Bloomberg — La desaprobación del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva alcanzó en diciembre el nivel más alto de su mandato debido a la creciente frustración con la gestión económica del presidente izquierdista.
Casi la mitad de los encuestados, el 49,8%, dijo que desaprobaba al presidente, frente al 47,3% del mes anterior, según LatAm Pulse, una encuesta realizada por AtlasIntel para Bloomberg News. Casi el 48% dijo que lo aprobaba, estadísticamente sin cambios desde noviembre.
Los datos marcan una evolución preocupante para el líder universalmente conocido como Lula: su calificación laboral está ahora bajo mínimos por primera vez desde que volvió al cargo en 2023, arrastrado por el pesimismo que pesa sobre la economía brasileña y su incapacidad para vender su enfoque ni a los inversores ni al público.
A pesar de ver dos años de crecimiento robusto y niveles récord de desempleo bajo el mandato de Lula, los brasileños están siendo exprimidos por los altos costos de los préstamos y la inflación latente. Los inversores, por su parte, se están deshaciendo de los activos locales por temor a la creciente deuda pública y al abultado déficit presupuestario.
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Más de la mitad de los encuestados describieron la situación económica de Brasil como "mala", frente a cerca de un tercio que dijo que era "buena" y un 15% que dijo que era "normal".
Lula terminó 2024 con una nota difícil: un plan de recorte de gastos presentado en noviembre cayó con estrépito en los círculos financieros después de que incluyera nuevas exenciones del impuesto sobre la renta para los trabajadores más pobres, una propuesta destinada a suavizar el dolor político del impulso de austeridad.
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La venta resultante hundió la divisa brasileña hasta un mínimo histórico frente al dólar, amenazando con alimentar aún más las subidas de precios que ya han provocado que el banco central comience a subir de nuevo los tipos de interés.
No le fue mucho mejor con los brasileños de a pie, según la encuesta. La encuesta encontró un apoyo abrumador a las exenciones fiscales para los que menos ganan, pero aproximadamente el 58% de los encuestados dijeron que la medida no cambiaba su opinión sobre el gobierno. Y aunque Lula ha aumentado el gasto para exprimir el crecimiento, casi el 70% de los encuestados dijeron que apoyan las reducciones para apuntalar las finanzas del país.
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Lula, que también se sometió a una operación cerebral de urgencia en diciembre, inició esta semana una revisión de su estrategia de mensajes, sustituyendo a su ministro de comunicación por un veterano asesor de campaña. Al mismo tiempo, su equipo económico ha empezado a trabajar en un segundo paquete de recortes del gasto destinado a ayudar a calmar los temores de los inversores sobre Brasil.
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