“La dolarización no se puede mantener si no mejoramos la economía y la confianza en Ecuador”: exgerente del Banco Central

Verónica Artola es partidaria de mantener un banco central en una economía dolarizada y menciona cómo debería ser su rol en la actual coyuntura económica que vive el país.

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Bloomberg Línea — Desde 2005, Verónica Artola ha vivido distintas etapas en el Banco Central del Ecuador (BCE) desde los diferentes cargos que ocupó hasta llegar a ser gerente en el periodo 2017 - 2021 durante el gobierno de Lenín Moreno. Para ella, el 2020, cuando la pandemia del Covid-19 agravó aún más la compleja situación económica del país, fue el año en que realmente vio que la dolarización estaba en peligro.

En un diálogo con Bloomberg Línea, la economista recuerda esta etapa y realiza un análisis de los 25 años de dolarización que se cumplieron este 9 de enero de 2025. Además, recuerda que la dolarización en Ecuador siempre está en el ojo de los inversionistas internacionales, y la pregunta de los grandes fondos, sobre todo cuando hay cambios de gobierno, es si se va a mantener o no el sistema dolarizado.

Artola, actualmente subdecana de la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), es partidaria de mantener un banco central en una economía dolarizada y menciona cómo debería ser su rol en la actual coyuntura económica que vive el país.

BL: ¿Cómo la dolarización ayudó a rescatar al Ecuador de la crisis económica que vivía en el 2000?

Hay que mirar unos años antes. El Ecuador venía con una serie de afectaciones económicas junto con un fenómeno de El Niño superfuerte y ya en el año 98 se empezó a sentir una crisis financiera. Yo creo que ahí uno de los problemas más grandes fue que el Banco Central de esa época estaba a merced del poder económico. A la crisis financiera que vivía el país, se sumó el otorgamiento de los créditos vinculados por parte del Estado y se volvió insostenible.

Empezamos a tener tasas de inflación muy altas que bordeaban el 60% anual, unas tasas de interés muy fuertes porque en medio de la crisis los bancos trataban de captar recursos para tener algo más de liquidez, y llegó un momento en que el problema fue tan grande que nos dolarizamos. En ese momento, la decisión parecía muy drástica, pero después de 25 años de haber transitado por la dolarización, creo que los pros de este sistema son mayores a los contras.

BL: ¿Cuáles serían esos pros?

Gracias a la dolarización hemos tenido una mayor estabilidad para de alguna manera planificar un poquito mejor, ya que no estamos a merced de las devaluaciones o de otros problemas internos que se pueden dar. También creo que ha traído más estabilidad para las familias, justamente, porque no estamos con esa preocupación de cuál será el tipo de cambio de la moneda nacional, y eso ha ayudado a la estabilidad del sistema financiero. Además, considero que a partir de la dolarización, tanto los bancos privados como las cooperativas son mucho más fuertes.

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BL: ¿Y los contras?

La mayor complicación que tenemos en el Ecuador con la dolarización es el sector externo, porque ya no podemos ser tan competitivos con medidas como la devaluación, entonces tenemos que buscar una forma de ser realmente productivos y poder exportar más. La otra desventaja es que hay una menor potestad de la política monetaria per se. En la pandemia, por ejemplo, los países vecinos empezaron a emitir justamente tratar de ayudar a las familias, a pesar de que eso después trae inflación y algunos otros problemas.

Pero, en resumen, en estos 25 años la dolarización nos ha traído estabilidad, tranquilidad, y seguridad a las familias, a las empresas y a la economía en general.

BL: ¿Qué hace falta para que el Ecuador sea más competitivo a nivel externo y con ello compensar esa desventaja de la dolarización?

Al devaluar una moneda se es más competitivo artificialmente y no significa que necesariamente se mejoraron las condiciones internas. El tema clave es cómo el Ecuador realmente mejora su competitividad, que es mucho más difícil de lo que suena. En algún momento, alguien decía que una hectárea de banano en Costa Rica es muchísimo más productiva que la misma hectárea en Ecuador, entonces hay que revisar esos elementos para producir más en el metro cuadrado en el que tenemos con mayor capacitación y acceso a tecnología para ser más competitivos.

