Ciudad de México — La refinación de petróleo crudo de la compañía estatal Petróleos Mexicanos, conocida como Pemex, logró ganancias por primera vez desde que hay registro sobre la actual empresa subsidiaria encargada del negocio, durante la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Pemex Transformación Industrial (TRI), subsidiaria encargada de procesar el petróleo y producir combustibles, reportó una utilidad de neta de MXN$12.837 millones —US$ 700 millones—, los primeros beneficios desde que se ordenó la concentración del negocio de proceso de crudo y gas en abril de 2015 con la reforma energética del expresidente Enrique Peña Nieto.
Incluso los reportes anexos de Pemex hasta 2011, en los que la petrolera mexicana detalla el balance financiero de sus divisiones anteriores, tampoco reflejaban beneficios en su filial conocida previamente como Pemex Refinación.
El Gobierno de AMLO tiene como política energética el rescate de Pemex luego de la apertura a la inversión privada en el sector petrolero de 2013, apoyada con presupuesto federal para rehabilitaciones y nueva infraestructura.
Uno de los principales problemas de la compañía mexicana en materia de refinación es el exceso de combustóleo que produce, un petrolífero con el que pierde dinero y altamente contaminante que el mercado internacional ha abandonado mayoritariamente en favor de energéticos más limpios.
La producción de petróleo crudo pesado ha incrementado, mientras que la de los crudos ligeros y superligeros, para los que estaban diseñadas originalmente las refinerías, ha disminuido.
Aunque Pemex está construyendo dos plantas coquizadoras en las refinerías de Tula y Salina Cruz para reducir significativamente la producción de combustóleo, las obras enfrentan retrasos, incluso la planta de Salina Cruz estará lista hasta 2025, según informó Pemex en su llamada con analistas del primer trimestre de 2023.
Las calificadoras de riesgo crediticio Moody’s y Fitch han bajado la calificación de la compañía hasta el nivel de bono basura ante la apuesta del Gobierno de AMLO por incrementar la capacidad de refinación de petróleo, mientras Pemex registra flujos de efectivo negativos y su deuda financiera de US$107.000 millones se mantiene como las más grande entre las compañías petroleras a nivel mundial.
El Gobierno mexicano incluso ha reducido la carga fiscal de Pemex y realizado transferencias de capital para que cubra sus vencimientos de deuda. Incluso ha abierto la posibilidad de diferir el pago de un derecho fiscal para darle oxígeno a Pemex y que pueda cumplir con sus obligaciones financieras.
Pemex también ha incrementado la producción de condensados de gas, conocidos en la industria como gasolinas naturales, por encima de los 200.000 barriles diarios durante este sexenio, lo que ha permitido también procesar más hidrocarburos en las seis refinerías del gigante estatal.