Ciudad de Panamá — Mientras que en América Latina y el Caribe las mujeres constituyen el 36% de todos los trabajadores del sistema agroalimentario, en Panamá más de 3 mil, de una población de 4 millones de habitantes, se dedica a las faenas agrícolas.
La proporción de mujeres en la fuerza laboral agrícola en la región es mayor o está aumentando en relación con la de los hombres, teniéndose que desde el 2005 la proporción ha aumentado en 9% en El Salvador, 8% en Colombia y 6,3% en Ecuador, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En Panamá desde el 2007 se han implementado programas de financiamiento rural específicos para mujeres y también existe un programa de organización de las féminas con la creación y fortalecimiento de la Red Panameña de Mujeres Rurales, de acuerdo con datos gubernamentales.
Esta red está conformada por más de 140 organizaciones de base y más de 3 mil mujeres, con tres niveles organizativos, “que ha servido como vehículo para el empoderamiento, capacitación y formación en liderazgo de las mujeres, así como medio para implementar los instrumentos de apoyo a éstas, lo que les permitió incorporarlas a la Red de Mujeres Rurales de Latinoamérica y del Caribe”, de acuerdo con el Ministerio de Desarrollo Agropecuario.
Por su parte, un informe de la FAO destaca que a escala mundial el papel de las mujeres tiende a estar marginado y sus condiciones laborales suelen ser peores que las de los hombres en trabajos irregulares, informales, a tiempo parcial, poco cualificados o que requieren un uso intensivo de mano de obra.
De igual manera, el organismo internacional asegura que las mujeres que regionalmente trabajan como asalariadas en la agricultura ganan 82 céntimos por cada dólar que reciben los hombres.
Para 2030, la FAO plantea que se debe duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala, en particular las mujeres, los pueblos indígenas, os productores de la agricultura familiar, la ganadería y la pesca, mediante un acceso seguro y equitativo a las tierras, a otros recursos e insumos de producción y a los conocimientos, los servicios financieros, los mercados y las oportunidades para añadir valor y obtener empleos no agrícolas.
Un estudio de la citada entidad explica que cerrar la brecha de género en la productividad agrícola y la brecha salarial en el empleo agrícola aumentaría el producto interior bruto mundial en casi US $1000 millones y reduciría el número de personas que padece inseguridad alimentaria en 45 millones.
“Los beneficios de los proyectos que empoderan a las mujeres son mayores que los de los que se limitan a tener en cuenta las cuestiones de género”, afirma el organismo internacional, y agrega que “si la mitad de los pequeños productores contaran con intervenciones de desarrollo centradas en el empoderamiento de las mujeres, se produciría un aumento significativo de los ingresos de otros 58 millones de personas y de la resiliencia de otros 235 millones”.
“Lograr unos sistemas agroalimentarios eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles dependerá del empoderamiento de todas las mujeres y de la igualdad de género. Las mujeres siempre han trabajado en los sistemas agroalimentarios. Es hora de que hagamos que los sistemas agroalimentarios funcionen para las mujeres”, sostuvo QU Dongyu, director general de la FAO, en el prólogo del informe.