Bogotá — Grandes cadenas de supermercados en Colombia han lanzado recientemente, y desde hace varios meses, algunas estrategias para reducir los precios de algunos alimentos básicos, en medio de la inflación alta que enfrenta el país, indicador que desde abril empezó a moderarse levemente.
La pregunta que abre lo anterior, es si estas decisiones si tendrán algún impacto en la inflación de alimentos o no. Pero antes de ir a las respuestas de expertos, cabe mencionar que los alimentos fueron hasta hace muy pocos meses el rubro que más impulsó el costo de vida en el país, entre otras razones, por factores climáticos y logísticos.
Ahora sí, entrando en materia, Sergio Olarte, economista principal de Scotiabank Colpatria dijo que la decisión de algunos supermercados de bajar sus precios sí podría ayudar a que la inflación continúe moderándose en Colombia, al menos en lo que respecta a los alimentos.
“En abril se tocó el techo de la inflación nacional, pensamos que esto va a seguir moderándose y adicionalmente la tasa de cambio ayuda, pues eso hace que los insumos bajen de precios y así pueden bajar también los alimentos. Creo que esos factores ayudarán a que la inflación de alimentos comience a bajar relativamente rápido, la tenemos en niveles de 18% anual y seguramente hacia finales de año podría terminar debajo del 10%”, añadió Olarte.
De acuerdo con Germán Machado, docente de la Universidad de los Andes y el CESA, “una guerra de precios en los supermercados podría ayudar a bajar la inflación de un país. Sin embargo, si los supermercados bajan los precios, o sus costos ya están bajando o están recortando sus ganancias, esto también podría ser un efecto de la menor demanda que se empieza a ver este año”.
Ambos expertos coinciden en que el impacto de una guerra de precios de supermercados sobre la inflación dependerá de qué tanto se mantengan bajos los precios y del estado general de la economía.
“El efecto más inmediato será reducir la inflación al aumentar la competencia y hacer bajar los precios, y, especialmente al comparar el IPC con el año anterior”, añadió Machado al comentar que “también es posible que un bajada de precios en los supermercados no tenga ningún efecto visible sobre la inflación y que se trate de un fenómeno concertado que facilite las prácticas anticompetitivas”.
Desde la visión de Sergio Olarte, “el punto no es que hoy bajen los precios y luego los suban, pero si los bajan y los mantienen así, eso ayudaría a la inflación en el mediano plazo. Ahora, si los bajan por ejemplo 10%, pero después los suben 20% o 30%, eso sería antes más inconveniente”.
No hay que olvidar que si bien las cadenas de supermercados pueden adoptar estas medidas temporales, hay otros factores que podrían hacer que dichos anuncios no se mantengan por muchos meses si se tiene en cuenta la volatilidad del dólar en Colombia y el impacto que esto tiene en la producción de alimentos.
Además, también está el riesgo de que en el segundo semestre hayan sequías por el Fenómeno del Niño, lo cual podría afectar los cultivos y terminar en costos más altos para los usuarios finales.
También vale mencionar que “si bien el ánimo de estas estrategias es el de aportar al poder adquisitivo de los colombianos en medio de las épocas de más alta inflación en todo este milenio, claramente lo que está detrás es una estrategia comercial para elevar sus ventas”, señaló en conversación con Bloomberg Línea el profesor de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, Alejandro Useche.
Useche advirtió que los consumidores tienen que “revisar con lupa” los detalles de estas decisiones sobre las promociones porque pueden a la vez estar implicando consecuencias negativas para otros agentes de la economía: “Si bien es cierto que la baja de precios es buena para lo consumidores, hay que analizar si estas promociones son temporales o son más bien decisiones permanentes de estas grandes superficies”.
Hay que mirar también con lupa las condiciones que estas grandes superficies ofrecen no frente a los clientes, sino frente a los productores, a los proveedores. “Uno de los puntos fuertes de crítica en el caso colombiano a diversos almacenes, a grandes superficies, es que cuando se decretan promociones, ese dinero sale del bolsillo de los proveedores, no de la superficie”, advirtió el docente del Rosario.