Bogotá — Las startups en Colombia representan un importante músculo en materia de generación de empleo (al menos 25.261 colaboradores) y atracción de recursos (US$1.234 millones en capital de riesgo en 2022), pero su impacto también se refleja en las inversiones que sus mismos fundadores realizan y las empresas que se generan a partir de la actividad de estas.
Se estima que el ecosistema de startups en Colombia está conformado en la actualidad por unas 1.327 empresas, de las cuales el 60% se concentra en Cundinamarca y el 21% en Antioquia, de acuerdo a cifras actualizadas de la firma de auditoría KPMG entregadas a Bloomberg Línea.
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Algunas de las empresas más grandes del ecosistema como Rappi y Habi, los dos unicornios que tiene el país hasta el momento, generan un llamado efecto multiplicador al contribuir con inversiones y aportar fundadores de otras startups. Hoy, incluso es ampliamente reconocida la Rappi Mafia, que es el club de antiguos trabajadores de la plataforma que fundaron otros negocios en distintos mercados.
Desde el 2017 el ecosistema de startups en el país ha presentado una expansión en cuanto al número de empresas y la inversión captada por estas organizaciones, lo que ha ubicado a Colombia como una de los principales destinos para las empresas emergentes de Latinoamérica.
La red de emprendedores Endeavor define este llamado efecto multiplicador como “el impacto compuesto que tiene un fundador cuando asesora, inspira e invierte en la siguiente generación de emprendedores”.
Destaca que este efecto se ha reflejado con anterioridad en mercados más maduros como el estadounidense con ejemplos como el de la firma de pagos en línea PayPal, cuyos antiguos empleados han fundado empresas como Tesla, LinkedIn, Palantir, SpaceX, Affirm y Yelp.
Este mismo efecto se empieza a reflejar con fuerza en las startups de la región, en donde se contabilizan unos 50 unicornios y cada vez más se rompe el paradigma de que en los mercados emergentes era poco probable que surgiera una sola startup valorada en US$1.000 millones, como lo recuerda Endeavor.
En Colombia figura el caso de los fundadores de la plataforma de delivery Rappi, Sebastián Mejía y Simón Borrero, quienes han invertido en unas 20 compañías hasta la fecha, entre las cuales destacan recientemente Summer, Morado, Yuno, Loopi o Hitter Brands.
Directamente, los emprendedores colombianos han fundado las startups Gabrility (Sebastián Mejía y Simón Borrero, 2003); Imaginamos (Simón Borrero, 2007) y Rappi (Sebastián Mejía y Simón Borrero, 2015).
Además, han servido de mentores en otras ocho compañías: Latir, Citizen, Grupo Alto, Jampp, Careem, Venture Friends, Smartick y Boom.
Entre tanto, sus antiguos empleados han contribuido en el surgimiento de al menos 131 empresas, como Belvo, Yuno, Melonn, Ontop, Laika, La Haus, Truora, Morado, JOKR.
Por otro lado, los fundadores de la fintech colombiana Bold, José y Ana Sandoval, han realizado inversiones en más de 20 startups.
Por Colombia, los ejecutivos de la proptech La Haus también son inversores activos en el ecosistema y han participado en las rondas de Keybe (US$1,7 millones en febrero de 2022), entre otras.
En el mismo sector, la cofundadora de la proptech y unicornio colombiano Habi, Brynne McNulty Rojas, fue ángel inversionista en la ronda por US$5 millones que anunció a comienzos de este año Vaas, que desarrolla un software para automatizar la administración de líneas de deuda privada en Latinoamérica.
A nivel internacional, los emprendedores colombianos detrás de Rappi, Frubana o Troura también figuraron como inversionistas en la ronda de serie A por US$12 millones de la mexicana Plerk, que, a su vez, fue fundada por extrabajadores de la plataforma de domicilios (Ángel Arias y Miguel Medina fueron de los primeros empleados de Rappi en México en 2016).
Manuela Sánchez, fundadora de la tienda para mascotas Laika y mentora de la aceleradora Rockstart, dijo a Bloomberg Línea que recientemente participó como ángel inversionista en una empresa de gomitas de vitaminas llamada Gooms.
Otro importante inversor para las startups de la región es el millonario colombiano David Vélez, fundador del neobanco brasileño Nubank.
El empresario figura entre los inversores de Coderhouse, una escuela digital argentina que fue fundada en el 2014 y que cerró una ronda de serie A por US$13,5 millones, y también figuró como ángel inversionista en la ronda de serie B por US$20 millones que cerró la brasileña Beep Saúde, una empresa de salud domiciliar fundada en Río de Janeiro en 2016.
Vélez también ha destacado como ángel inversionista de las startups brasileñas de bienes raíces Loft o la insurtech Justos, la plataforma mexicana especializada en salud Sofía o la proptech colombiana La Haus.
De acuerdo a cifras divulgadas por Endeavor, el año pasado las 59 empresas que conforman la red en el país generaron ingresos por más de $9,2 billones, levantaron capital por US$326 millones y contribuyeron con más de 23.900 empleos directos.
Los últimos tiempos han estado acompañados de múltiples retos para las startups en el país por cuenta mayores tasas de interés que hacen más caro el acceso al crédito, menor inyección de capital de riesgo y una contracción del tamaño de las empresas para capotear la situación, lo que se reflejó en una ola sin precedentes de despidos en el ecosistema desde el año pasado y la salida de varias firmas de base tecnológica del país.
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