectro político, y la exembajadora ante la ONU Nikki Haley publicó que “no hay nada malo en los trabajadores estadounidenses ni en la cultura estadounidense”.
"Deberíamos invertir y dar prioridad a los estadounidenses, no a los trabajadores extranjeros", continuó.
Posteriormente, algunos activistas conservadores -incluidos Loomer, el presidente del New York Young Republican Club, Gavin Wax, y el presentador de InfoWars, Owen Shroyer- afirmaron que sus insignias de verificación en X habían desaparecido, sugiriendo que Musk les había castigado.
Musk no comentó directamente la acusación, pero sí publicó que el algoritmo de la plataforma de medios sociales “intenta maximizar los segundos de usuario no lamentados” y que el alcance de los usuarios “disminuirá significativamente” si eran bloqueados o silenciados por “cuentas de suscriptores más creíbles y verificadas”.
Plan Kushner
La controversia se hizo eco de muchos de los temas que descarrilaron los esfuerzos para revisar el sistema de inmigración durante el primer mandato de Trump y, en última instancia, puede enmarcar la forma en que la administración entrante aborde el tema.
Durante el primer mandato de Trump, su yerno, Jared Kushner, elaboró un plan que mantenía los niveles de tarjetas de residencia pero eliminaba un sistema de lotería existente y el trato preferencial a los inmigrantes con familia ya dentro de EE.UU. en favor de un sistema basado en puntos que daría prioridad a los trabajadores altamente cualificados. Pero ese esfuerzo no logró ganar tracción en el Capitolio, en parte porque algunos halcones de la inmigración querían requisitos más estrictos para que las empresas verificaran la elegibilidad de sus trabajadores.
A principios de este año, Trump ofreció un enfoque decididamente más abierto a los visados cuando se le preguntó durante una entrevista en podcast con los capitalistas de riesgo David Sacks, Chamath Palihapitiya y Jason Calacanis y el empresario David Friedberg.
"Si te gradúas en una universidad, creo que deberías obtener automáticamente como parte de tu diploma una tarjeta verde para poder permanecer en este país y eso incluye también a las universidades junior", dijo Trump.
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Trump maleable
La portavoz de Trump, Karoline Leavitt, emitió entonces un comunicado en el que decía que la oferta “solo se aplicaría a los graduados universitarios más minuciosamente investigados que nunca rebajarían los salarios o los trabajadores estadounidenses”.
Un portavoz de la transición de Trump señaló un post en X del asesor de Trump Stephen Miller que destacaba los logros culturales y tecnológicos de Estados Unidos en el pasado en respuesta a una petición de comentarios sobre la controversia actual.
Aun así, el episodio subrayó la maleabilidad de Trump en cuestiones políticas concretas, y los incentivos para que sus partidarios le presionen públicamente sobre la política de inmigración.
En las redes sociales, aliados como Sacks -a quien Trump ha designado para ser su zar de la inteligencia artificial y las criptomonedas- trataron de atajar la polémica y escudar a Krishnan.
"Estos ataques se han vuelto burdos, y no están en el espíritu navideño", escribió Sacks.
Con la colaboración de Hadriana Lowenkron.
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