Ciudad de México — México redujo las importaciones de gasolina a su nivel más bajo en 17 meses, de acuerdo con datos de la Secretaría de Energía, conocida como Sener.
Durante julio de 2023, México importó 456.000 barriles diarios de gasolina. Este nivel es el más bajo desde febrero de 2022, cuando el país introdujo 430.000 barriles diarios, mayoritariamente desde Estados Unidos.
La compañía estatal Petróleos Mexicanos, conocida como Pemex, compró en el extranjero 318.000 barriles diarios, equivalente al 70% del total, mientras que las compañías privadas importaron los 138.000 barriles diarios o 30% restante.
Aun con la disminución, México sigue cubriendo la demanda nacional de combustible, que ronda los 750.000 barriles diarios, con importaciones, pues la petrolera mexicana dirigida por Octavio Romero Oropeza solo produjo 266.000 barriles diarios durante julio.
El Gobierno mexicano que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador inició su administración con la promesa de rescatar a Pemex tras la apertura del sector energético a la inversión privada con su antecesor, el exmandatario priista Enrique Peña Nieto.
La estrategia consistió en inyectar dinero a Pemex, reducciones en su carga fiscal con el fin de aumentar su producción de petróleo y refinarlo todo en México, así como la rehabilitación del Sistema Nacional de Refinación compuesto por sus seis refinerías, la construcción de la refinería Dos Bocas y la compra total de Deer Park en Texas a su socio Shell.
El rescate persigue la autosuficiencia en gasolinas y diésel y dejar de importar ambos combustibles y finalmente bajar los precios, pues para AMLO, como se conoce al mandatario, la actual situación es equivalente a “vender naranjas y comprar jugo”.
Pero Pemex ha sido incapaz de alcanzar sus metas planteadas por el Gobierno de AMLO, aunque ha logrado incrementar la refinación de petróleo de 38% a casi 50% de su capacidad total.
Una de las razones por las que Pemex no ha podido incrementar su producción y reducir más las importaciones es por la falta de dos plantas coquizadoras en las refinerías de Tula y Salina Cruz, las cuales están en construcción pero enfrentan retrasos que prolongarán los trabajos hasta 2024 y 2025, respectivamente.