Desde que Gustavo Petro llegó a la Presidencia de Colombia hace más de un año, en agosto del 2022, prometió la apertura de las fronteras terrestres y aéreas con el país vecino venezolano. Una de las primeras anuncios bilaterales es que volvieran a volar no solo las aerolíneas estatales colombianas y de ese país, Satena y Conviasa, respectivamente, sino que también era esperable que habría autorizaciones para que las comerciales volvieran a volar y a reactivar el aeropuerto Simón Bolívar, a las afueras de Caracas.
En el papel, el mercado venezolano siempre ha sido interesante para cualquier sector y en especial el del transporte. Solo en Colombia hay 2,9 millones de venezolanos viviendo en el país, y en Perú se calcula que hay 1,5 millones, según la Plataforma Regional de Coordinación Interinstitucional para Refugiados y Migrantes de Venezuela.
Una de las aerolíneas más grandes de América Latina, la chilena Latam, anunció próximos vuelos para el 1 de diciembre entre Bogotá y Caracas. Ya en agosto de este año había reinaugurado la ruta Lima - Caracas. Cabe recordar que esta fue una de las primeras aerolínea que salieron de Venezuela. Lo hizo en 2016 cuando se acentuaron los problemas económicos y de seguridad en ese país. En ese momento, las empresas de transporte aéreo se vieron afectadas por el control cambiario, que les obligaba a vender boletos en bolívares, sin poder convertirlos a tiempo en divisas debido a las demoras en trámites del país.
“La misión de Latam es conectar a Sudamérica y Venezuela no es la excepción. En la medida en que se han ido abriendo las fronteras y restableciendo la relaciones comerciales hemos reactivado la operación aérea. Estas conexiones servirán para contribuir a la reactivación económica y turística y para unir países que son hermanos”, le dijo a Bloomberg Línea Santiago Álvarez, CEO de Latam en Colombia.
Entre los interrogantes que han tenido las aerolíneas de volver al mercado fueron las millonarias deudas que el Estado venezolano adquirió con las aerolíneas, que estaban por encima de los 3.800 millones de dólares en el 2014, cifra que aceptó el mismo presidente Nicolas Maduro. Sobre las deudas, Álvarez afirmó: “Esa situación quedó en el pasado y no se resolvió. Ahora estamos planteando un nuevo esquema de operación que garantiza la protección de los recursos financieros de nuestra organización”.
Por esta misma línea, también está el interrogante sobre los costos de operación, teniendo en cuenta la hiperinflación y la volatilidad de la moneda en Venezuela. “No tenemos nada muy distinto a lo que normalmente hacemos. Garantizamos la operación a través de proveedores confiables que garanticen la seguridad de nuestra operación”, dijo el ejecutivo.
Sobre aumentar las rutas y frecuencias, Álvarez afirmó que el objetivo, por ahora, “es consolidar las dos rutas con las que hoy contamos y nos mantendremos en contacto con las diferentes autoridades aeronáuticas para capitalizar las oportunidades que aparezcan hacia este mercado que empieza nuevamente a desarrollarse, pero habrá que calcular muy bien cómo responde la demanda”.
La visión de Wingo
Por la misma línea está Wingo, la aerolínea de bajo costo de la panameña Copa Airlines. Su frecuencia se mantiene en tres vuelos a la semana, pero desde la vicepresidencia comercial se plantean llevarla a cinco, y además incorporar otros destinos como Valencia, Maracaibo y la isla de Margarita.
Jorge Jiménez, vicepresidente comercial de Wingo, dijo en entrevista con Bloomberg Línea que están dispuestos a crecer tanto como se les permita. A su juicio, el mayor peso para concretar el objetivo de convertir al país caribeño en el principal mercado recaería sobre los gobiernos, ya que en gran parte depende de los avances respecto a la apertura de fronteras y una mayor conectividad.
Una incipiente recuperación de la deteriorada economía venezolana comenzó a impulsar el retorno de aerolíneas. Mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que el Producto Interno Bruto (PIB) de Venezuela concluya con un crecimiento de 6,5% para 2023, muy superior al promedio del 1,7% estimado para América Latina y el Caribe; la flexibilización de algunas sanciones al gobierno de Maduro por parte de Estados Unidos también comienza a asomar un escenario menos pesimista.
Para Jiménez, los planes de Wingo son una oportunidad para los migrantes venezolanos en Colombia. Datos compartidos por él a Bloomberg Línea indican que la ocupación de venezolanos en los vuelos que parten de Colombia se ubica entre 80% y 85%.
La compañía quiere ampliar la oferta y también dedicarse al plan turístico, así que buscará el traslado directo de vuelos tipo chárter desde Bogotá y Medellín hasta la isla de Margarita, en Nueva Esparta.
Wingo cree que los “retos más grandes” están sobre todo del lado de los gobiernos. “Nosotros de alguna manera podemos tener flexibilidad como programamos los aviones y nuestra capacidad, pero pues sin los permisos gubernamentales no, no hay cómo hacerlo”, reitera el ejecutivo.