Claudia Sheinbaum heredaría una economía mexicana en desaceleración de ganar la presidencia

La candidata, heredera de AMLO, enfrentaría dificultades económicas que podrían debilitar su fuerza política en los primeros días de su presidencia, en caso de ganar.

Claudia Sheinbaum Pardo
Por Alex Vásquez
22 de mayo, 2024 | 02:48 PM

Bloomberg — Por primera vez en años, la economía de México era el tema candente de América Latina.

Las multinacionales se apresuraron a construir fábricas a lo largo de la frontera estadounidense. Los consumidores, rebosantes de dinero gracias a los aumentos salariales y a los programas sociales del Gobierno, gastaban a raudales.

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La bolsa mexicana, durante mucho tiempo rezagada en los mercados mundiales, superó brevemente incluso al alcista S&P 500, y la economía registró sistemáticamente la tasa de crecimiento más rápida entre las principales naciones de la región.

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Todo parecía perfecto para Claudia Sheinbaum, la heredera del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y clara favorita en las elecciones mexicanas del 2 de junio.

Pero tan rápido como despegó la segunda economía más grande de América Latina, comenzó a enfriarse. El crecimiento, que superó el 3,4% interanual durante cinco trimestres consecutivos, se desaceleró repentinamente al 2,5% en los últimos tres meses de 2023, incumpliendo las expectativas.

Se espera que los datos oficiales confirmen el jueves 23 de mayo que se expandió solo alrededor del 1,6% en el primer trimestre de 2024 con respecto al año anterior, nuevamente por debajo de las proyecciones.

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Sheinbaum, que ya es blanco de cuestionamientos sobre su capacidad para seguir los pasos de uno de los líderes más populares del mundo, ahora se enfrenta a dificultades económicas que podrían debilitar su fuerza política en los primeros días de su presidencia, en caso de ganar.

La desaceleración económica de Estados Unidos y el hecho de que las políticas de López Obrador estén contribuyendo de alguna manera a la lentitud solo intensifican los desafíos que tendrá que enfrentar quienquiera que sea el próximo presidente de México.

AMLO, como se conoce al presidente, ha aflojado las riendas del erario durante su último año de mandato, gastando a lo grande en iniciativas gubernamentales emblemáticas, desde su Tren Maya hasta programas de pensiones y aumentos salariales. Esto ha impulsado el consumo y ha sostenido el crecimiento, pero también ha contribuido a una inflación obstinadamente alta que ha impedido al banco central reducir las tasas de interés tan rápidamente como sus homólogos regionales.

Las altas tasas, a su vez, han impulsado la fortaleza del llamado “superpeso”, que se ha clasificado entre las monedas con mejor desempeño del mundo en los últimos dos años. En lo que va del año, ha logrado las mayores ganancias frente al dólar estadounidense entre las 31 monedas principales seguidas por Bloomberg.

El superpeso, que durante mucho tiempo fue un motivo de orgullo para el presidente, entusiasmó tanto a los tenedores de bonos como a los pequeños comerciantes. Ahora, sin embargo, se reconoce ampliamente —incluso por parte de AMLO— que plantea riesgos para la economía.

La fortaleza de la moneda ha elevado los costos para las empresas que se trasladan a México, ha hecho que las exportaciones mexicanas sean menos competitivas, ha mermado el poder adquisitivo de las remesas procedentes del extranjero e incluso ha contribuido a estancar el auge turístico pospandémico del país.

“El peso está fuerte en parte porque las tasas son demasiado altas. Las tasas son altas porque la inflación es alta, y una de las razones por las que la inflación es alta es porque la política fiscal es expansiva en un año en el que la actividad ya está por encima del potencial”, dijo Felipe Hernández, economista para América Latina de Bloomberg Economics. “Si AMLO no gastara tanto, las tasas podrían ser más bajas y el peso podría debilitarse”.

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Sin cambios en la política para apuntalar la situación fiscal de México y sentar las bases para recortes adicionales de tasas, es probable que el crecimiento se desacelere hacia el 2% en 2025, el primer año completo del mandato del nuevo presidente, proyecta Hernández.

Otros son aún más pesimistas: JPMorgan Chase & Co. prevé un crecimiento moderado en torno al 1,5% en 2025, inferior a su previsión del 2,1% para este año. Grupo Financiero Base SA actualmente prevé un crecimiento del 1,6% en 2024 y una expansión de solo el 0,8% el próximo año.

“Esto es lo que heredará el próximo Gobierno”, afirmó Hernández.

