La verdadera cara de industria webcam en Colombia: modelos denuncian abusos y explotación

Un informe publicado por Human Rights Watch evidenció el robo de salarios, la sobrecarga laboral y la falta de condiciones sanitarias para desempeñar este trabajo

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Bloomberg Línea — El imaginario colectivo apunta a que las modelos webcam en Colombia ganan millones, manejan su horario y trabajan en espacios con buenas condiciones, pero la realidad es distinta, según un informe publicado por la organización Human Rights Watch (HRW).

El documento se titula “Aprendí a decir no”: Abusos laborales y explotación sexual en los estudios de webcam colombianos y fue elaborado tras una investigación de 18 meses en los estudios de Bogotá, Cali, Medellín y Palmira, pero también gracias a las entrevistas a 50 webcamers que expusieron los abusos a las que son sometidas en la industria.

Uno de los hallazgos es que los estudios de grabación se quedan hasta con el 65% del dinero pagado por los espectadores en plataformas de webcam para adultos con sede en EE.UU. y Europa.

HRW reseñó que 49 de las 50 modelos entrevistadas dijeron que no firmaron las condiciones de servicio de ninguna plataforma, puesto que los estudios creaban sus cuentas para ellas, hecho que las dejó sin información respecto al contrato y, por ende, a lo relacionado su sueldo. En algunos casos, esto contribuyó a que las modelos sufrieran robo de salario, coacción sexual y explotación laboral por parte de los estudios.

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“Las trabajadoras sexuales merecen las mismas protecciones laborales que todos los trabajadores en virtud del derecho internacional de los derechos humanos, pero la industria multimillonaria de las webcams ha evitado en gran medida el escrutinio de los abusos en sus cadenas de suministro”, dijo Erin Kilbride, investigadora de HRW y autora del informe.

Las modelos webcam trabajan en condiciones sanitarias deficientes

Pero los estudios no solo toman la mayor parte del salario de las modelos webcam, sino que las obligan a trabajar hasta 18 horas sin descanso y las coaccionan a realizar actuaciones sexuales degradantes.

Una de las entrevistadas dijo que, como ni ella ni sus compañeros tenían recesos,“escondía bocadillos detrás del escritorio y de la cámara porque eran 10 horas sin descanso para comer y nos daba mucha hambre”.

Una modelo de Zipaquirá aseguró que se le asignaba una pausa de 20 minutos una vez por turno de 8 horas, pero que le descontaban del salario el tiempo que se tomaban para la pausa. “Si te desconectas 5 minutos para ir al baño, te quita 5 minutos de tu descanso. Así que teníamos que orinar en una botella”, dijo.

A la sobrecarga laboral, se suman las “condiciones sanitarias deficientes” en que lo hacen. Los estudios, que suelen ser de 2 metros de ancho por tres de largo, no son desinfectados.

Todas las personas consultadas dijeron que, al comienzo del turno, habían encontrado estas condiciones:_

  • Computador no desinfectados.
  • Fluidos corporales, incluyendo orina, heces, vómitos, sangre, semen y leche materna.
  • Silla o sofá sucios con fluidos corporales o aceite.
  • Cama sin tender, es decir, sin cambios de sábanas.

¿Qué responden las plataformas webcam ante las denuncias?

HRW indicó que todas las entrevistadas eran adultas, pero algunas plantearon que entraron a trabajar como modelos webcam siendo adolescentes, puesto que las plataformas “reciclaban” antiguas cuentas correspondientes a modelos mayores de edad, razón por las que instaron a las plataformas a revisar sus protocolos.

“Las plataformas BongaCams, Chaturbate y Stripchat facilitaron las políticas y medidas que adoptan para identificar y prevenir la trata de seres humanos y el abuso sexual infantil, pero negaron su responsabilidad en otros abusos laborales que se producen en los estudios de sus cadenas de suministro, como las condiciones antihigiénicas y la denegación del derecho al descanso”, documentó el informe.

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Las plataformas también se “lavaron las manos” respecto a peticiones degradantes de sus usuarios, denunciadas por las webcamers.

“Hubo uno que quería que representara una violación y no me gustó, pero necesitaba las fichas. Algunos también quieren que haga cocaína, y el estudio la tiene disponible. Otros me piden que haga cosas con heces y que me corte las venas. Otros quieren verme sangrar durante mi periodo y ver mis toallas higiénicas (...). Me quejé y me dijeron que todos los estudios son así”, relató una entrevistada.