Crisis fronteriza cobra relevancia en las primeras horas tras el triunfo de Claudia Sheinbaum

Las medidas implementadas por Joe Biden son la más drástica represión de la inmigración en su tiempo en la Casa Blanca y un balde de agua fría para la próxima presidenta de México

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Bloomberg — Claudia Sheinbaum tuvo apenas unas horas para disfrutar de la victoria que la convertirá en la primera presidenta de México antes de que su vecino del norte le recordara lo difícil que será su nuevo cargo.

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La llamada de felicitación del presidente estadounidense, Joe Biden, el lunes 3 de junio llegó en medio de informes de que firmaría una orden ejecutiva que busca limitar las solicitudes de asilo en la frontera sur del país, la más drástica represión de la inmigración en su tiempo en la Casa Blanca —y un balde de agua fría para la próxima presidenta de México.

La llamada entre Biden y Sheinbaum fue cordial, según comentaron ambos en las redes sociales. La Casa Blanca se negó a decir si Biden mencionó la orden durante la llamada que, sin embargo, ilustra la naturaleza tensa de los lazos entre ambos países con una relación comercial tan estrecha.

Sheinbaum asumirá el cargo apenas unas semanas antes de las elecciones de Estados Unidos, una contienda que preparará el escenario para que la líder mexicana, con poca experiencia previa en política exterior, se enfrente a cuestiones como la inversión china en su país, la posible revisión de un pacto comercial continental, los millones de migrantes que llegan a la frontera y el posible regreso de Donald Trump.

Los desafío son considerables para Biden, que se enfrenta a la presión electoral en la frontera al tiempo que sopesa tomar medidas enérgicas contra naciones adversarias como China, que han buscado puntos de apoyo en México para obtener un mayor acceso al mercado estadounidense.

Una victoria de Trump, por su parte, intensificaría la atención sobre México: Trump ha prometido en repetidas ocasiones cerrar la frontera sur a la inmigración ilegal e iniciar la mayor campaña de deportación masiva de la historia de EE.UU. Una de sus principales prioridades, ha dicho, es terminar el muro fronterizo que empezó a construir en su primer mandato; también amenazó con imponer aranceles del 100% a los coches fabricados en México por empresas chinas.

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Equilibrar las demandas de los presidentes estadounidenses con sus propios objetivos políticos es un desafío constante para los líderes mexicanos, aunque el predecesor y mentor de Sheinbaum, Andrés Manuel López Obrador, a menudo parece disfrutar la tarea.

AMLO, como se le conoce, arremetió en alguna ocasión contra los legisladores de Texas por su “politiquería” en cuestiones fronterizas, pero superó un comienzo incómodo para forjar un vínculo sorprendentemente cordial con Trump. A menudo sigue recordando la relación que compartieron los dos líderes nacionalistas, sin importarle que Trump amenazara una vez con invadir México.

Pero Trump mantuvo pocas relaciones con mujeres prominentes: criticó abiertamente al ex primer ministra del Reino Unido Theresa May y reservó parte de sus comentarios mordaces para la excanciller alemana Angela Merkel, quien sostuvo con él una incómoda reunión en la Oficina Oval.

Biden y AMLO, mientras tanto, han llegado a una tregua en materia migratoria, incluso cuando el líder mexicano desafía con frecuencia a EE.UU.: López Obrador exigió que el país enviara de regreso a un alto general que había sido detenido en EE.UU. y con frecuencia se burla de la Administración para el Control de Drogas (DEA).

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Por su parte, Sheinbaum se comprometió a mantener una “buena relación” con EE.UU. independientemente de quién gane las elecciones. Hasta ahora se ha mantenido diplomática sobre los temas del día, diciendo que México cumplirá con sus compromisos climáticos globales y que quiere ver el fin de la matanza de civiles inocentes en la guerra entre Israel y Hamás. Pero todavía tiene que revelar secretos sobre sus objetivos en política exterior.

Es probable que el resultado de las elecciones estadounidenses influya también en la forma en que la Casa Blanca aborde cada una de estas cuestiones. Sin embargo, gane quien gane, la apabullante victoria electoral de Sheinbaum el domingo 2 de junio podría otorgarle cierto poder sobre la forma en que su homólogo más cercano se acerca a su Gobierno, especialmente cuando necesita un favor.

“Con los niveles de apoyo que tiene, sería ingenuo que un presidente estadounidense —sea quien sea— pensara que puede controlar unilateralmente nuestra frontera compartida”, dijo Diego Marroquín, investigador sobre América del Norte en el Wilson Center de Washington. “Trabajar en la aplicación de la ley, solo en el lado estadounidense, no nos va a llevar a ninguna parte”.