Pastificio venezolano pide destinar importaciones a bolsas sociales e incorporarse si amerita

Pastas Capri, con 70 años de fundada, ha registrado un crecimiento de al menos 30% este año. Sus expectativas siguen altas para 2024 pese a la caída del consumo

Pastas Capri cumplió 70 años de fundada.
06 de octubre, 2023 | 12:07 PM

Carrizal – Venezuela se encuentra actualmente en el tercer lugar de los países con mayor consumo de pasta. Antes solo era superado por Italia -con un récord de 26 kilos per cápita-. La industria venezolana ha logrado la estabilidad pese a tiempos tumultuosos en la nación caribeña. Pastas Capri ha estado siempre al frente, y a sus 70 años, está preparada para otros retos.

El auge de las importaciones en Venezuela ha marcado en los años recientes un impacto poco provechoso para la industria nacional. El sector fabricante de pastas, preocupado, ha hecho propuestas al gobierno venezolano para beneficiar a la actividad y generar una competencia leal.

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La importación de pastas desde Turquía, México o Brasil, exonerada de pago de impuestos, se ha convertido en una elección fácil para el venezolano que no genera ingresos mayores a los US$160, un promedio salarial calculado solo en el sector privado. La calidad, sin embargo, es cuestionada por una población consumidora de pastas por excelencia.

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Los fabricantes se han enfocado en proponer como alternativa que estas importaciones sean utilizadas para cubrir las bolsas de alimentos que entrega el Estado venezolanos a familias vulnerables en el país, y que en caso de no completar la cuota, puedan contar con la producción nacional para lograrlo en lugar de continuar importando.

El 2012 representó para los productores de pasta uno de los mejores años de producción, con cifras para Capri -la empresa fundada por los hermanos Olivo y su cuñado Nobile en 1953-, que escalaban a las 49.971 toneladas de mercancía al año y poco después, en 2015, hasta 58.896 TM anuales.

El año siguiente la situación se complicó con decisiones gubernamentales de centralizar la importación de trigo y otorgarla a los privados en menor cantidad de la que ellos, por cuenta propia, importaban para sus operaciones. A partir de ello, desde el Ejecutivo se solicitó destinar la mitad de lo producido para cubrir las bolsas de alimentos Clap, y la otra mitad venderla a precio regulado.

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“Nosotros trabajábamos con 9.000 toneladas de trigo al mes, y pasamos a recibir 4.500 (...) como parte del subsidio, debíamos entregar la mitad de lo producido para los Clap”, comentó Laura Paz, gerente general de Capri en un encuentro con periodistas en su planta ubicada en el estado Miranda, al centro-norte venezolano.

Con solo el Estado importando, la caída de la industria resultó significativa. Aún así la empresa familiar que ya suma tres generaciones, ahora con Simón Nobile como presidente ejecutivo, no paralizó sus actividades. En 2019 cuando el gobierno anunció que los privados podrían retomar las importaciones, la producción de la compañía con plantas en los estados Miranda y Lara había caído a niveles de 28.000 toneladas. La pandemia por covid-19 causó sus propios daños, y a pesar de ello, el sector comenzó a levantarse.

Tras el leve repunte económico en Venezuela el año pasado, con un 15% de crecimiento del Producto Interno Bruto según cifras oficiales, desde Pastas Capri se plantearon un crecimiento de 30% en 2023. La meta está por cumplirse en el cierre del segundo semestre, alcanzando con el esfuerzo de 380 trabajadores las 51.000 toneladas.

La tarea no ha sido sencilla. La caída del consumo este año ha tenido que ser sorteada con estrategias comerciales. La línea de producción de Capri más vendida resulta la más económica, representando el 65% de sus ventas. Y es que han entendido que el precio marca la pauta en un país con bajo poder adquisitivo.

“Hemos presentado al mercado novedades como las presentaciones de 500 g de Rigatoni, Pluma y Tornillo, tanto en la línea Premium como en la línea más económica; lanzamos un formato especialmente diseñado para preparar ensaladas; así como nuevas presentaciones de nuestro aceite de oliva. Vienen muy pronto nuevos formatos de otros productos del portafolio”, destacó Luis de Llano, gerente de Relaciones Institucionales de Capri.

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Pastas Capri ha pasado entonces a llamarse Capri, a secas. Están dispuestos a seguir elevando la producción en 2024, y además incorporar los nuevos productos para que la población les reconozca como una compañía de alimentos.

La compañía además se ha robotizado con una maquinaria que con brazos y pinzas mueve a programación cientos de kilos, agilizando la operatividad en ambas plantas. Los proyectos de crecimiento y automatización también están planteados para otras áreas mientras se trazan metas ambiciosas a cumplir el próximo año, con el objetivo de alcanzar esa cifra ideal de la época dorada.