¿Hay que cambiar la forma en que se calcula la tasa de usura? Los riesgos que genera

Reducir la tasa de usura, como se ha hecho con los cambios de su metodología de cálculo, margina a parte de la población que termina accediendo al ‘gota a gota’, como lo revela el más reciente informe de ANIF

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Bogotá — Aunque el objetivo de la tasa de usura es proteger a los consumidores, reducirla significativamente, como se ha hecho con los cambios acelerados en la nueva metodología de cálculo, margina a parte de la población del sistema que termina accediendo al ‘gota a gota’. Un riesgo peligroso si se tiene en cuenta que este es un mercado informal con tasas mucho más altas que las ofrecidas por el sistema financiero.

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Así lo advierte el más reciente informe de ANIF, que indica que si bien es natural que la tasa de usura haya disminuido desde que empezó el ciclo de recortes de la tasa de interés de política monetaria, el ritmo al que la usura ha disminuido en la cartera de consumo y ordinario ha sido muy superior al que se observaba en años anteriores.

Lo que se explica por varias razones: primero, el cambio de un promedio simple a uno ponderado por monto presionó a la baja la tasa de usura porque los desembolsos con menores tasas pasaron a tener un mayor peso dentro del total. Y segundo, los nuevos desembolsos que se incluyeron en el cálculo (redescuentos y construcción) tienen tasas significativamente más bajas que las de los desembolsos que se incluían hasta julio de 2023.

“Desde julio de 2023, fecha en que se realizó el primer cambio metodológico del cálculo, esa diferencia se redujo considerablemente. En efecto, en mayo de 2024 la diferencia entre las dos tasas fue de 19,8 puntos básicos, 5,58pp inferior al promedio de la década antes del cambio”, reseña el documento.

Entonces, ¿cuánto ha dejado de crecer la cartera de consumo por cuenta del cambio metodológico? Esa cartera creció entre 1,5pp y 6,1pp menos de lo que habría podido crecer si no se hubiera realizado ese cambio que disminuyó significativamente la tasa. Lo que evidencia que dicha reducción impidió que algunas personas tuvieran acceso al crédito, potencialmente las más vulnerables (pues son a su vez las que representan mayor riesgo).

Un ejemplo de lo anterior es lo que ha sucedido recientemente en la cartera de tarjetas de crédito, uno de los productos de más fácil acceso. De acuerdo con los datos de la Superintendencia Financiera, desde el momento en que la tasa de usura empezó a reducirse (cambio de julio de 2023), la cantidad de tarjetas vigentes pasó de 15,3 millones a 14,4 millones en marzo de 2024.

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Esto representa una caída de 5,9% en el número de tarjetas de crédito en el sistema (0,9 millones menos) y evidencia parte de los los efectos negativos de las reducciones “aceleradas” de la tasa de usura sobre la inclusión financiera. Ahora bien, esta reducción se explica también por otros factores como el aumento de la cartera en mora y la menor originación de tarjetas de crédito.

Con ello, ANIF concluye que la discusión de proteger a los consumidores de tasas de interés excesivas por parte de las entidades financieras resulta menos efectiva si no se tiene en cuenta que se excluye del sistema a las personas que representan mayor riesgo, empujándolos hacia mercados crediticios informales y mucho más onerosos, como el ‘gota a gota’.

Por lo que los cambios de la tasa de usura deberían realizarse siempre y cuando en la discusión se consideren sus efectos sobre el acceso al crédito y la inclusión financiera. Lo anterior es necesario si se quiere aumentar la penetración de productos, desincentivar el uso de efectivo y promover el crecimiento económico.

¿Qué se ha cambiado de la metodología?

En Colombia, la tasa de usura se define como 1,5 veces el Interés Bancario Corriente (IBC). A partir de la información financiera suministrada por los establecimientos de crédito, la Superfinanciera calcula y certifica mensualmente tanto el IBC como la tasa de usura para los diferentes tipos de crédito.

El cálculo se realiza de manera mensual en el caso del crédito ordinario y de consumo, trimestral para las modalidades de microcrédito y anual para los créditos de bajo monto.

La metodología de cálculo del IBC ha tenido algunos cambios estructurales, con lo que la tasa de usura se ha modificado también. En marzo de 2023 se eliminó la modalidad de microcrédito como tasa para certificar y se reemplazó por cinco nuevas modalidades: crédito popular productivo urbano; crédito popular productivo rural; crédito productivo urbano; crédito productivo rural; y crédito productivo de mayor monto.

Luego, en julio de 2023, el cálculo para la modalidad de crédito de consumo y ordinario pasó de un promedio simple de las tasas de interés de los diferentes desembolsos a un promedio ponderado de las tasas por monto desembolsado de consumo, ordinario y tarjeta de crédito persona natural (con excepción de los consumos a un mes).

En el caso de los créditos productivos, este cambio se realizó a partir de diciembre de 2023.

Finalmente, a partir de abril de 2024 se incluyeron los desembolsos de redescuentos y construcción en el cálculo de la tasa de consumo y ordinario.