Bloomberg — La administración de activos tiene dos grandes reinos. El primero y más conocido lo dominan los proveedores de fondos de inversión y fondos cotizados. Se dedican a invertir en acciones y bonos públicos, y su clientela es cada vez más sensible a los costos.
En la actualidad, sus productos más populares son los seguidores de índices pasivos, con comisiones muy ajustadas, a menudo de solo unas centésimas de punto porcentual de los activos cada año.

No obstante, los administradores de dinero lo compensan con volumen, ya que venden fondos a todo el mundo, tanto a grandes instituciones como a personas ordinarias que destinan una parte de su sueldo a planes de jubilación 401(k). Los denominados Big Three (Tres Grandes), BlackRock (BLK), State Street (STT) y Vanguard Group (VTI), son los máximos poseedores de casi todas las acciones del S&P 500.
Un segundo reino de gestores de activos se dedica a invertir en mercados privados. Se trata de mercados más pequeños y clientes más selectos, pero sus comisiones son mucho más cuantiosas: cerca del 2% anual, además de una buena parte de los beneficios. Los antiguos titanes de las compras apalancadas, como Blackstone (BX), KKR (KKR) y Apollo Global Management (APO), dominan este reino.
Sin embargo, ahora BlackRock Inc., la mayor de las Big Three, con US$11,6 billones en activos gestionados, está tratando de ser la primera entidad en unir verdaderamente estos dos reinos. Sus altos ejecutivos están hablando de transformarse en una “categoría de uno” (category of one), una especie de tienda de todo para la gestión del dinero.
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Para conseguirlo, BlackRock tiene que destacar en un mercado hipercompetitivo donde en ocasiones ha tenido problemas para hacerse un lugar relevante.
La compañía se mueve con rapidez: en el 2024 invirtió casi US$30.000 millones en tres adquisiciones. Se trata de la mayor operación de gestión de activos “alternativos” jamás realizada, un término que agrupa a los inversionistas en mercados privados, en infraestructuras, en hedge funds (fondos de cobertura) y similares.
La adquisición por parte de la compañía de Global Infrastructure Partners, que posee aeropuertos, oleoductos y parques eólicos, por valor de US$12.500 millones, es la más grande realizada hasta ahora por una gestora de activos privados.
Otra operación de US$12.000 millones por la gestora de crédito privado HPS Investment Partners LLC, que se prevé concluya a mediados de este año, sería la segunda mayor operación.
En junio, BlackRock anunció la compra de Preqin Ltd., que realiza el seguimiento de unos 190.000 fondos, por 2.550 millones de libras (US$3.170 millones), lo que la convierte en uno de los líderes en el suministro de datos sobre mercados privados. Cuando se haga efectiva la compra, a BlackRock le será más fácil evaluar el rendimiento de los activos privados y crear nuevos índices de inversión vinculados a ellos.
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En total, los acuerdos transformarán a la compañía en una gestora de activos alternativos de US$600.000 millones, superando los activos de Carlyle Group (CG) y entrando en la liga de Apollo y KKR. Blackstone Inc., de la que BlackRock se escindió hace décadas, todavía gestiona casi el doble en activos privados.
Las alternativas no son algo totalmente nuevo para BlackRock (a finales de 2023 tenía unos US$300.000 millones en activos), pero estos acuerdos cambian fundamentalmente la forma en que BlackRock gana dinero.
Uno de sus mayores fondos, el iShares Core S&P 500 ETF, también gestiona US$600.000 millones en activos, pero con una comisión de tan solo el 0,03%, genera unos US$180 millonesde ingresos anuales. Se prevé que los US$600.000 millones en activos alternativos, una vez que se cierre el acuerdo con HPS, generen aproximadamente US$3.000 millones en comisiones anuales de asesoría de inversiones y administración.
Y esto no incluye las comisiones basadas en el rendimiento. Los ingresos alternativos representarían más del 15% del total anual de la empresa.
