Bogotá — Para la CAF, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, esta región contribuye poco en materia de emisiones (11% del total global), pero es particularmente vulnerable a los efectos negativos del cambio climático, lo que a su vez demanda esfuerzos de adaptación y resiliencia climática.
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Así lo revela el Reporte de Economía y Desarrollo titulado Transición energética justa para el desarrollo sostenible de este organismo, que fue presentado esta semana en Chile.
De acuerdo con el documento, la transición energética en América Latina deberá ser justa, favorecer un crecimiento económico vigoroso e inclusivo, y contribuir al cierre de brechas de ingreso per cápita respecto al mundo desarrollado y a la reducción de la desigualdad y la pobreza.
Lo que implica que, si bien todos los países de la región deben sumarse a los esfuerzos de disminuir las emisiones energéticas, la velocidad y las estrategias para hacerlo serán específicas a la realidad de cada país.
Sergio Díaz-Granados, presidente ejecutivo de la CAF, manifestó que “somos una región de soluciones, con capacidad para contribuir al proceso mundial de transición energética aprovechando las oportunidades que surgen para los países con reservas de minerales críticos ––como el litio, el cobre o el níquel––, para los países con reservas de gas cuyo uso durante la transición reduciría las emisiones sin abandonar inmediatamente los combustibles fósiles”.
Y para los países, agregó, con potencial de producción de energías renovables en la relocalización de actividades intensivas en energía (powershoring). “Con este Reporte, el Banco ratifica su compromiso de acompañar a la región mientras afronta con éxito el desafío de una transición con energías renovadas”.
Y es que según este documento, desde 1850, la actividad humana ha causado la emisión de más de 2.300 gigatoneladas de dióxido de carbono (CO2) y más del 68% de esas emisiones provinieron del uso de energía generada por fuentes fósiles.
Por lo que los científicos advierten que, al ritmo actual de emisiones, quedan 28 años para limitar el incremento de la temperatura a 2°C respecto a la era preindustrial y tan solo nueve años para limitarlo a 1,5 °C.
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Propuestas para la descarbonización
Destaca el Reporte que las acciones por el lado de la oferta para la descarbonización son el incremento de la capacidad de generación de electricidad impulsada por una mayor participación de las fuentes renovables no convencionales y el desarrollo de combustibles de bajas emisiones como los biocombustibles o el hidrógeno de bajas emisiones.
Además, que el gas puede jugar un rol crucial sustituyendo combustibles fósiles más contaminantes como el petróleo y el carbón. “Si se sustituyera el 50% de los usos actuales de petróleo y carbón por gas se podrían reducir en un 7% las emisiones de la región, lo que representa casi un 65% del total de compromisos que la región se fijó para 2030″.
Por sectores
En cuanto a la demanda, la eficiencia y el ahorro energético son claves: en el caso del sector industrial, la transición pasa por la electrificación de algunos procesos o usos que actualmente dependen de combustibles fósiles, al igual que el fomento de la economía circular.
En movilidad urbana, es importante el uso de transporte público sostenible (masivo y activo). En la logística urbana hay espacio para la electrificación, mientras que, en el caso de transporte de carga, la promoción de la eficiencia y el uso de combustibles alternativos son medidas que pueden ser efectivas en el corto plazo.
Una transición justa también precisa cerrar las brechas de acceso y calidad de energía que aún persisten en la región. Dentro de las políticas para la demanda de los hogares, en el Reporte se destaca la electrificación de algunos consumos, como el de calefacción y cocción, evitando el todavía frecuente uso de la biomasa con sus consecuencias negativas para la salud.
Asimismo, se recomienda fomentar mejoras en la eficiencia energética, con electrodomésticos que consuman menos y mejores envolventes para las construcciones, entre otros.
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“Los desafíos de la transición son globales, pero este proceso afectará de manera diferenciada a los países de la región dependiendo de su matriz energética y de su dependencia de los combustibles fósiles”, enfatiza el documento.
Y concluye que es por ello que las respuestas y las velocidades a la cual se implementarán acciones orientadas a transitar hacia una menor dependencia de combustibles fósiles serán particulares a cada país.
Para afrontar los retos de la transición energética, se plantean también cuatro políticas transversales: el financiamiento verde, los mercados de carbono e impuestos al carbono; las tecnologías de captura y uso de carbono; y la economía circular.