La Secretaría de Hacienda sostiene que el producto interno bruto crecerá entre un 2,5% y un 3,5% este año. “No vemos una presión o una señal que nos lleve a revisar” esa estimación, dijo Rodrigo Mariscal, director general de la unidad de Planeación Económica de la Secretaría, a la prensa el 30 de abril.

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Riesgos fiscales y para el nearshoring

Sheinbaum, quien sostiene una ventaja de 27 puntos en la carrera presidencial según el Barómetro Electoral de Bloomberg, se comprometió a seguir reforzando los programas de bienestar social y realizar importantes inversiones en infraestructuras, manteniendo al mismo tiempo los límites del gasto público.

Sus asesores también han esbozado planes para sacar provecho del nearshoring, el fenómeno que ha llevado a empresas como Tesla Inc. y Mercedes-Benz Group AG a anunciar planes para construir plantas en México en busca de proximidad a los consumidores estadounidenses, ayudando al país a suplantar a China como principal socio comercial de su vecino del norte.

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Pero no hay garantías de que el enfoque de AMLO funcione con su sucesora. México registrará este año su mayor déficit presupuestario desde la década de los ochenta, lo que probablemente obligará al próximo presidente a enfrentarse a un ajuste fiscal que requerirá reducciones del gasto u otros esfuerzos en medio de una economía ya en desaceleración.

Sheinbaum ha sido vaga acerca de sus planes fiscales, sugiriendo que México puede evitar aumentos de impuestos o recortes de gastos centrándose en mejorar la recaudación de ingresos. Pero la reforma fiscal “va a ser necesaria en algún momento, y eso siempre supone un lastre para la economía”, afirmó Steven Palacio, analista de JPMorgan.

Tras ralentizarse a finales de 2023, el impulso del nearshoring aún no se ha recuperado, y la producción industrial descendió un 0,4% en el primer trimestre del año, según los datos preliminares del producto interno bruto. Las exportaciones también cayeron un 5,3% en marzo respecto del año anterior.

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Problemas de larga data, como un suministro eléctrico inestable, un espacio industrial limitado, la escasez de agua y una crisis de seguridad pública, siguen limitando la capacidad de México para atraer a empresas extranjeras.

Y el énfasis de AMLO en las empresas estatales, sobre todo en el sector energético, ha suscitado advertencias de que el país pueda perder su oportunidad de utilizar el nearshoring para transformar su economía y lograr un mayor crecimiento a largo plazo si no adopta políticas más favorables a las empresas.

“Todo va de la mano: si no hay apertura al sector privado, será muy difícil aprovechar plenamente el potencial del nearshoring, porque habrá deficiencias de infraestructura que limitarán la capacidad del nearshoring, especialmente en servicios como agua y electricidad”, dijo Palacio.

¿Un repunte rápido?

Por ahora, una desaceleración en 2025 parece inevitable.

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Será el primer año de gestión y el gasto público tiende a bajar, y también tendrán que recortar el déficit”, dijo Gabriela Siller, directora de análisis económico de Grupo Financiero Base. “Esto significará que no habrá margen fiscal para grandes obras de infraestructura y, por tanto, el crecimiento se verá afectado”.

Aun así, hay razones para creer que es posible que haya una pronta recuperación, según Palacio, quien considera transitoria la lentitud de los primeros tres meses de 2024.

Las perspectivas de México se han visto empañadas por pronósticos de crecimiento más débiles en EE.UU., y aunque se espera que la economía más grande del mundo se desacelere en 2025, los analistas han reducido las probabilidades de que se enfrente a una recesión este año. El consumo y la confianza del consumidor mexicano, por su parte, siguen siendo fuertes.

“Si observamos uno de los principales motores del crecimiento de los últimos dos, tres años —que es el consumo privado— y observamos la perspectiva del consumidor, sigue intacta y bastante fuerte”, dijo Palacio, subrayando el efecto del crecimiento de los salarios reales, el empleo y los subsidios.

Sheinbaum expuso un argumento similar durante una conferencia de prensa celebrada la semana pasada, en la que destacó las políticas de AMLO como motor del crecimiento y eludió las principales preocupaciones sobre los vientos en contra de la economía estadounidense.

“Los programas sociales y los aumentos salariales nos han permitido reducir la pobreza y las desigualdades, pero al mismo tiempo han permitido un enorme dinamismo en nuestro mercado interno”, dijo. “Y eso nos va a ayudar mucho en 2025, pase lo que pase en EE.UU.”.

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