Uruguay vota mientras la oposición de izquierdas aspira a volver a la presidencia

Las encuestas muestran que Yamandu Orsi mantiene una ligera ventaja sobre Álvaro Delgado

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Bloomberg — Uruguay está a punto de convertirse en el último país que desbanca a un partido en el poder este año, con una delincuencia violenta y una recuperación económica que ha dejado a muchos atrás reforzando las esperanzas del candidato de la oposición de izquierdas en las elecciones presidenciales del domingo.

Las encuestas muestran que el izquierdista Yamandu Orsi mantiene una ligera ventaja sobre Álvaro Delgado, antiguo ayudante del presidente Luis Lacalle Pou, de cara al día de las elecciones, y que el resultado dependerá probablemente de hacia dónde se decante un pequeño grupo de votantes indecisos cuando el país se dirija a las urnas.

Una victoria de Orsi y su partido, el Frente Amplio, añadiría Uruguay a la lista de lugares en los que los votantes decepcionados han castigado a los gobernantes en ejercicio a lo largo de un tumultuoso año de votaciones - aunque en la nación sudamericana está ausente el tipo de furioso giro ideológico que ha golpeado a EE.UU., a la vecina Argentina y a una letanía de otros países durante el pasado año.

Orsi, de 57 años, se presenta como el candidato del “cambio seguro”, mientras que el lema de campaña de Delgado es “reelegir a un buen gobierno”, en referencia a las políticas de Covid-19 y al crecimiento del empleo bajo el mandato de Lacalle Pou. Ambos se presentan como opciones previsibles más que como outsiders perturbadores. Los uruguayos, por su parte, ya han rechazado una propuesta para desmantelar el sistema de pensiones del país, valorado en 23.000 millones de dólares, que tenía en vilo a los mercados por la reputación de país refugio de la nación.

Es el tipo de contienda que ha llegado a tipificar al famoso y estable Uruguay, un país de 3,4 millones de habitantes que ha evitado a los incendiarios populistas que han agitado la política de la región. Las políticas favorables a los inversores y su aversión a los cambios políticos radicales ayudan a situar a la nación como una de las más ricas de América Latina, con un sector tecnológico que pisa fuerte y ciudades como Montevideo y Punta del Este que sirven de populares hogares a multimillonarios extranjeros.

Aun así, Orsi ha surgido como el ligero favorito debido a la percepción de los votantes de que Lacalle Pou, que ganó las elecciones de 2019, no ha cumplido sus promesas de reducir la delincuencia y mejorar los salarios, problemas que han aquejado a los partidos en el poder en todo el mundo tras la pandemia.

“Hay cierto grado de desilusión entre la gente que votó a los partidos de la coalición en 2019 y se siente defraudada con respecto al cambio que esperaba”, dijo en una entrevista Eduardo Bottinelli, director de la encuestadora Factum.

Cientos de miles de uruguayos luchan por llegar a fin de mes en un país donde el crecimiento promedió un magro 1% anual en la última década. Y aunque el empobrecimiento entre los uruguayos mayores es ahora una rareza gracias a un amplio estado del bienestar, casi una quinta parte de los niños y adolescentes viven en la pobreza.

En Montevideo, la capital, se cree que más de 130.000 personas viven en chabolas. El número de trabajadores que llevan a casa menos de 25.000 pesos (586 dólares) al mes aumentó a 548.000 personas el año pasado, frente a las 453.000 de 2019, según el centro de estudios Cuesta Duarte.

La administración de Lacalle Pou también ha luchado por contener los delitos violentos, con 10,7 asesinatos por cada 100.000 habitantes el año pasado, según datos del gobierno. Eso es más del doble de la misma medida en Argentina, donde una profunda crisis económica ayudó a impulsar el ascenso del outsider libertario Javier Milei hace un año.

Ambos candidatos coinciden en la necesidad de luchar contra la delincuencia, reducir la pobreza infantil, impulsar el crecimiento y evitar aumentar los ya elevados impuestos del país.

Orsi, ex gobernador durante dos mandatos y profesor de historia, también ha prometido rebajar la edad mínima de jubilación de 65 a 60 años como parte de su plan para revisar el sistema de seguridad social. Delgado, ex legislador del Partido Nacional de 55 años, promete continuar con las políticas proempresariales de la coalición para convertir a Uruguay en el país más desarrollado de América Latina en 2030.

Los bonos soberanos en dólares de Uruguay han perdido casi un 0,6% en lo que va de año, frente a una ganancia del 12,7% de la deuda soberana latinoamericana, según el índice Bloomberg EM USD Sovereign. Al peso uruguayo le ha ido mejor que a la mayoría de sus pares regionales, debilitándose sólo un 8,8% frente al billete verde este año.

El Frente Amplio obtuvo la mayoría en el Senado de 30 miembros en las elecciones generales del 27 de octubre. Ni él ni la coalición gobernante controlan la Cámara Baja, de 99 escaños, donde un partido advenedizo antisistema obtuvo dos escaños el mes pasado.

Si Orsi gana, debería ser capaz de convencer al menos a dos legisladores de la cámara baja de la coalición para que respalden su agenda legislativa a cambio de financiación gubernamental para sus distritos, dijo Daniel Chasquetti, politólogo de la Universidad de la República.

El Frente Amplio podrá bloquear cualquier legislación que una presidencia de Delgado presente al congreso, así como sus nominaciones al directorio del banco central y de las empresas estatales que dominan industrias clave, dijo.

"El programa con el que Álvaro Delgado sea elegido no terminará siendo su programa de gobierno, sino que será uno negociado con el Frente Amplio. Será una gran prueba para la democracia uruguaya", dijo Chasquetti.

Unos 2,72 millones de uruguayos están habilitados para votar el domingo. Las urnas abren de 8:00 a 19:30 hora local, y se espera que la Corte Electoral publique los resultados preliminares esa misma noche.

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