Bloomberg Línea — Un alivio para las autoridades cubanas ha resultado el petrolero ruso que atracó al este de La Habana la semana pasada, en medio del creciente malestar social.
Unos 715.000 barriles de crudo llegaron el viernes al puerto de Matanzas; este es el primer envío de petróleo de Rusia a Cuba en un año. La isla enfrenta apagones y escasez de alimentos que han provocado una migración masiva y agriado el ánimo nacional. El malestar ha generado este mes las protestas más masivas desde 2021.
El Gobierno cubano culpa de sus problemas al embargo comercial estadounidense impuesto después de la revolución de 1959. Brasil, la Comunidad del Caribe y otros aliados regionales instan actualmente a Washington a aliviar las sanciones, pero es difícil vender esa idea en un año electoral en el que el candidato republicano, Donald Trump, aboga por un cambio de régimen en La Habana si llega a ganar su revancha contra el presidente Joe Biden.
Ahora que está sumida en una de sus peores crisis económicas desde la caída de la Unión Soviética, la nación comunista se encuentra, una vez más, en deuda con sus partidarios en el Kremlin.
“Ojalá que el Gobierno ruso acabe de agilizar el crédito para el tema de combustible, trigo, fertilizante, y se concrete lo más rápido posible”, dijo el economista cubano Omar Everleny Pérez por teléfono desde Miami. “Ha habido mucha voluntad política del Gobierno ruso para apoyar a Cuba, pero en la práctica no se han materializado esos acuerdos”.
Durante décadas, la Unión Soviética fue el mayor apoyo de Cuba. El colapso de la URSS en 1991 provocó años de penurias conocidos en la isla como su “período especial”. Bajo ciertas medidas, el país sufre hoy una segunda temporada por el aumento de la inflación, el desastroso estado de la economía y el hambre que se vive en grandes sectores de la población.
La alguna vez envidiable red de seguridad social del Gobierno también está hecha pedazos. Recientemente pidió a las Naciones Unidas leche en polvo para alimentar a los niños, algo que Cuba nunca había hecho. La escasez crónica de trigo ha significado una falta de pan, y las raciones de alimentos del Gobierno —que se han reducido constantemente— a menudo se retrasan semanas, dijo Pérez.
Cuba y Rusia firmaron un acuerdo el año pasado que se suponía aliviaría parte de las dificultades de la isla, pero ha tenido un comienzo lento por la guerra del Gobierno de Vladímir Putin en Ucrania. La situación podría cambiar cuando un barco con bandera gabonesa, propiedad de la empresa rusa Sovcomflot PJSC, que está sancionada por EE.UU., llegue a puerto.
El buque zarpó de la costa báltica el 9 de marzo y su carga comenzará a abastecer las refinerías de La Habana. Probablemente cubrirá la demanda “durante unos 35 días”, dijo Jorge Piñón, investigador del Instituto de Energía de la Universidad de Texas que rastrea los envíos de petróleo a la isla.
Es el mayor envío de Rusia desde septiembre de 2022, según la firma de inteligencia comercial Kpler. Debería ayudar a controlar los apagones en toda la isla, que se han intensificado por la escasez de combustible.
“Cuba tiene escasez de petróleo, con un déficit total de alrededor de 100.000 barriles por día”, dijo Piñón en una entrevista. “Proyectamos que siga llegando un petrolero ruso por mes, suficiente para mantener en funcionamiento la refinería de La Habana a este ritmo”.
La Habana no tuvo más remedio que regresar a la órbita de Rusia después de que algunos de sus otros aliados redujeran su apoyo.
Venezuela, su antiguo patrocinador, ha reducido las entregas de combustible a unos 35.000 barriles por día, según Piñón, frente a unos 80.000 en 2020. Y aunque México dona unos 25.000 barriles diarios, enfrenta presiones internas para comenzar a cobrarle a la isla, dado que la estatal Petróleos Mexicanos tiene sus propios problemas financieros. La presidencia de México, la Secretaría de Hacienda y Pemex no respondieron a solicitudes de comentarios.
En cambio, el comercio entre Moscú y La Habana está nuevamente en auge: unas cien empresas rusas iniciaron operaciones en Cuba durante el año pasado. El turismo ruso aumentó un 340% en 2023, más que el de cualquier otra nacionalidad, ayudado en parte por el lanzamiento en la isla de la tarjeta de pago Mir emitida por el banco central ruso. Aun así, Cuba solo ha recuperado alrededor de la mitad de la cantidad de visitantes que tenía antes de la pandemia, agotando una fuente fundamental de divisas.
El acuerdo del año pasado fue diseñado para fortalecer la participación de Rusia en la economía de la isla. De hecho, el titular del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba, Ricardo Cabrisas, estuvo en Moscú la semana pasada con la esperanza de seguir colaborando a partir de ese éxito.
Brasil también dio un paso al frente a medida que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva intenta reparar las relaciones con La Habana, que se descompusieron durante el Gobierno de su predecesor. Su Gobierno ha expresado gran preocupación por el deterioro económico en Cuba y se ha asociado con los Emiratos Árabes Unidos para enviar leche en polvo, arroz, soja y maíz a la isla; el primer envío de productos lácteos llegó el mes pasado.
Lula presiona regularmente a las autoridades estadounidenses para que alivien las restricciones a Cuba, según una persona con conocimiento directo del asunto que solicitó el anonimato. Pero hasta ahora esos llamados, incluido el de revertir la decisión de Trump de 2021 de volver a colocar a Cuba en la lista estadounidense de Estados patrocinadores del terrorismo, han caído en oídos sordos.
La inclusión de Cuba en la lista ha sido un poderoso disuasivo para inversionistas extranjeros e instituciones financieras. Si bien Biden había dicho inicialmente que desharía el agresivo endurecimiento de las sanciones por parte de Trump, los cambios han sido modestos. Incluso una medida limitada para permitir un mayor apoyo financiero estadounidense a las pequeñas empresas en la isla fue archivada el año pasado en medio de un revés político después de que la Administración la planteara públicamente.
Por su parte, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, que utilizó su cuenta de X para felicitar a Putin por su reelección el mismo día que estallaron las protestas, ha reconocido el problema de alimentación y energía que enfrenta su país. Pero sostiene que es culpa de Washington por intentar impedir que los productores, las agencias navieras y los bancos hagan negocios con la isla.
Es “fundamentalmente por la persecución energética a la que está sometido nuestro país”, dijo en una entrevista televisada en días posteriores a las protestas de este mes. “Y porque no siempre tenemos la divisa necesaria para comprar esos productos”.
En Cuba, las cosas nunca han estado más difíciles. “Aquí no se encuentra comida. Aquí no se encuentra arroz. Y si lo encuentras, todo está carísimo”, dijo Juan Gonzáles, que vive en Santiago de Cuba, lugar de algunas de las manifestaciones más grandes de este mes.
Haciendo eco de los temas de conversación del Gobierno, el muertero de 68 años agregó que las protestas eran por comida y poder, no por derrocar el régimen comunista que lleva seis décadas al mando.
“Esto está bien cabrón y bien fuerte, pero vamos para adelante”, dijo Gonzáles por teléfono. “¡Que viva la revolución!”.
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