Las grandes quintas de Caracas, de residencias costosas a locales para la moda

Aunque en el último año han pasado a operar clandestinamente como locales a la carta, huyendo de los impuestos, todavía en las redes sociales pueden ubicarse algunas de ellas

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Caracas — Murmullos y risas irrumpen con el silencio que había dejado la migración en una inmensa quinta construida en una de las urbanizaciones más reconocidas del este de Caracas. No son habitantes, pero sí visitadores frecuentes en un espacio transformado en un modelo de negocio para emprendedores, que buscan mostrar sus marcas sin la dependencia y el riesgo financiero de un local comercial.

La casa familiar, cuyos principales propietarios son actualmente parte de los 7 millones de venezolanos en el exterior que han huido de la crisis socio-económica en Venezuela, ya no funciona para lo que fue pensada.

Sus años de vivienda en un sector residencial para la clase media alta de Caracas quedaron en el pasado, incluso antes de la pandemia, cuando a Carolina León, una emprendedora de joyas en el país, se le ofreció la idea de utilizar el espacio para ofertar sus productos.

Carolina había experimentado en 2018 una experiencia negativa con el alquiler de un local, en el que había invertido ahorros y tiempo, que luego no fue retribuido. Una amiga le ofreció entonces la quinta de sus padres, que recién había sido desocupada por inquilinos y la que los dueños no querían descuidar por la soledad.

Decidida por darle continuidad a su negocio, pero sin la posibilidad de poder pagar el alquiler completo por solo una habitación que ocuparía para la exposición de sus artículos, comenzó a correr la voz entre sus amigas. En unos meses ya eran seis las marcas con espacios de showroom.

Ya en 2019 otros espacios similares operaban en las zonas más costosas de la capital venezolana, pero en este punto alto del este de la ciudad, la quinta en la que Carolina exhibía sus diseños, y de la que ahora estaba encargada, se había convertido en pionera.

Rodeada de otras grandes casas, algunas abandonadas, otras afectadas por la recesión de la economía en los últimos años y unas cuántas más adquiridas por los nuevos millonarios en el país, Carolina logró despegar el negocio.

La pandemia por covid-19 que impactó en la nación suramericana en el primer trimestre de 2020 si bien afectó su continuidad, los siguientes meses en medio de la flexibilización autorizada por el gobierno venezolano en todo el territorio, permitió retomar la actividad comercial y sumar más interesados en el concepto.

Los elevados costos por alquiler en centros comerciales o locales independientes, además de los montos por depósitos así como las dificultades para el registro fiscal y comercial de una compañía impulsó la proliferación de la idea. Sin embargo, la alta exposición de un par de ellas captó la atención de las autoridades y el intento de exigirles impuestos.

En el proceso, algunas cerraron. Aun así, la tendencia continuó el sendero de crecimiento, que además se desarrollaba en medio del leve repunte económico en el país el año pasado. Las quintas reconocían a su clientela, y aunque sabían que se trataba de una audiencia pequeña, no la descuidaban aunque sí preferían mantenerse a resguardo, operando casi de forma clandestina.

“Somos un secreto a voces, pero lo hacemos por proteger a los emprendedores y sus pequeños negocios que van desde la orfebrería, venta de zapatos, textilería e incluso gastronomía, y que crecen en este contexto país”, comenta León en conversación con Bloomberg Línea, quien prefirió no mencionar el nombre de su espacio ni dirección exacta.

A la Cámara Venezolana de Franquicias, Profranquicias, le ha preocupado el desarrollo de este tipo de establecimientos, que a juicio de Ricardo Antequera, su actual presidente, pareciera buscar ventaja de flexibilidades en el sistema o falta de regulación en algunos casos.

“Como operan en zonas residenciales es importante considerar varios temas, hay que conversar con las autoridades municipales de la zona metropolitana de Caracas para revisar si estos establecimientos donde se montan incluso marcas de alto perfil, que combinan en ocasiones con una oferta gastronómica interesante, cumplen con los lineamientos que se establecen en la perspectiva de ordenanza municipales, cumplimiento en materia tributaria, y que en caso de que no, representan una actividad de competencia desleal”, dice Antequera en contacto con BBL.

Para Antequera, la iniciativa es positiva, sin embargo espera que estén en la misma línea de cumplimiento de las empresas que representan en la Cámara de Franquicias. “Me recuerda cuándo surgió el formato de los FoodTrucks, que generó preocupación y poco a poco se fue corrigiendo. Hoy no hay tanta abundancia, sigue siendo una oferta interesante pero dentro de un encuadre más formal y estructurado. Ojalá que estas casas reconvertidas en mini centros comerciales vayan hacia eso”, agrega.

En el más reciente informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM Venezuela 2022) sobre la actividad emprendedora en el país, se concluyó que el 90% de los venezolanos que decidían emprender reposaba su principal motivación en “ganarse la vida porque los empleos son escasos”.

En el estudio elaborado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) se destacó además que casi 3 millones de venezolanos ha estado emprendiendo en diferentes etapas durante los últimos años, con la gran mayoría de ellos, el 86% como propietarios de negocios en etapa temprana, es decir con menos de 3,5 años en el mercado.

Sandy Gómez, gerente de Arca Análisis Económico y co-directora del Founder Institute Caracas reconoce y respalda estas cifras, aunque añade que no refleja todas las características del ecosistema emprendedor en Venezuela, el que cuenta con extensas dificultades para la sostenibilidad.

“Las condiciones estructurales en Venezuela hace que sea relativamente difícil y sobre todo costoso mantener un espacio físico para una actividad comercial. Sobre todo sumado al ajuste de los servicios públicos en el último año. Con las quintas, los emprendedores lo que tratan es cubrirse en un espacio que no está etiquetado como espacio comercial. También hay que tomar en cuenta que si son emprendedores de etapa temprana, su volumen de venta no son suficientemente grandes como para poder enfrentar el costo de los tributos, que no son proporcionales a las ventas”, puntualiza en contraste con lo señalado por Profranquicias.

El precio por espacio en una de estas quintas se establece actualmente entre US$200 y US$350 mientras que el alquiler de un local comercial puede superar hasta los US$500 al mes, sumados al pago de un adelanto del año reservado.

Cada marca cancela un monto mensual por el espacio, sin los adelantos que suelen solicitarse para el alquiler de un local comercial. Asimismo, cada una encuentra y aplica la estrategia que considere conveniente para atraer a clientes a través de sus redes sociales mientras los encargados de las quintas luego les ofrecen un recorrido por el resto del lugar. Quieren más exposición, pero Carolina les ha hecho saber los riesgos.

Perdurar en el tiempo es considerado altamente probable, de acuerdo a la responsable de dos quintas. Los vecinos, aclara León, han ido aceptando y reconociendo el método que encontraron otros residentes para sobrevivir. Ocurre lo mismo con el alcalde de su jurisdicción, quien durante los encuentros se ha referido a otros modelos de negocios instalados también en viviendas como clínicas veterinarias, consultorios o comida rápida.

Ella no está negada a una regularización, cree que puede darse más adelante si el modelo de showroom sigue incrementando. “No sé cómo se dará esa parte legal, nuestros precios son flexibles y diferentes a los de un local comercial, por lo que entonces no podría ser igual el tipo de impuesto, pero a este tipo de establecimientos les queda vida y se mantendrán mucho más tiempo”.