Chile conmemora 50 años del golpe de Estado bajo tensiones políticas

El Gobierno de Gabriel Boric preside los actos conmemorativos del 11 de septiembre de 1973, pero no logra reunir a todos los sectores políticos

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Santiago — Medio siglo ha pasado desde que el Palacio de La Moneda, en el corazón de Santiago, fue bombardeado por militares y fue derrocado el presidente de izquierdas Salvador Allende. El 11 de septiembre de 1973 aún es recordado como un oscuro episodio de la historia chilena, ya que fue el inicio de una dictadura –encabezada por Augusto Pinochet– que duró casi 17 años y dejó miles de víctimas.

Hoy, a 50 años de aquel día, existe un clima de tensión y división política en Chile. “El ambiente está eléctrico, está cargado”, dijo el presidente Gabriel Boric a finales de agosto, en un contexto de desencuentros con opositores en torno a los actos a realizarse para el nuevo aniversario del golpe de Estado.

El mandatario, quien destaca el legado de Allende (1970-1973), quiso reunir a todos los sectores de la política chilena para conmemorar la fecha. Pero recibió un portazo por parte de los partidos de derecha que se mostraron en desacuerdo con “imponer verdades únicas” sobre lo ocurrido ese día y optaron por escribir una carta con siete compromisos titulada “50 años del quiebre de la democracia”, que incluye entre los puntos el respeto al Estado de derecho y a los derechos humanos.

Boric: “No es separable el golpe de Estado de lo que vino después”

En la víspera de los 50 años ya el palacio presidencial recibía las primeras muestras de la conmemoración. La noche del domingo miles de manifestantes, vestidas de negro, con velas, en silencio y con carteles que decían “nunca más”, caminaron por la Alameda hasta los alrededores de La Moneda.

Hoy, en el acto de la Plaza de la Constitución en Santiago, Boric dijo que “no es separable el golpe de Estado de lo que vino después (la dictadura)” porque desde el 11 de septiembre de 1973 se “violaron los derechos humanos de los chilenos y chilenas”. Según el informe Valech, la dictadura dejó casi 40 mil víctimas de prisión política y de torturas.

Asimismo, cientos de miles de chilenos debieron exiliarse en otros países durante el régimen de Pinochet. “Reconocer la solidaridad internacional que se extendió desde las primeras horas del golpe”, dijo Boric.

Los actos de este lunes contaron, en tanto, con la presencia de los presidentes de México, Andrés López Obrador; Colombia, Gustavo Petro; y Bolivia, Luis Arce; Uruguay, Luis Lacalle Pou; y el primer ministro de Portugal, António Costa. También estuvo el presidente del Consejo Federal alemán, Peter Tschentscher. Otros líderes internacionales que no pudieron viajar hasta Chile optaron por enviar mensajes especiales.

También estuvieron organizaciones de derechos humanos, activistas, y figuras diplomáticas, expresidentes, políticos, activistas internacionales, artistas, entre otras personalidades. Destacaron los expresidentes Pepe Mujica (Uruguay), Laura Chinchilla (Costa Rica), Juan Manuel Santos y Ernesto Samper (Colombia), Felipe González (España), Tarja Halone (Finlandia)

Con la asistencia de Lagos y Bachelet, pero sin Piñera ni Frei

Boric también convocó a las ceremonias de hoy a cuatro de sus antecesores a La Moneda, pero consiguió que lo acompañaran los expresidentes Ricardo Lagos y la socialista Michelle Bachelet. “No voy a La Moneda porque el clima que se ha producido esta semana, de tanta confrontación, tanta división, no lo hizo posible”, dijo Sebastián Piñera, exjefe de Estado dos veces, hace unos días.

Pero todos los exmandatarios sí apoyaron y firmaron una declaración impulsada por Boric titulada “Compromiso: por la democracia, siempre”. Sobre esto, Piñera dijo: “Esa declaración refleja exactamente lo que estoy planteado: un firme compromiso con la democracia y el Estado de Derecho, un firme compromiso con la defensa y respeto de los Derechos Humanos y la dignidad de las personas y un firme compromiso con combatir y condenar la violencia”.

Tampoco el expresidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle acudió a los actos por la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, especialmente al realizado en la mañana en la Plaza de la Constitución de Santiago este lunes. Pero al igual que sus otros pares también se reunión días previos con Boric y firmó el documento de compromiso con la democracia.

¿Por qué el 11 de septiembre divide a los políticos chilenos?

La fecha del 11 de septiembre todavía continúa generando fisuras, según evidencia un estudio especial de Activa (Pulso Ciudadano), publicado la semana pasada, que indica que un 70,1% de los encuestados cree que la conmemoración divide a los chilenos, frente a un 14,7% que opina que los une y otro 15,2% que no sabe.

La mayoría piensa que estas diferencias generadas no serán superadas en el futuro. Para el politólogo y académico Octavio Avendaño “no existe una opinión común, compartida, entre los distintos actores y los representantes del mundo político sobre el quiebre democrático” que se produjo hace 50 años.

“Hay opiniones todavía contrapuestas respecto de las causas del quiebre, de lo que se significa posteriormente el quiebre democrático y sobre todo la experiencia dictatorial, tomando en consideración que hay sectores de la derecha que participaron en la experiencia de la dictadura. Por ende, esos sectores se sienten herederos del legado autoritario y, por otro lado, tratan de ver algún grado de justificación del golpe”, dijo a Bloomberg Línea.

Otra encuesta, publicada por la firma Cadem este domingo, arrojó que sólo el 47% opina que el 11 de septiembre es una fecha muy o bastante relevante y, aunque 75% dice que es necesario recordarla para que nunca más se violen los derechos humanos, el 60% cree también que es una fecha que hay que dejar en el pasado.

Avendaño destaca que la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, a diferencias de otras anteriores, cubre un periodo más extenso. “Es muy distinto cuando se conmemoraron los 40 años a los 30 años”.

Como elemento adicional destaca que las tensiones se han puesto de relieve desde que se conmemoran los aniversarios del 11 de septiembre de 1973, a principios de la década de los 90. “Siempre hay opiniones contrarias o divididas, no existe un consenso... Respecto de los ciudadanos, hoy lo que llama la atención es que una parte importante no está asumiendo esta discusión, sino que se da a nivel de la clase política o de los actores directamente involucrados, los familiares de las víctimas de violaciones de los derechos humanos”.