Los mercados privados siempre han ofrecido grandes recompensas. ¿Por qué, entonces, BlackRock está comprando ahora? Un cambio en los mercados privados.
Durante décadas, se han referido principalmente al capital privado, especialmente a las adquisiciones apalancadas en las que un fondo de capital privado toma el control de una empresa en dificultades, la carga de deuda y luego intenta revenderla en unos pocos años.
Se trata de un negocio especializado, y que ha sido menos lucrativo en los últimos años debido a las tasas más altas y las pocas oportunidades de salir de las inversiones. Pero los mercados privados abarcan cada vez más el crédito y la infraestructura, devorando una parte cada vez mayor de los mercados de capital, y BlackRock quiere una tajada más grande de la acción.
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Hace unos dos años, el CEO Larry Fink y sus lugartenientes decidieron que la estrategia corporativa de BlackRock tenía que cambiar. En un guiño a los gigantes tecnológicos, la empresa comenzó a referirse a sí misma como una “plataforma similar a la nube” para los inversores, donde podían conectarse a una amplia variedad de inversiones.
Los fondos de pensiones, las grandes aseguradoras, los gobiernos y las corporaciones estaban entrando más profundamente en los mercados privados, especialmente en infraestructura y crédito privado.
Los fondos de riqueza soberana en todo Medio Oriente estaban firmando grandes cheques y la competencia se estaba intensificando. Fink y su equipo señalaron que estaban abiertos a comprar, y no solo a construir, un negocio de alternativas mucho más grande.
Fink estaba volviendo a su viejo manual de fusiones y adquisiciones a gran escala para transformar su empresa. A finales de los años 1980 cofundó BlackRock como especialista en bonos, con especial atención al uso de la tecnología para calcular y gestionar los riesgos del mercado.
La empresa se expandió durante los años 1990, empezó a ofrecer su sistema tecnológico Aladdin a sus clientes y salió a bolsa en la Bolsa de Nueva York en 1999, cuando gestionaba US$165.000 millones. En 2006, BlackRock adquirió una empresa de fondos de Merrill Lynch por más de US$9.000 millones de dólares, creando una empresa con cerca de US$1 billón en activos.
Tres años después compró Barclays Global Investors por US$15.200 millones, justo cuando los ETF (fonfo cotizado en bolsa) de la empresa empezaban a cobrar importancia y los inversores ansiaban productos indexados de bajo coste.
La escala y la posición de BlackRock en activos públicos y cada vez más privados ya han preocupado a algunos políticos y reguladores. El senador Bernie Sanders, independiente de Vermont, se opuso al acuerdo con GIP y dijo: “La industria de gestión de activos se está convirtiendo rápidamente en un monopolio”.
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Un comisionado de la Comisión Federal Reguladora de Energía apoyó la adquisición, pero no obstante pidió un mayor escrutinio de BlackRock y los grandes administradores de dinero que poseen empresas como las eléctricas que los consumidores necesitan.
“No se necesita un doctorado en economía para ver el potencial de conducta y resultados anticompetitivos cuando una entidad de inversión como un gran administrador de activos busca poseer activos de generación que serán, o deberían ser, competidores”, escribió Mark Christie, el comisionado, en septiembre. BlackRock se negó a hacer comentarios.
En términos más generales, hay razones para pensar que existen distintos mercados con distintos inversores.
“Cuando hay problemas en un ámbito, el crédito puede seguir fluyendo a través de otros mecanismos, lo que reduce el impacto en la economía real”, dice Kathryn Judge, profesora de la Facultad de Derecho de Columbia que estudia la regulación financiera. Difuminar las fronteras entre los ámbitos podría permitir que los shocks financieros se propaguen de maneras que los reguladores no prevén.
BlackRock tiene por delante una gran tarea de gestión de personal.
