Bogotá — El número de matrículas en las universidades colombianas se ha mantenido en el último lustro entre los 2,3 y 2,4 millones anuales, lo que, si bien puede marcar un progreso frente a décadas anteriores, también evidencia cierto estancamiento en el registro en un país en el que solo el 38% está ingresando a la educación superior.
“La deserción acumulada en Colombia se aproxima al 45% y por semestre se promedia en el 12%. Esta situación fue impactada por la pandemia entre los años 2020 y 2021 y la deserción aumentó para las IES asociadas hasta el 15%. Solo el 38% está ingresando a la educación superior”, dijo en conversación con Bloomberg Línea el director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Universidades (Ascun), Óscar Domínguez González.
En 2020, como consecuencia de la pandemia y sus efectos en la economía de los hogares, el número de matrículas cayó a su nivel más bajo en el último lustro con 2.355.603, pero luego repuntó a 2.448.271 en el 2021.
Desde Ascun esperan que la publicación de los resultados oficiales del 2022 por parte del Ministerio de Educación evidencie un leve aumento de matrículas por los beneficios generados por el retorno a la presencialidad.
Por ahora, varias de las principales universidades del país activaron estrategias comerciales para poder atraer estudiantes con promociones y otras acciones.
El director ejecutivo de Ascun dijo que la deserción es multicausal y se asocia con situaciones tales como problemas económicos y financieros, cambios vocacionales, bajas competencias para un buen desempeño académico y búsqueda de alternativas diferentes a la educación superior.
A finales del año pasado se generaron protestas en algunas ciudades del país por el incremento de los precios en ciertas universidades por encima de la inflación.
El inconformismo de los estudiantes llevó al Ministerio de Educación a definir con las universidades que los precios no podían subir por encima de la inflación anual hasta el 31 de octubre, del 12,22%.
Ascun defiende que, luego de dos años de pandemia en los que las instituciones de educación superior privadas hicieron esfuerzos para mantener precios, era necesario hacer incremento para garantizar la sostenibilidad.
2021: 2.448.271
2020: 2.355.603
2019: 2.396.250
2018: 2.440.367
2017: 2.446.314
2016: 2.394.434
La codirectora del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, Gloria Bernal, dijo a Bloomberg Línea que entre los principales factores para que los jóvenes no ingresen a la universidad están en primera instancia las limitaciones económicas, lo que “puede estar asociado a altos gastos no solo de matrícula, sino también de sostenimiento”.
Además, vincula el fenómeno a la falta de información (los jóvenes no cuentan con una orientación profesional, y\o tampoco se enteran de las oportunidades educativas, de la oferta, de las trayectorias educativas) y falta de motivación.
A estos factores se suma un cambio de paradigma, pues “algunos pueden sentirse más atraídos a completar cursos cortos de ciertos saberes que tener una línea más estructurada y de mayor duración antes de salir al mercado laboral”.
Por su parte, Alexandra Mejía Guzmán, vicerrectora Académica y de Investigaciones en la Universidad de América, dice que más que un desencanto por la educación tradicional, percibe “una idea errónea frente a la educación superior en términos de actualización, opciones de aplicación práctica y de temporalidad de la misma. La educación actualmente tiene metodologías ágiles, modelos de enseñanza basados en problemas, casos, retos, proyectos”.
Explica que otra razón que puede desestimular el interés de los jóvenes por los programas universitarios es “la falta de claridad en su orientación profesional, propia de la edad o de una visión de proyección de futuro a corto plazo, que puede llevar a postergar la decisión o generar dudas frente a qué camino continuar”.
“Por eso, la importancia de que el colegio, al igual que las familias y la universidad, acompañemos a los jóvenes para proyectar su futuro profesional, identificando sus áreas de interés, competencias y habilidades; como también la oferta de programas flexibles que se adecuen a estas características propias de cada estudiante”, opinó.
¿Universidades vs. edtech?
