Bloomberg — El presidente sirio Bashar al-Assad ha aterrizado en Moscú después de que las fuerzas dirigidas por islamistas entraran en la capital y pusieran fin a más de medio siglo de gobierno de su familia.
El misterio que rodeaba su paradero quedó finalmente zanjado a última hora del domingo. Según un funcionario del Kremlin familiarizado con la situación, ha llegado a la capital rusa y, según los medios estatales TASS, se le ha concedido asilo a él y a su familia.
Mientras los rebeldes tomaban Damasco y saqueaban el palacio presidencial, varias noticias sugerían que buscaría refugio en aliados clave: Rusia -dado que Vladimir Putin acudió en su rescate en 2015- o Irán. Los Emiratos Árabes Unidos, que desempeñaron un papel en sus últimos días y en su desesperado intento de aferrarse al poder, también fueron lanzados a la mezcla.
En un momento dado, en medio del caos, se sugirió que su avión se había estrellado durante su huida y que estaba muerto. También se descartaron los rumores de que se dirigía a Hungría, donde el primer ministro Viktor Orban actuaba como intermediario con Estados Unidos.
En cambio, parece que su hijo mayor, Hafez, y su segundo hijo, Kareem, están con su madre, Asma, en Moscú. Assad podría haber estado allí tan recientemente como el 29 de noviembre, cuando la marea se volvió contra él con el ataque relámpago contra su régimen durante dos semanas.
Rusia, esta vez, declinó intervenir fuertemente para apuntalarle en casa. Esa es una señal reveladora y sugiere que Putin puede estar dispuesto a albergarle pero no a implicarse masivamente en Siria. Su atención ha sido ocupada por Ucrania, donde lanzó una invasión en 2022.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, no respondió a una solicitud de comentarios.
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