Ciudad de México — México acaba de elegir a una presidenta por primera vez en su larga historia política, pero no será Xóchitl Gálvez. No fue suficiente su origen indígena, que da voz a un sector de la población completamente marginado ni su faceta de empresaria que la hizo alzar su bandera de ‘candidata ciudadana”, al no pertenecer a ningún partido político, pero que al final logró reunir a tres grupos con ideologías distintas que históricamente habían sido rivales en las urnas, el PRI, el PAN y el PRD.
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Gálvez, candidata por la coalición opositora Fuerza y Corazón por México, solo logró el 28% de los votos, luego de una campaña electoral con todos los pronósticos en contra, saboteada a momentos por sus propias declaraciones en un país dividido entre el legado de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la vieja élite política unida por recuperar el poder, y la sed de justicia y prosperidad que demanda la décimo cuarta economía del mundo.
La historia de Gálvez comienza el 22 de febrero de 1963 en Tepatepec, una comunidad en el estado de Hidalgo que desconoce el progreso y donde abunda la pobreza extrema. Su historia de superación personal como mujer indígena y empresaria fue uno de pilares para convencer a los electores de que ella era la mejor opción para gobernar el país.
Gálvez ha contado su lucha en cada oportunidad: largas caminatas por su pueblo, libros prestados, ‘aventones’ hasta las escuelas fuera de su localidad y venta de gelatinas para costear sus estudios en un entorno de alcoholismo y violencia familiar.
Una beca para estudiar ingeniería en computación en la UNAM la llevó hasta la Ciudad de México en busca de un mejor futuro, el cual estuvo acompañado, según su propio relato, por acoso sexual de un profesor y la huida de una red de prostitución cuando llegó a una casa de asistencia en la colonia Roma del entonces Distrito Federal.
De trotskista a empresaria
Gálvez recorrió los extremos del espectro político mexicano. Antes de ser empresaria y aspirante presidencial del partido conservador Acción Nacional, mejor conocido como PAN, militó en la Liga Obrera Marxista de corte trotskista en la Facultad de Ingeniería, donde pensaba que la única forma de cambiar al país y sacar al PRI del Gobierno era mediante un movimiento armado.
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“Después vas madurando y te das cuenta que no es por allí, pero esa formación de izquierda me ayudó a entender el problema de la desigualdad y yo decido seguirme preparando”, cuenta Gálvez en un podcast.
A sus 29 años y después de haber trabajado en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Gálvez fundó su primera empresa, High Tech Services, una consultora enfocada en la ingeniería y diseño de edificios inteligentes. En 1998 crea otra compañía, OMEI, dedicada a la operación y mantenimiento de edificios inteligentes, inspirada por sus viajes a España y Canadá donde conoció ingenieros enfocados en edificios sostenibles.
Un año después, en 1999, el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, la incluyó en su lista de 100 líderes globales del futuro del mundo, convirtiéndose en la primera mexicana en obtener esta distinción.
Política indígena
Xóchitl Gálvez ha sido un personaje cercano al poder político y económico. Su primer cargo público fue con el presidente panista Vicente Fox como titular de la Oficina para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de la Presidencia de la República.
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Navegó durante la década de los 2000 en cargos panistas vinculados a los derechos indígenas hasta contender por su primer puesto de elección popular, la gubernatura de Hidalgo en 2010, la cual perdió con el 47% de los votos ante Francisco Olvera Ruiz, del PRI.
En octubre de 2015 ganó con el PAN la elección para jefa de la delegación Miguel Hidalgo en la Ciudad de México, una de las demarcaciones más ricas del país. Durante su gestión forjó una amistad con su ahora adversaria presidencial, Claudia Sheinbaum, quien fue jefa de la entonces delegación de Tlalpan en el mismo periodo.
