Cambiar deuda externa por naturaleza: ¿será viable para Colombia como lo hizo Ecuador?

EE.UU. trasladará la propuesta colombiana de cambiar deuda externa por acción climática al FMI y además se comprometió con US$500 millones para la revitalización de la Amazonía, ¿qué tan viable es Intercambiar deuda externa por naturaleza?

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Bogotá — El Gobierno ecuatoriano completó un acuerdo para canjear US$1.100 millones en deuda externa por naturaleza con el respaldo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporación Financiera de Desarrollo de Estados Unidos (DFC, por sus siglas en inglés), lo que le permitirá adelantar acciones de conservación en las islas Galápagos, en cuya reserva marina habitan más de 3.500 especies, de las cuales el 23% son endémicas.

La estrategia de Ecuador va en línea con las iniciativas que defienden otros pares regionales como Colombia, que también busca que se intercambie deuda externa por el cuidado de la selva Amazónica, como lo ha dicho el presidente de ese país, Gustavo Petro.

El que es considerado el mayor canje de deuda por naturaleza realizado hasta el momento, le permitirá a Ecuador invertir US$450 millones para la protección de las Islas Galápagos. No obstante, para la agencia crediticia Moody’s la recompra de bonos soberanos con vencimiento en 2030, 2035 y 2040 por parte de Credit Suisse se realizó a “precios muy bajos” y por ende lo consideró como un incumplimiento.

El profesor de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, Alejandro Useche, dijo en conversación con Bloomberg Línea que en el caso ecuatoriano, a diferencia del colombiano, hay una serie de antecedentes muy complejos.

Un programa hecho exclusivamente por Colombia o Ecuador son positivos, pero el cuidado del medioambiente y la protección efectiva de áreas como la Amazonía requieren de una acción coordinada entre todos los países que tenemos territorios en esa zona. No pueden ser planes aislados o avances de algunos países de la región.

Alejandro Useche, profesor en la Universidad del Rosario

“Recordemos que Ecuador tuvo que cambiar hace unos años su moneda por el dólar por una altísima inflación. Recordemos también que en febrero Moody’s le había dado a Ecuador una calificación de Caa3, es un nivel bastante bajo. Es decir, estaba considerada desde principios de este año como una nación con un mayor riesgo de impago que otros de la región. Y luego de esta transacción, la misma Moody’s dijo que esta operación había sido, económicamente hablando, desfavorable”, analizó.

En cuanto a los aspectos positivos, señaló que si esto se lleva a cabo como se prometió habrá unos recursos para la conservación de ecosistemas que son fundamentales: “Se están generando incentivos para que en los mercados financieros se lleven a cabo operaciones de este estilo, que permitan contar a presente y a futuro con recursos para la preservación del medioambiente, pero también para la generación de buenas prácticas por parte de empresas, Estados e incluso de las familias hacia la sostenibilidad”.

“El logro del Ecuador de convertir deuda externa en conservación de recursos naturales es un hito histórico que da ejemplo y podría ser aplicado en Colombia teniendo en cuenta la gran biodiversidad del país, lo cual permitiría mantener zonas únicas de riqueza natural protegiendo el medioambiente y aportando a las comunidades en cómo tener procesos diferenciados de desarrollo”, destacó en entrevista con Bloomberg Línea la doctora en Economía y profesora de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario, Clara Inés Pardo.

Canjear deuda externa por naturaleza: ¿qué oportunidades y retos hay?

Pardo explicó que entre los principales retos está definir áreas estratégicas del país para iniciar estos procesos de negociación (Amazonía, parques naturales, etc.); analizar con las comunidades sus necesidades y cómo se podrían generar acciones y programas para salvaguardar la naturaleza; diseñar y aplicar metodologías que permitan cuantificar la relación entre conservación de la naturaleza vs. deuda externa.

Esto “permitirá llegar a negociaciones con valoraciones base para definir los intercambios; definir las medidas de protección, especialmente para especies en vías de extinción; promover actividades sostenibles, el monitoreo y contabilidad ambiental; aportar a la lucha contra el cambio climático, lograr una transición efectiva entre economía y conservación que aporte al bienestar de las comunidades; lograr un modelo económico inclusivo, sostenible y productivo, etc.”, detalló.

En la reciente visita de Petro a Washington, su homólogo estadounidense, Joe Biden, dijo que EE.UU. trasladará la propuesta de cambiar deuda externa por acción climática al FMI y además se comprometió con US$500 millones para la revitalización de la Amazonía.

“Hablamos de la posibilidad de cambiar deuda por acción climática en todo el mundo a partir de los derechos especiales de giro del FMI (Fondo Monetario Internacional). El Gobierno de EE.UU., especialmente el presidente Biden, se sintió interpretado por la propuesta”, manifestó Petro en su momento.

De acuerdo al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible colombiano, la Amazonía concentra el 65% de la deforestación del país en cuatro departamentos: Guaviare, Meta, Caquetá y Putumayo.

