Sirius, el salvavidas energético que tiene Colombia, pero que no podrá usar pronto

A partir de 2026 el déficit de gas obligará a incrementar las importaciones, lo cual también traerá mayores costos. Sirius, en el caribe, disminuirá el estrés en el largo plazo, pero el camino que debe recorrer para entrar en operación es largo

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Bogotá — El gas natural ha sido un pilar fundamental en el desarrollo energético de Colombia. Durante décadas ha jugado un papel clave en la matriz, siendo una fuente de energía limpia y económica que alimenta tanto el consumo industrial como residencial.

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En 2023, el gas representaba cerca del 23% de la energía primaria del país. ANIF destaca que ha sido un componente crucial para la competitividad de la industria, ya que muchas empresas en sectores como el petroquímico, la manufactura y el transporte dependen de este recurso por su eficiencia y menor impacto ambiental.

A pesar de su importancia, Colombia ha experimentado desafíos relacionados con la producción y las reservas de gas.

A 2023, las reservas probadas de gas natural en el país se calcularon para abastecer el mercado durante unos 6,1 años si no se encuentran nuevos yacimientos.

En cuanto a la producción, los campos más importantes, como Chuchupa y Ballena en La Guajira, han comenzado a mostrar señales de agotamiento, lo que ha puesto presión en la búsqueda de nuevas fuentes.

Déficit a la vista

De acuerdo con A NIF el déficit proyectado, que podría llegar al 30% en 2026, ha disparado la necesidad de importar gas, lo cual implica un aumento en los costos energéticos.

Esto también ha contribuido a la volatilidad en los precios del gas en el mercado interno, afectando a consumidores industriales y residenciales.

A nivel nacional, esto se traduce en un riesgo para la estabilidad energética y una mayor dependencia de las importaciones, con sus consecuencias económicas y logísticas.

Sirius, el salvavidas

En este contexto, el descubrimiento del yacimiento de gas Sirius, antes conocido como Uchuva II, representa una bocanada de aire fresco para la industria energética de Colombia.

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Este yacimiento, descubierto por el consorcio de Ecopetrol y Petrobras en el Bloque Tayrona, es uno de los más grandes hallados en décadas y tiene el potencial de duplicar las reservas actuales de gas del país.

Una vez inicie operación, el yacimiento tiene el potencial de incrementar las reservas hasta alcanzar 22 años (suponiendo los mismos factores de los demás yacimientos y una producción constante), por lo cual este hallazgo podría ayudar a mitigar el riesgo de una crisis energética en el mediano plazo.

Este yacimiento está ubicado a 31 kilómetros de la costa caribeña y a 804 metros de profundidad, lo que también marca un hito en el desarrollo de la industria offshore en Colombia. Aunque se espera que el proyecto comience a producir hacia 2029. Su impacto ya ha sido destacado tanto por el Gobierno como por expertos del sector.

El descubrimiento también abre la puerta para una mayor inversión en la industria de hidrocarburos, especialmente en proyectos offshore que hasta ahora han estado en etapas tempranas en Colombia.

Según las proyecciones de ANIF este desarrollo puede atraer inversiones extranjeras y generar empleos directos e indirectos, contribuyendo al crecimiento económico de las regiones cercanas al proyecto, como La Guajira y Magdalena.

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Largo camino por recorrer

El camino hacia la producción efectiva de este yacimiento enfrenta varios desafíos. Uno de ellos es la necesidad de obtener licencias ambientales y sociales, especialmente en áreas cercanas a comunidades indígenas como las de Taganga, que han expresado preocupaciones sobre el impacto ambiental de la explotación de gas.

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Adicionalmente, la infraestructura para transportar el gas desde el Caribe hasta el interior del país es limitada, lo que requerirá inversiones significativas en tuberías y plantas de procesamiento.

El hallazgo del yacimiento Siruis marca un antes y un después en la industria energética colombiana. No obstante, y a pesar de los beneficios que este proyecto implica para la seguridad energética del país en el mediano plazo, las consecuencias inmediatas son inevitables.

La entrada en operación de Sirius podría tardar al menos cuatro años más. Hasta entonces, la suficiencia de gas tiene enormes presiones de abastecimiento, por lo que la importación del combustible y su posterior impacto en precios al consumidor son inminentes.