Gálvez se caracterizó por romper algunos protocolos de la élite mexicana. En 2016, a través de la plataforma digital Periscope, transmitió un video de la fiesta de cumpleaños del abogado y excandidato presidencial del PAN, Diego Fernández de Cevallos, en Guanajuato, donde aparecieron invitados como el expresidente priista Carlos Salinas de Gortari, el panista Felipe Calderón. También el hombre más rico de México y uno de los más acaudalados del mundo, Carlos Slim Helú, así como el expresidente del extinto Instituto Federal Electoral, Luis Carlos Ugalde.
El video fue aprovechado por AMLO para señalar las históricas relaciones de poder político entre los partidos gobernantes con el poder económico, y dijo que entre los asistentes estaba la gente que más había dañado al país.
Pero quienes conocen a Xóchitl Gálvez, cuentan que esa espontaneidad es natural y no malintencionada. Aunque prefiere el anonimato, una persona del sector público relata que durante un viaje de trabajo en el sureste de México, se encontró a Gálvez en el restaurante del hotel donde se hospedaba y tuvo que cambiarse a su mesa porque ella estaba conversando a gritos.
Senadora polémica
En 2018, la hidalguense ocupó el cargo de Senadora por la coalición del PAN, MC y PRD donde se integró a múltiples comisiones de temas indígenas, movilidad, energía, medio ambiente, recursos naturales y cambio climático.
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Gálvez fue crítica del Gobierno del presidente López Obrador con especial énfasis en energía y medio ambiente, cuestionando año con año a la entonces titular de la Secretaría de Energía, Rocío Nahle, durante sus comparecencias en el poder legislativo por su gestión en la construcción de la refinería Dos Bocas, la cual duplicó su costo original hasta US$18.000 millones y que sigue sin producir gasolina comercial, además de la contaminación de las refinerías de Pemex y el daño a la salud de los habitantes aledaños, especialmente de la refinería de Tula en Hidalgo.
Su forma de protestar también ha sido noticia nacional. En diciembre de 2022, se disfrazó con un dinosaurio inflable para manifestarse en contra de una iniciativa de reforma al Instituto Nacional Electoral (INE), impulsada por López Obrador, la cual proponía reducir la estructura del INE e institutos locales, eliminar ocho de cada 10 plazas del servicio profesional electoral y permitir la intervención de funcionarios en elecciones, principalmente.
Cuatro meses después, en abril de 2023, Gálvez se encadenó a la tribuna de una antigua sede del senado donde el partido gobernante Morena pretendía votar una serie de reformas al vapor, como se le conoce cuando no son discutidas con la profundidad debida por los miembros del Congreso.
Candidata inesperada
La ingeniera mexicana no fue la primera opción de la coalición del PAN, PRI y PRD para la presidencia de México, pues Gálvez perseguía la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y la coalición discutía internamente nombres de políticos de la vieja escuela, como el exsecretario de gobierno panista Santiago Creel o la senadora priista Beatriz Paredes.
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Pero la agilidad de Gálvez y la urgencia de una figura política que la población no asociara con el pasado del PRI y PAN, responsables de la violencia, pobreza y desigualdad histórica del país envueltas en impunidad, obligó a los líderes de los partidos de oposición a ver en Gálvez una opción fresca para los votantes, quien destacó aún más luego de exigirle al presidente derecho de réplica por acusarla de querer la eliminación de programas sociales.
A diferencia del estructurado perfil de Sheinbaum, cobijado en la fuerza del popular López Obrador mas que en su personalidad política, Gálvez se promueve como una ingeniera que sabe de tecnología, utiliza bicicleta eléctrica, promueve el combate al calentamiento global, pero también que dice groserías como todos los mexicanos y que conecta con las clases medias de México que el presidente llama “aspiracionistas”, las cuales fueron insuficientes para posicionarla en las encuestas donde la gran mayoría la colocaba entre 15 y 20 puntos porcentuales por debajo de la aspirante presidencial del partido Morena.
Su campaña presidencial arrancó en la ciudad de Fresnillo, Zacatecas, el municipio con la mayor percepción de inseguridad de México, según el INEGI donde prometió una nueva estrategia en el combate a la delincuencia mediante una reestructura de las fuerzas armadas y policiales, una agencia binacional de aduanas con Estados Unidos y la construcción de una prisión de alta seguridad, ante las cifras récord de homicidios con AMLO que superan las 180.000 muertes.