El cambio de paradigma de la educación en Colombia ha ido en paralelo con el surgimiento de nuevas alternativas por el ‘boom’ de las edtech, que generan soluciones para el sector por medio de la tecnología.
Se estima que el ecosistema de startups colombiano está conformado en la actualidad por 1.327 startups, de las que 74 se identifican como edtech, que recaudaron el año pasado un total de US$80,3 millones.
Aunque el estancamiento de las matrículas responde a una combinación de factores, “sí es posible que plataformas educativas contribuyan a disminuir el interés de los jóvenes por programas universitarios (holísticos) y en cambio escoger programas más cortos, flexibles y menos costosos con una preparación particular en unos saberes”, señaló Gloria Bernal, de la Universidad Javeriana.
Los retos de la educación formal, añadió, incluyen la flexibilización en trayectorias educativas (que por ejemplo se valide lo que se hace y se aprende fuera de la universidad), incorporar cada vez más el aprendizaje basado en la práctica y proyectos y disminuir las barreras económicas de acceso.
“El foco en tecnología es algo a lo que se está considerando con fuerza no solo los programas de corta duración, sino también los de larga. Formales y no formales”, apuntó.
¿La incertidumbre paraliza la decisión de estudiar?
Más allá de un pulso entre las universidades y las edtech, en el sector ven un panorama desafiante para la formación e incertidumbre frente al aprendizaje en un contexto complejo para la economía y el empleo.
Freddy Vega, fundador de la edtech colombiana Platzi, dijo a Bloomberg Línea que “en toda la industria de la educación este año la gente está aprendiendo menos, no solo pasa en las universidades, pasa en YouTube, en las plataformas, en las bibliotecas, en todos lados”.
“Los seres humanos son muy frágiles con la educación, no es algo que la gente quiere, es lo que les toca. La gente se educa porque espera tener un empleo y siente que es obligatorio para ellos tener un certificado antes de tener un empleo. Eso no es verdad, pero es lo que la cultura le dice a la gente. Y todo el mundo lo cree, desde los papás hasta los hijos”, señaló.
Señaló que el entorno actual también está marcado por factores que agregan incertidumbre al contexto como la inflación, la ola de despidos y la inteligencia artificial.
“La inflación hace que la gente gaste menos, los despidos hacen que la gente cree que no va a haber empleo para ellos y la inteligencia artificial hace creer que los van a reemplazar. Esa combinación hace que la gente se pasme y frene y prefieren estar estables y seguros a tomar riesgos. La educación es un riesgo”, opinó.
¿Y qué pasa con las universidades públicas?
Desde Ascun indican que Colombia ha construido un modelo de educación superior mixto, soportado actualmente por 300 instituciones, públicas y privadas, con un número importante de estudiantes (2.448.271 a 2021), de los cuales 1.334.174 cursan sus estudios en instituciones de educación superior oficiales y 1.114.097 en instituciones no oficiales.
Explicó a Bloomberg Línea que la financiación de este sistema mixto, hasta la fecha, se ha adelantado con aportes directos del Estado a las instituciones estatales para financiar la oferta, según lo define la Ley 30 de 1992 y aportes del Estado que se dirigieron a financiar la demanda, tanto en instituciones públicas como privadas (Generación E, Matricula Cero).
“En el caso de las universidades oficiales, han experimentado un aumento de los ingresos provenientes de las transferencias gubernamentales, así como de recursos propios. A pesar de la alta deserción y la caída del valor de las matrículas en términos reales, como consecuencia de la dependencia de los ingresos a las transferencias del gobierno, los análisis financieros muestran leves resultados positivos”, respondieron a una consulta de este medio.
Analiza en ese sentido que existe un peso considerable de los gastos de personal en la estructura de costos, especialmente por el comportamiento de la remuneración docente y en el crecimiento importante en inversión en planta y equipo, sobre todo en edificaciones, tanto en IES oficiales y no oficiales.
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