Santiago — Antes de ser elegido presidente de Chile, Gabriel Boric prometió sacar adelante una ambiciosa agenda verde y convertirse en un gobierno ecológico. Ya en el Palacio de La Moneda, el mandatario se apoyó en una académica con amplia trayectoria, María Heloísa Rojas, o más conocida como Maisa Rojas.
Luego de 15 meses como ministra del Medio Ambiente, la climatóloga chilena dice, en entrevista con Bloomberg Línea, que tiene más claro, en su rol en el Gobierno, la “importancia de transformación sistémica” y de llevar la mirada no solamente al cambio climático, sino a la biodiversidad y contaminación.
La ministra, quien tiene un doctorado en ciencias atmosféricas de la Universidad de Oxford, apuesta por nuevos modelos de desarrollo, lo que incluye descarbonizar a la economía. En esta conversación, que se efectuó en su despacho en Santiago la semana pasada, asegura que Chile cuenta con un ecosistema que les permiten estar “auspiciosos” de que están avanzando a una economía circular.
Bloomberg Línea: ¿Cómo conciliar la explotación del cobre y el litio, necesarios para mitigar el cambio climático, con una agenda ecológica?
Ministra Maisa Rojas: El desafío es cómo desarrollamos industrias importantes para la transición energética sin profundizar otra gran crisis que estamos viviendo, que es la de biodiversidad y donde actividades extractivas, como la minería, históricamente han profundizado esa crisis.
Esa es una pregunta difícil (de responder), que no tiene fácil solución. He indicado que tenemos que ponernos de acuerdo como sociedad –entendiendo de que la minería tiene impactos– de cuántos impactos estamos disponibles a aceptar, cómo nos ponemos de acuerdo respecto de cuánto impacto, cómo minimizamos esos impactos. Pero entendiendo de que tiene impacto.
Eso significa, más que hablar de minería verde o sustentable, la cual no existe, hablar de minería responsable. Hay que transparentar eso, es una conversación que se tiene que dar, y para Chile es especialmente importante que se dé porque muchas de las crisis a nivel nacional –contaminación y degradación medioambiental– están asociadas a la minería, a una minería que en los siglos XIX y XX, hacía las cosas como ya sabemos.
La cuestión está en cómo nos ponemos al día en el siglo XXI para reducir esos impactos y, por tanto, hay una gran deuda en torno a esa manera de extractivismo, que no es solamente en el ámbito minero; cómo ponerse al día para pagar esa deuda y continuar haciendo ese tipo de actividades más responsablemente.
¿Qué lecciones deja, no sólo para Chile, sino para Latinoamérica, el cierre de fundición Ventanas?
La convicción de que en el siglo XXI tenemos que centrar nuestro desarrollo con un foco en las personas. Eso es lo que se requiere para hacer frente a esta triple crisis que vivimos, de degradación medioambiental; requiere de la transición justa y que, en este caso, cuando uno borra zonas medioambientales, decide hacer cambios en industrias, debe hacerse de una manera, inclusive, que no deje a nadie atrás.
En el caso específico de Ventanas significó el trabajo que hizo Codelco no sólo con sus propios trabajadores, sino también con los empleados de contratistas, quienes también se verían afectados por el cierre de una actividad. Eso tiene que estar en el centro de estas políticas, sino no tiene legitimidad social porque finalmente no estamos trabajando por preservar el medioambiente por el planeta solamente, sino para que las personas tengan una mejor calidad de vida.
Sería muy injusto, que una comunidad que ha pagado los costos de la contaminación por décadas de industria contaminante, cuando se quiera limpiar también vayan a ser impactados por pagar los costos de quedar sin trabajo. Y es esa la transición, que es social, ecológica y que debe tener este sello de justicia. Creo que el cierre de la fundición Ventanas es un ejemplo de que esto se puede hacer.
Sobre el proyecto que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, ya se cayó una indicación en la Comisión Mixta que buscaba prohibir concesiones salmoneras en reservas naturales. ¿Continúan con la voluntad de perseverar en este tema?
Contar con un Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas es una condición habilitante para que este país pueda hacerse cargo de manera efectiva de la crisis de pérdida de biodiversidad. Es impresionante pensar en la gran cantidad de áreas protegidas del país sin contar con un servicio a cargo de las áreas protegidas. Es casi como una anomalía.
Tenemos que completar la institucionalidad ambiental, donde este servicio es el cuarto pilar y es fundamental contar con éste urgentemente porque, además, en diciembre del año pasado firmamos un nuevo marco global para la biodiversidad que tiene cuatro objetivos y 23 metas al año 2030.
