Bogotá — Los gobiernos, las empresas y las infraestructuras de América Latina tienen menos flexibilidad financiera para hacer frente a un Fenómeno de El Niño que cuando se presentó el último Niño fuerte en la región hacia 2016, según advierte Moody’s Investor Service.
Dice la agencia que años de bajo crecimiento, acumulación de deuda, mayores costes por intereses y crecientes riesgos políticos dejan a los gobiernos, las empresas de recursos naturales y las infraestructuras con menos fortaleza financiera para hacer frente a posibles daños físicos e interrupciones operativas.
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Sin embargo, agrega, la mayoría de los países y sectores latinoamericanos sortearán el choque climático sin experimentar grandes tensiones crediticias, gracias en parte a los esfuerzos por reforzar la resiliencia física, y algunos incluso se beneficiarán del fenómeno.
El impacto a corto plazo del nuevo Fenómeno de El Niño sobre el crecimiento del PIB dependerá de su gravedad, y los efectos a largo plazo dependerán de los daños en carreteras, escuelas y hospitales.
Indica Moody’s que un Fenómeno de El Niño a finales de 2023 tensaría la actividad económica latinoamericana en 2023-2024, además de las tensas condiciones financieras. El Niño plantea dos riesgos particulares para los gobiernos: la demanda de gasto en estímulo y reconstrucción de infraestructuras; y el aumento de los costes de endeudamiento si el encarecimiento de los alimentos retrasa o ralentiza la relajación de la política monetaria.
Entre los sectores empresariales, El Niño afectará sobre todo a las industrias de recursos naturales de Sudamérica. El predominio de América Latina en los mercados agrícolas y mineros mundiales significa que cualquier perturbación de la oferta interna influirá inevitablemente en los precios mundiales de los productos básicos.
En concreto, Moody’s dice que las interrupciones de las cosechas en Brasil pueden inflar los precios de los alimentos, mientras que unas lluvias más intensas en Argentina pueden impulsar la producción.
Un aumento de las precipitaciones que interrumpa la extracción de cobre y zinc en Perú y Chile o de mineral de hierro en Brasil reduciría la oferta y elevaría los precios de esos metales básicos en todo el mundo.
De acuerdo con la agencia, El Niño retrasaría el desarrollo de infraestructuras, con consecuencias crediticias dispares para la generación hidroeléctrica y los precios de la electricidad.
Dice también que las inundaciones pueden reducir las opciones de transporte de pasajeros, mercancías y servicios, y dañar infraestructuras críticas relacionadas con la energía.
Ante ello cree que los precios de la electricidad serán menos previsibles en las regiones que dependen mayoritariamente de las energías renovables, lo que plantea riesgos para las empresas de servicios públicos que carecen de contratos de protección.
Un fuerte Fenómeno de El Niño, desde la visión de Moody’s, comprometería la capacidad de los prestatarios agrícolas, ganaderos, pesqueros y mineros para reembolsar los préstamos bancarios.
Las duras condiciones macroeconómicas dificultarían a los bancos la reducción de los préstamos problemáticos, poniendo a prueba sus indicadores de calidad de los activos. Pero un Niño moderado sólo tendría efectos leves a largo plazo sobre esos indicadores, y los bancos disponen de reservas suficientes para hacer frente incluso a un Niño fuerte, concluye la agencia en su análisis.