Cifras preliminares del Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), muestran que la deforestación en la Amazonía colombiana cayó un 25% en 2022 en comparación con el 2021.

En términos generales en el país, la deforestación cayó un 10% en 2022.

“Esperamos que bajemos de las 158.000 hectáreas. Es un buen indicador del cambio de estrategia, tenemos que seguir trabajando para consolidar la tendencia a la baja”, afirmó la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad.

¿Qué tan viable es para Colombia?

En el caso colombiano, se ha planteado la posibilidad de que a cambio de deuda externa, principalmente con organismos multilaterales, el país tenga recursos frescos para el cuidado del medioambiente, especialmente para atender puntos clave como la acción climática, el cuidado de la biodiversidad y programas de justicia ambiental.

“Tengamos en cuenta algunos antecedentes. En 1987 un programa similar, pero de una magnitud por supuesto mucho menor (a la de Ecuador), se realizó en Bolivia. El problema fue que Bolivia incumplió con las promesas y a pesar de que recibió un estilo de perdón de deuda, después no llevó a cabo las inversiones ambientales con las que se comprometió”, contó Alejandro Useche.

En Colombia, continuó, se creó a principios de los años 90 el llamado Ecofondo, a través del cual se logró con ayuda de EE.UU. reducir algunos intereses de deuda externa (que calcula en apenas unos US$500.000) y se redujo una deuda que se tenía con Canadá equivalente a unos US$13 millones. Ya a comienzos de siglo, se creó el Fondo Acción, también con apoyo de EE.UU., con el objetivo de administrar recursos para el cuidado del medioambiente.

Tomando la experiencia de estos casos, advirtió que “hay que tener mucho cuidado con el desarrollo de estos programas, porque así como podrían traer beneficios si se cumplen, también implican unos riesgos”, por lo que el seguimiento de resultados de estas inversiones es clave.

Entre estos, se refirió al hecho de que los bonos emitidos por Colombia no son adquiridos en su totalidad por Estados, sino en gran medida por empresas particulares, como los fondos de pensiones, e inversionistas privados.

El mes pasado BlackRock Inc. y fondos administrados por firmas de pensiones neerlandesas fueron compradores netos de deuda local colombiana, informó Bloomberg.

Ese mes ese mercado registró entradas netas de $1,4 billones (US$309 millones).

“¿Estarían los privados dispuestos a hacer canje de deuda? Por lo pronto estos programas se realizan con entidades multilaterales como el FMI, el BID, entre otros. Queda la incógnita de qué pasaría a futuro con las deudas que se tienen por parte del Estado con particulares. Estas seguramente no van estar sujetas a una renegociación o un canje. Los particulares están interesados es en recibir los intereses y el capital en sus inversiones”, advirtió.

Lo que sí es importante es que Colombia tenga la capacidad de ver con inteligencia dónde y cómo invierte esos recursos para garantizar el buen uso de estos y que realmente se dé una solución a la problemática social y ambiental que tanto nos ataca.

Fabio Gómez Delgado, profesor e investigador en la Pontificia Universidad Javeriana

Fabio Gómez Delgado, profesor e investigador en el departamento de Biología de la Facultad de Ciencias en la Pontificia Universidad Javeriana, dice que para Colombia es “completamente viable desarrollar una propuesta de esas, hacer una negociación inclusive de la misma o mayor envergadura”.

“Sería supremamente interesante y una ganancia para el país en términos económicos por la reducción de deuda, pero también para el ambiente debido a ese canje que se está haciendo y a esos recursos que podrían invertirse en términos de medioambiente”, comentó Delgado.

El académico subraya que Colombia tiene una serie de compromisos de carácter político, económico y ambiental no solo en el ámbito nacional sino también internacional: “Y cuando pensamos en medioambiente no podemos hacerlo exclusivamente en el concepto netamente ecosistémico, sino que tenemos que pensar en las comunidades usuarias de esos recursos y de esa naturaleza en términos de sus entornos, que finalmente son parte del problema ambiental”.

“Uno de los principales problemas que tiene Colombia y los países latinoamericanos se llama hambre: un país en el que su sociedad, sus comunidades necesitan resolver el problema de hambre para poder mantener en una condición digna a su familia y a sus hijos, evidentemente tiene que salir todos los días a buscar cómo resolver el problema. Eso se hace a costa de medioambiente. Y por eso se dan esos fenómenos tradicionales que tenemos de problemática ambiental, deforestación, pesca con dinamita, con artes inadecuadas, de especies en peligro de extinción, en zonas prohibidas”, argumentó.

No obstante, Delgado aclara que el problema no se centra únicamente en las comunidades, pues hay otra serie de problemas asociados a la industria y a la contaminación agropecuaria. La oportunidad, considera, está en dirigir esos recursos del canje de la deuda “de manera adecuada para resolver problemas sociales y fundamentalmente ambientales en términos de esa negociación”.

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