Bloomberg — El nuevo borrador constitucional de Chile pone de relieve el cambio sísmico que tuvo lugar en la nación sudamericana el año pasado, cuando una ola de protestas sociales dieron paso a una reacción conservadora.
Atrás quedaron los largos debates sobre el papel de los grupos indígenas, las minorías sexuales y los derechos sociales que dominaron la anterior propuesta, que fue rechazada en referéndum el año pasado. En esta nueva se incluyen menciones al poder judicial y a los partidos políticos establecidos que habían perdido su control sobre el país.
El borrador fue redactado por un comité de expertos en la primera fase de los renovados intentos de reemplazar la carta redactada bajo la dictadura de Augusto Pinochet. El nuevo consejo electo comenzará la discusión de la propuesta el miércoles, y tendrá cuatro meses para hacer cambios y votar el documento artículo por artículo. La versión anterior fue redactada por una Convención Constitucional dominada por independientes de izquierda y activistas ambientales, lo que dejó de lado a los viejos partidos políticos.
Al contar el número de veces que ciertas palabras aparecen en las dos versiones de la carta revela el cambio fundamental de énfasis entre ambos documentos.
Los partidos políticos habían acordado redactar una nueva Constitución como una forma de poner fin a una ola de protestas sociales que paralizaron el país a fines de 2019. Pero luego los chilenos se arrepintieron de la carta redactada por la Convención Constitucional, temiendo que diera demasiado poder a los grupos indígenas y rompiera los controles y equilibrios del poder gubernamental.
Entre los cambios introducidos en el documento más reciente está la ausencia de una mayor autonomía de los grupos indígenas y un impulso para garantizar la paridad entre hombres y mujeres en las esferas de Gobierno.
El nuevo borrador también es mucho más corto, alrededor de 128 páginas en comparación con las 162 anteriores.
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