Bloomberg Línea — Ecuador enfrenta semanas de incertidumbre política y los analistas buscan tener evaluados diferentes escenarios potenciales y el impacto que tendrían la economía del país y, en especial, en el comportamiento de la deuda en el corto y el mediano plazo.
Es así como JPMorgan Chase & Co. (JPM) publicó una nueva nota de investigación analizando las situaciones a las que se puede enfrentar el país si el presidente Guillermo Lasso es destituido por parte de la Asamblea Nacional en el juicio político que fue aprobado por el pleno de la Corte Constitucional.
Bajo este panorama, los investigadores Gorka Lalaguna, Ben Ramsey y Lucila Barbeito explican que bajo un escenario de cambio de gobierno anticipado, “la sostenibilidad de la deuda en los próximos cinco años sigue estando en entredicho, teniendo en cuenta los riesgos en torno a la senda fiscal, la dinámica del mercado petrolero y las perspectivas de recuperar el acceso al mercado”.
Incluso, el banco ha señalado que el precio de los bonos ecuatorianos se ha revalorizado hasta situarse en un nivel “problemático”, ya que la probabilidad de un cese anticipado de la administración Lasso ha aumentado considerablemente en las últimas semanas con la iniciativa de juicio político en la Asamblea Nacional.
¿Cuáles son los escenarios de JPMorgan considerando la situación política en Ecuador?
La nota de investigación del banco otorga un 45% de posibilidades al escenario en que el presidente Lasso disuelve el Legislativo a través de la ‘Muerte Cruzada’, y convoca a nuevas elecciones (que incluye votación para presidente) y otro 45% al escenario en el que Lasso es destituido y lo reemplaza en el cargo el actual vicepresidente, Alfredo Borrero.
Entre tanto, la nota es poco optimista a un escenario en que el mandatario ecuatoriano logre evadir la destitución y su táctica en la Asamblea tenga resultado, siendo esta probabilidad solo de 10%. Esto, pese a que el presidente dijo anteriormente que se defendería del juicio político.
“Lasso podría presentarse a las elecciones, aunque su bajísima popularidad sugiere que se trata de una ardua batalla”, destacó el texto.
¿Qué puede pasar con la deuda ecuatoriana?
Los analistas centran su análisis en los próximos cuatro años, partiendo de lo que pueda pasar con la administración en curso de Lasso. Es así como, pese a una incertidumbre política que justifica la cautela del mercado, el país estaría en “buena forma” para cumplir con sus obligaciones hasta 2024.
“En nuestra opinión, los riesgos de impago inminente en Ecuador son exagerados. Por ahora, no sólo el panorama petrolero parece tranquilizador, sino que el servicio de deuda sigue siendo bajo, las perspectivas de financiación son favorables y los colchones existentes desde 2022 deberían bastar para suavizar cualquier deficiencia desde el punto de vista del flujo de caja”, precisan Lalaguna, Ramsey y Barbeito.
Sin embargo, los años más retadores para la deuda ecuatoriana se presentarían entre 2025 y 2026, cuando un cambio de gobierno anticipado aumentaría de “manera sustancial” las probabilidades de que la siguiente administración deba reestructurar la deuda en 2026.
Entre los riesgos evaluados por JPMorgan están: la caída de los precios del petróleo y un cambio de la política fiscal hacia una orientación más expansiva.
En específico, 2026 es el año clave en este panorama de la deuda del país, pues sería el de mayores presiones fiscales, acumulándose la mayoría de vencimientos de bonos de deuda externa, los préstamos de los organismos multilaterales y la deuda con China. Para ese año, el país podría tener necesidades de financiación por US$ 6.400 millones, alrededor de un 6% del PIB, para cubrir los pagos de capital e intereses de deuda pública. Si se suman las necesidades de 2025, el financiamiento requerido podría llegar a US$ 11.400 millones.
Es así como, “la capacidad de Ecuador para salir adelante en los próximos cinco años depende de que se mantengan los esfuerzos de consolidación en el segmento no petrolero de la balanza y de que se garantice el acceso al mercado (...) el gobierno debe ser capaz de mantener el impulso de la consolidación fiscal en el sector no petrolero para compensar cualquier tendencia a la baja del saldo primario”, es una de las conclusiones de los investigadores del banco.