El tema carcelario alcanza personalmente a Gálvez por un problema familiar. Su hermana Malinali Gálvez Ruiz está encarcelada sin sentencia desde 2012 por el delito de secuestro, asociación delictuosa y posesión de armas de uso exclusivo de las fuerzas armadas. Gálvez abordó el tema durante una conversación con estudiantes del ITAM el 2 de abril y dijo que cree en la inocencia de su hermana, pero eso será determinado por un juez, y si resulta culpable, “lo va a pagar”.
La creciente ola de violencia que azota al país se remonta a la estrategia de Calderón al declararle la guerra al narcotráfico en 2006, tras una polémica elección presidencial con un margen de 0,5% de diferencia con López Obrador que redujo su credibilidad luego de una campaña negra que calificó al político tabasqueño como “un peligro para México”.
En materia energética, otro de los temas clave para el país, Gálvez busca retomar la reforma energética que abrió el sector a la inversión privada en la generación de energía, principalmente limpia, y gastar en transmisión de electricidad, uno de los grandes cuellos de botella que enfrenta el país mediante una inversión de US$20.000 millones en su sexenio, según su asesora energética, Rosanety Barrios.
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Aunque representa al partido conservador PAN, Gálvez se ha pronunciado a favor del derecho de las mujeres a decidir la interrupción del embarazo (aborto), pero como candidata moderó su postura y dijo que estaba obligada a respetar “diferentes visiones” dentro de la coalición.
Otro de los temas que más preocupación provoca en las ciudades del país es el costo de la vivienda, la especulación y la incapacidad de los jóvenes de construir un patrimonio. Gálvez, consciente del problema de gentrificación que hay en lugares como la Ciudad de México, y frente a los desplazamientos por los extranjeros acaudalados que llegan a la capital, propuso construir viviendas en la altamente poblada y distante alcaldía de Iztapalapa, dándoles agua tratada.
La inmovilidad de las encuestas y la falta de discusión en los debates provocaron que los líderes del PAN y PRI solicitaran al candidato presidencial de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez a que declinara a favor de Gálvez, pero este se mantuvo en su candidatura, incluso después de la muerte de nueve simpatizantes en un evento en Nuevo León por el colapso del escenario donde estaba Álvarez Máynez.
Tropiezos de campaña
El 11 de abril, cuatro días después del primer debate presidencial, Gálvez dijo que Sheinbaum le reclamó por tener casa propia mientras ella vive en un departamento, pero la respuesta de la ingeniera mexicana se viralizó en las redes sociales de un país marcado por la desigualdad.
“Si a los 60 años no has podido hacer un patrimonio, eres bien güey (tonta), con todo respeto”, dijo Gálvez, y minutos después aclaró que se refería a Sheinbaum, no a la población mexicana.
Otro tropiezo que dañó su campaña vino con la difusión de un video de 2023 donde su hijo, Juan Pablo Sánchez Gálvez, aparecía en estado de ebriedad agrediendo personal de un centro nocturno en la lujosa avenida Presidente Masaryk en la alcaldía Miguel Hidalgo, situación que lo obligó a ofrecer una disculpa pública y retirarse de la campaña de su madre como coordinador de jóvenes.
Pese a las turbulencias, Gálvez cerró su campaña presidencial reiterando la prioridad de seguridad y con un mensaje religioso en el que se atribuyó la preferencia de Dios mediante una cita bíblica.
“Tengan la certeza: Dios está con nosotros, tengan fe, si Dios está conmigo, ¿quién contra mí?”.
Xóchitl Gálvez no contempló en su mensaje religioso la mayoría calificada en el Congreso que obtendría Morena y sus aliados para realizar los cambios constitucionales que persiguen, dejando a los partidos que representa sin margen para negociar.
“Nos vemos en tres años o seis”, concluyó la ingeniera al final de su último mensaje como candidata de la vieja élite que gobernó el país.