Con la dolarización, el país se vuele más caro y el mercado laboral y de precios internos es mucho más rígido, pero eso se equilibra al no poder subir los precios indiscriminadamente y a no tener problemas de inflación como en otros países.

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BL: Una de las críticas, sobre todo en el gobierno de Rafael Correa, era la falta de independencia del Banco Central para el manejo de la política monetaria. ¿Cómo lo ve ahora?

En un sistema dolarizado tiene que seguir existiendo un banco central, pero un banco central que no sea dependiente del poder político, como fue en la época del expresidente Rafael Correa, ni tampoco del poder económico como fue en los 90.

Yo visualizo un banco central independiente como ese tercero confiable, no solo para las estadísticas e información, sino para el manejo de la liquidez de la economía. En una economía dolarizada, el banco central justamente tiene que ver los flujos internos y externos de la economía, pero también debe tener un papel activo la coyuntura.

BL: Considerando el panorama económico actual, ¿cómo podría actuar el Banco Central?

En el Código Orgánico Monetario Financiero existen herramientas para que el banco administre la liquidez y que pueda jugar con los títulos del Banco Central, con el encaje bancario, los fideicomisos o las ventanillas de redescuento. El Central tiene herramientas para ser más activo para los momentos de crisis como en este, en que la economía decrecerá en 2024.

Recuerdo haber tenido muchísimos debates y críticas sobre esto, pero yo sí creo que esto es posible y por eso pusimos estos instrumentos en la Ley de Defensa de la Dolarización.

El Banco Central tiene que precautelar la dolarización a través de la de mantener una reserva internacional adecuada, pero también puede jugar un papel muchísimo más activo. En estos momentos tenemos una reserva internacional superior a los US$7.000 millones, un colchón bastante bueno para estar tranquilos. Con ese colchón, yo sí me arriesgaría un poquito, por ejemplo, a hacer fideicomisos en los que el Estado subvencione tasas de interés para colocar crédito más barato. Entonces, el Banco Central conforma un fideicomiso en el que subvenciona tasas de interés para tres o cuatro sectores prioritarios y que pueden generar encadenamientos productivos.

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Otra opción es aplicar la facultad que tiene el Banco Central para dar liquidez directamente a través de la compra de acciones, bonos, facturas de empresas pequeñas o medianas que obviamente tengan una calificación adecuada. No estoy diciendo que se destinen US$7.000 millones a eso, pero se podría analizar un valor óptimo.

También se puede jugar con el encaje bancario que es una variable importante. Se puede bajar un poquito el encaje para dar más liquidez a las acciones financieras y con eso que también puedan colocar algo más de crédito.

BL: En ese caso, ¿no volveríamos a caer en un abuso de los recursos de las reservas internacionales como ya ocurrió en gobiernos anteriores?

Yo creo que no. Hay que poner límites más claros. Cuando yo asumí el Central, había una puerta abierta que la cerramos y no se tiene que volver a abrir y es el financiamiento directo al Ministerio de Finanzas. Esos abusos lamentablemente sí se dieron en el gobierno del expresidente Correa. Pero si se puede soltar un poquito de liquidez de esos US$8.000 millones, unos US$60 millones para empezar, sin correr riesgos y sin abrir la puerta al descontrol, para generar estos fideicomisos.

Si la memoria no me falla, por ejemplo, de cada dólar que nosotros poníamos en esos fideicomisos, en algún momento se volvían hasta cuatro y cinco dólares en la economía.

BL: ¿Por qué fue necesaria la Ley de Defensa de la Dolarización aprobada en 2021 y cómo ha visto su aplicación hasta el momento?

Si bien el gobierno de turno decidió no prestar directamente al Ministerio de Economía y Finanzas, eso no estaba prohibido por ley y había el riesgo de que cualquier otro gobierno venga y quiera utilizar nuevamente el Banco Central como caja chica. Entonces, en la ley se cierra esa puerta y se le da otras fortalezas a Banco Central.