Está incorporando a su equipo a unos 1.200 empleados de GIP y HPS. Fink ha endulzado el trato para los nuevos talentos: los 400 empleados de GIP obtuvieron un fondo de retención de unos US$650 millones; los 800 empleados de HPS recibirán un paquete de unos US$675 millones.
Estos ejecutivos, algunos de ellos ahora multimillonarios y entre los mayores accionistas individuales de BlackRock, tienen una posición poderosa. El CEO de GIP, Adebayo Ogunlesi, ahora forma parte del consejo de administración de BlackRock, y tanto él como el presidente de GIP, Raj Rao, están en su comité ejecutivo global.
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El CEO de HPS, Scott Kapnick, está previsto que se convierta en observador del consejo y, junto con los socios directores Scot French y Michael Patterson, se unirá al mismo comité ejecutivo.
El equipo de GIP, que trabaja en las oficinas centrales de BlackRock en Hudson Yards, Nueva York, supervisa ahora sus fondos existentes, así como los aproximadamente US$50.000 millones en fondos de infraestructura preexistentes de BlackRock.
El equipo de HPS dirigirá una nueva división de financiación privada en BlackRock, que supervisará la financiación basada en activos, los préstamos directos y la deuda privada.
Los movimientos son en parte una corrección de años de no lograr del todo bien la dinámica de poder interna de las empresas alternativas que absorben.
La adquisición de Tennenbaum Capital Partners por parte de BlackRock, que tenía alrededor de US$9.000 millones de capital de clientes comprometido en el momento de la compra en 2018, no fue sencilla. Varios socios senior de Tennenbaum se han ido. Un trío de gestores muy respetado que compran participaciones en fondos de capital privado de otros se trasladaron a Apollo Global Management Inc.
Una unidad independiente de BlackRock Alternatives se disolvió en su mayor parte a favor de unidades separadas de renta variable y deuda privada. Luego, como parte del anuncio de la adquisición de GIP, el jefe de mercados privados de renta variable de BlackRock dijo que se marcharía.
Antes de la adquisición de HPS, la empresa comenzó a renovar su negocio de deuda privada en septiembre y anunció la salida del veterano de dos décadas que lideraba ese grupo.
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Algunos de los fondos propios de la empresa también han tenido problemas.
Un fondo de energía renovable de su anterior negocio de infraestructuras realizó apuestas inoportunas en dos empresas que ahora están en liquidación. Su estrategia de capital privado a largo plazo, un tipo de fondo de capital privado, no alcanzó su objetivo inicial de recaudación de fondos.
El futuro pasa por la recaudación de fondos. La empresa está creando un fondo de US$30.000 millones para invertir en centros de datos destinados a tecnologías de IA y la infraestructura energética necesaria para alimentarlos; se está uniendo a las filas de KKR, Brookfield Asset Management y Blackstone en la expansión de los centros de datos.
GIP se acerca al cierre de su quinto fondo que podría recaudar US$25.000 millones o más. El director financiero de la empresa, Martin Small, ha hablado de cuánto dinero de crédito privado adicional podría gestionar la empresa si sus clientes de las compañías de seguros transfirieran solo el 10% de sus US$700.000 millones en activos gestionados por BlackRock.
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Con sus nuevas adquisiciones en la mano, Fink ha argumentado sobre la necesidad de reconsiderar uno de los tipos de carteras más tradicionales, la división 60-40 de acciones y bonos. Para diversificar realmente, dice, los inversores también deberían considerar los mercados privados.
En este momento eso es difícil para los inversionistas comunes, por no hablar de los riesgos y costos adicionales de la inversión privada. Pero tal vez los índices y otros productos podrían derribar el muro. No es el único que piensa de esa manera.
Los rivales Apollo del mundo privado y State Street Corp. de los tres grandes de la renta variable pública se han unido para proponer un ETF de mercados privados. Los dos reinos podrían no estar muy separados por mucho tiempo.
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