Bloomberg — El expresidente estadounidense Jimmy Carter, que murió el domingo 29 de diciembre de 2024 a los 100 años, fue elegido como mandatario tras el escándalo de Watergate que derribó a Richard Nixon y desilusionó a los votantes estadounidenses.
Carter, un agricultor de maní que fue gobernador de Georgia antes de ganar la Casa Blanca en 1976, alcanzó logros que incluyen un histórico acuerdo de paz entre Israel y Egipto mientras luchaba contra la escasez de petróleo, la inflación y la toma de rehenes estadounidenses por parte de Irán, crisis que eclipsaron su presidencia.
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Fue el presidente estadounidense más longevo de la historia y dejó algunas de sus mayores huellas en las décadas posteriores a su único mandato, librando una campaña mundial contra la guerra, las enfermedades y la supresión de los derechos humanos a través del Centro Carter con sede en Atlanta.
El centro hizo avances particulares contra la enfermedad del gusano de Guinea, un parásito que se transmite a través del agua contaminada y que puede dejar a las víctimas incapacitadas durante meses. Los casos en todo el mundo se redujeron a solo 14 en 2023 desde un estimado de 3,5 millones en 1986, según el centro.
Carter fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 2002 por “décadas de esfuerzo incansable para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, promover la democracia y los derechos humanos y promover el desarrollo económico y social”.
Ascético, humilde y profundamente religioso, Carter era escéptico respecto de la pompa que rodeaba la presidencia y llegó a Washington con menos aliados y puestos fijos que la mayoría de los que ocupan el cargo.
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Aunque Carter “dejó la Casa Blanca como un presidente ampliamente impopular”, sus logros “brillan más con el tiempo, pocos más que su determinación única de poner los derechos humanos al frente de su política exterior desde el comienzo de su presidencia”, escribió su principal asesor de política interna, Stuart Eizenstat, en una biografía de su exjefe en 2018.
Carter asistió a la investidura de Trump en 2017, la sexta y última juramentación presidencial que presenció después de dejar el cargo. Días antes, había dicho a los feligreses de la iglesia de su ciudad natal que de los 22 votantes de su familia, ninguno había votado por Trump. Pero había sido el primer expresidente en aceptar una invitación a la investidura, decidido a mostrar su apoyo al nuevo líder estadounidense.
Trump “nunca antes se había involucrado en política”, explicó Carter, según un relato de Voice of America. “Tiene mucho que aprender. Aprenderá, a veces de la manera más difícil, como me pasó a mí”.
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