El magnate sudafricano-estadounidense Elon Musk, quien actualmente es el hombre más rico del mundo, desembarcará en el futuro gobierno de Donald Trump para estar al frente del Departamento de Eficiencia del Gobierno (DOGE), desde el cual buscará llevar a la gestión pública el alto nivel de productividad que logró en el ámbito privado (está al frente de compañías como Tesla, X, Starlink, Space X, entre otras).
Una vez allí, Musk intentará lograr un impactante recorte en el gasto del Gobierno estadounidense: pretende achicarlo en US$2 billones.
Musk no estará solo en la conducción de DOGE: lo acompañará Vivek Ramaswamy, un empresario de origen indio y afiliado al Partido Republicano.
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En concreto, la misión de Musk y Ramaswamy será reducir la excesiva regulación y el gasto innecesario y reestructurar las agencias federales.
“El exceso de gasto público es lo que provoca la inflación”, tuiteó Musk en las últimas horas. Y añadió: “Todos los gastos públicos son impuestos. Este es un concepto muy importante. Se trata de impuestos directos, como el impuesto sobre la renta, o indirectos, a través de la inflación debido al aumento de la oferta monetaria”.
El trabajo de Musk y Ramaswamy
Musk planea recortar US$2 billones del presupuesto federal, mientras que Ramaswamy ha propuesto recortes de personal basados en los números de la seguridad social, sugiriendo incluso despidos aleatorios para evitar discriminaciones y demandas judiciales.
Por otro lado, Musk y Ramaswamy podrían cerrar varias agencias federales que consideran no esenciales y desechar normativas que consideran inconstitucionales, poniendo el poder legislativo en manos de representantes electos y no de funcionarios.
Tiempo atrás, Musk declaró: “Hay alrededor de 428 agencias federales. Hay muchas de las que la gente ni siquiera ha oído hablar. Creo que deberíamos ser capaces de salirnos con la nuestra con 99 agencias”.
Un informe publicado por el holding financiero Mirabaud subraya que Musk no se refirió en particular a las agencias federales que considera no esenciales, pero su planteamiento general sugiere que podría dirigirse a las que se perciben como menos directamente útiles para la eficiencia económica y los intereses estratégicos de Estados Unidos.
A partir de sus declaraciones, el estudio concluye que se puede prever que las agencias centradas en ámbitos administrativos o normativos pesados, y las implicadas en normativas que consideran innecesarias o excesivas, podrían estar en la línea de fuego.
Por ejemplo, la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA), el Departamento de Educación e incluso algunas divisiones del Departamento de Energía son algunos de los organismos más criticados por los partidarios de recortar el gasto federal. A veces se considera que estas agencias limitan la innovación industrial (con normas medioambientales, por ejemplo) o imponen costosas regulaciones a las empresas.
En el contexto de las prioridades de Musk -que se centran principalmente en la innovación, la industria y el crecimiento económico-, es probable que se dirija a las agencias o departamentos que considere que obstaculizan estos objetivos.
No obstante, este programa podría generar conflictos de intereses para Musk, que participa en varios contratos gubernamentales y podría beneficiarse económicamente de la supresión de ciertas normativas debido a su influencia en las industrias tecnológica y energética.