Siete años sin este servicio y no habrá nadie que se pueda hacer cargo de estas 23 metas. Es igual de urgente que el cambio climático, así que quisiera relevar ese aspecto.
Es un proyecto que tiene más de 160 artículos. No solamente tiene las áreas protegidas, sino más de 20 instrumentos para la conservación, restauración y preservación de la biodiversidad fuera de las áreas protegidas, así que es mucho más que lo que se cayó, que era la prohibición de acuicultura de especies exóticas en áreas protegidas de aquí en adelante. Esa era la propuesta que teníamos nosotros.
¿Y van a insistir en esa propuesta?
Como gobierno, esperamos generar espacios de discusión con todos los actores pertinentes -sindicatos, gremios y ambientalistas- para contar con una hoja de ruta que nos permita en un futuro sacar la salmonicultura de áreas protegidas. Y creemos que lo necesitamos como país, porque las áreas protegidas son espacios que por su valor en la sociedad hemos decidido proteger y no tiene sentido que se pueda realizar una actividad con especies exóticas invasoras -como la salmonera-, que son una de las cinco amenazas para la biodiversidad.
¿Chile está lejos o cerca de lograr una economía circular?
Contamos con todos los elementos para que sea posible. Hemos estado trabajando decididamente para la implementación de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, también conocida como Ley de Reciclaje. En enero de este año comenzaron a regir las metas de recolección y valorización para neumáticos. En tanto, en septiembre próximo comenzarán a regir las metas de recolección y valorización de un segundo producto que es mucho más cotidiano y ciudadano: envases y embalajes.
Adicionalmente, existen metas de circularidad asociadas a la Ley Marco de Cambio Climático y nuestros compromisos internacionales relacionados con esta materia. Los nuevos centros de investigación, así como de innovación, están mirando estos temas. Muchas de las nuevas industrias que se están desarrollando en el país vienen con un impulso para enfrentar el cambio climático, incluyen el “chip de la circularidad”.
La respuesta es sí. Tenemos un ecosistema –una mezcla entre leyes, compromisos ciudadanos e innovación– que nos permiten estar auspiciosos de que estamos transitando hacia una economía circular.
En la lucha contra la crisis climática: ¿Cómo ve posicionado a Chile con respecto a otros países de Latinoamérica?
Chile es reconocido internacionalmente por su liderazgo en la lucha contra el cambio climático. Ser el segundo país en desarrollo de su compromiso de carbono neutralidad al 2050 en una ley, es una clara muestra de ese liderazgo.
Y algunos dirán: “Chile emite tan poco que no moverá la aguja en la lucha contra el cambio climático”. Pero el efecto demostrativo, de que un país pequeño sí puede hacer un aporte, es muy importante en la arena internacional.
Además, si sumamos a los países que emiten como Chile y que eventualmente podrían decir que “no importa mucho lo que haga”, hablaríamos de un 20% de emisiones. Ese es el tema central de las crisis que vivimos: se cree que el impacto de la acción individual es pequeño. Pero somos 8 mil millones de habitantes en el planeta, y es la acción colectiva de casi 200 países la que está teniendo un impacto global. Escudarse en que somos pequeños, y que no es tan importante lo que hagamos, no es válido en este momento.
En este tránsito de hacernos cargo de la crisis climática, que significa desde una transición energética, alimentaria y hasta electromovilidad, al primero que se suba le irá mejor. Y si somos los últimos, pues quedaremos con un país, sociedad, eternamente subdesarrollada; expuesta a altos niveles de contaminación local y pocas posibilidades de desarrollo. Es estratégico ser ambicioso y tratar de ser de los primeros en lograr esta transición.
¿Se le han acercado otros ministros de la región para ver el modelo chileno, sobre todo con el tema de descarbonización?
Chile es parte de la AILAC (Asociación Independiente de América Latina y el Caribe), conformado por varios países con esta misma postura. No somos los únicos, Colombia también tiene un gran liderazgo.
En el caso de Chile, que tiene escasos combustibles fósiles, en algún momento esa “pobreza” se transformó en una riqueza, ya que pudimos desarrollar energías renovables. Esos incentivos no están tan claros cuando uno tiene combustibles fósiles y depende de ellos, así que hacer la transición desde ahí es más difícil y requiere de un liderazgo político más fuerte. Es lo que está haciendo Colombia, que tiene petróleo y está disponible para un tránsito a energías verdes.