Otro tema que también se criticaba mucho era que teníamos una ‘súper Junta’ de Regulación de Política Monetaria y Financiera que no solo abarcaba los temas monetarios del Banco Central, si no tenía que ver de mercado de valores, del sistema financiero, de cooperativas, entre otros. Entonces, lo que hace la ley es tratar de dar independencia al Banco Central con su Junta de Política y Regulación Monetaria para los temas monetarios y otra Junta de Política y Regulación Financiera para los temas de mercado de valores, seguros, y sistema financiero.

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Se creó la Junta de Política Monetaria para darle más fortaleza al Banco Central, pero desde 2021, bajo los gobiernos de Lasso y Noboa, no se ha utilizado ni un solo instrumento de los que están en la ley. Lo único que ha hecho el Banco Central no ha ido más allá de dar datos o información entonces, a ratos sí es una frustración, y lo digo a título personal porque esa ley es como mi tercer hijo, era ese sueño de que el Banco Central tenga independencia para hacer cosas, pero a la final no ha funcionado, entonces el Banco Central ha quedado reducido a su máxima expresión.

BL: ¿En qué momentos se ha puesto en peligro la dolarización en estos 25 años?

A mí gusta me explicar esta respuesta diciendo que es importante que la reserva internacional esté fuerte para decir que la dolarización está bien. Entonces, y lo digo en primera persona, cuando estuve al frente del banco, la necesidad de estos flujos internos y externos era superior a los que teníamos en la reserva.

Teníamos una reserva de US$1.800 millones con una demanda de efectivo de US$1.500 millones y digo solo en ese rubro porque teníamos que pagar la importación de combustibles, la deuda externa y muchas otras cosas más. Yo no dormía, fue superduro. Nunca lo escribimos, pero teníamos pensado un plan de prelación de pagos. Teníamos que analizar si dar efectivo a los bancos y cooperativas, o pagar deuda externa, o hacer importación de combustible. Fue una situación supercompleja, y yo diría que sí estuvo en peligro la dolarización. Parecía que ya se caía, pero por ahí llegaba una exportación de petróleo y nos hacía salir con las justas.

Después y gracias al acuerdo del Fondo Monetario Internacional (FMI), directamente que ingresaron casi US$3.000 millones de una sola y fue lo que nos ayudó a salir, pero sí, para mí en ese momento, en el 2020 y en plena pandemia fue el periodo de inflexión más fuerte.

BL: ¿Qué debe tener en cuenta el nuevo gobierno que se instalará en mayo en el país para que la dolarización siga estable?

Como prioritario, ir monitoreando permanentemente el nivel de reservas internacionales, observando riesgos de fuga de capitales, salida de divisas, exceso de demanda de efectivo.

Pero hay una cosa que no se puede ver por separado y es el sistema monetario del sector real de la economía. Para poder mantener una dolarización estable, es indispensable que la economía y que las familias crezcan. Es importante ver cómo este año 2025 se reactiva el sector real, cómo generamos empleo, cómo reactivar el consumo y cómo hacer que la gente confíe otra vez en el Ecuador. Es un tema transversal el recuperar la confianza en las instituciones, en las leyes y mejorar las condiciones de seguridad. La dolarización solita no se va a poder mantener si no mejoramos en general la economía y la confianza en el Ecuador. El próximo gobierno, sea de Noboa u otro, debe dar esas señales y no querer borrar todo.

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Tenemos que ser lo suficientemente maduros políticamente y entender que mensajes como el que quería posicionar la Asamblea Nacional a finales del año pasado diciendo que el acuerdo con el FMI no es válido, pueden ser una señal muy peligrosa como país. Nos guste o no nos guste el FMI, hay que honrar las deudas.

BL: ¿Sería oportuno analizar la posibilidad de cambiar el sistema monetario y cuál sería el costo político de hacerlo?

Sinceramente ahora, en 2025, creo que no hay espacio ni siquiera para ponerse a pensar en eso. Para ponernos a pensar en un proceso de desdolarización tranquilo, se necesitan otras condiciones como un crecimiento sostenido por algunos años, algo de paz política, algo de estabilidad social, porque ahorita pensar en una desdolarización con toda la crisis social en la que estamos viviendo, la pobreza, la desigualdad, la migración, entre otros aspectos, sería algo brutal.