Buenos Aires — Cómo salir del cepo y unificar el tipo de cambio reinstaló un viejo debate en la Argentina. Si bien entre los principales economistas del país parece haber una postura unánime respecto de la necesidad de sacar el cepo y normalizar el mercado cambiario, no se observa ese mismo nivel de acuerdo cuando la discusión pasa al terreno del cómo. Allí, reaparece la discusión de si conviene hacerlo con medidas de “shock o gradualismo”.
En las últimas horas, el propio Gobierno argentino fijó su posición al respecto. A través del Informe de Gestión N°137 presentado por el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, ante la Cámara de Diputados, el oficialismo señaló las condiciones que deberían darse para unificar el tipo de cambio.
Tres condiciones para unificar el tipo de cambio
En respuesta a una consulta de los legisladores del bloque CREO, respecto de si se había evaluado cuál sería el impacto de unificar el tipo de cambio y eliminar todas las distorsiones, el Gobierno primero esbozó que “existe un solo tipo de cambio oficial”. Pero a continuación advirtió que “la unificación cambiaria en un escenario de déficit primario y con el nivel de reservas afectado producto de la severa sequía tendría consecuencias graves sobre la economía y la población”.
De acuerdo a lo expresado por el Gobierno en el mencionado Informe de Gestión, para unificar el tipo de cambio en el mediano plazo deberían darse tres condiciones que hoy parecen lejanas. “Una estrategia de unificación en el mediano plazo sólo podría darse en el marco de una macroeconomía con equilibrio fiscal, una inflación moderada y con un colchón de reservas internacionales significativo”, consideró el oficialismo.
Pese a ello, el Gobierno insistió en que las cotizaciones diferenciales surgidas del Programa de Incremento Exportador tienen carácter transitorio, y buscaron resolver un problema a corto plazo, tanto para fortalecer las reservas como para asistir a los productores de distintas economías regionales.
Cómo salir del cepo cambiario
Desanudar la maraña de medidas que le han ido dando forma al cepo cambiario en los últimos años no será sencillo. Es que no solo dependerá de la consistencia del plan económico que presente quien asuma el Gobierno el 10 de diciembre próximo, sino también de factores internos y externos que no están todavía del todo claros.
Alfredo Romano, director de la consultora Romano Group, analizó las condiciones que deberían darse para salir del cepo y advirtió que en primer lugar será importante entender la herencia que enfrentará el nuevo gobierno. “Ese es el verdadero punto de partida para definir si es conveniente o no una salida de shock o gradual de los controles de capitales”.
Respecto de los puntos centrales de esa pesada herencia, el economista recordó que “en materia monetaria la situación es muchísimo más delicada que lo que hereda Macri en 2015″.
“Los pasivos remunerados respecto a base monetaria alcanzarán niveles históricos a diciembre 2023, posiblemente 280% o 290%. Esto significa que el BCRA tiene que emitir más de $1 billón mensuales para financiar su deuda. Esta dinámica es completamente distinta a la del 2015 y desarmarlo es muchísimo más difícil porque recordemos que la contracara de los pasivos del BCRA son los depósitos de la gente”, explicó.
Pero además, recordó que en 2015 la inflación alcanzaba el 28% o 30% y había un 15% de inflación reprimida. En la actualidad, en cambio, proyectó que alcanzará el 135% o 140% en 2023, con una inflación reprimida de casi 100%. En materia fiscal, en tanto, Macri heredó 6% de déficit fiscal primario, y en la consultora que encabeza proyectan uno del orden del 3%, por encima de la meta acordada con el FMI. “Sin embargo, el cuasifiscal alcanza casi los 6% más, por ende, fiscalmente también es más compleja la situación que se hereda que alcanza casi 9% del producto”, indicó.
Un mundo diferente al del 2015
Romano también recuerda que la situación es completamente distinta en el plano internacional. “En 2015 el mundo estaba sediento de tasa ya que la política monetaria americana era laxa”, dijo recordando que las tasas eran cercanas a cero. “En ese mundo, Argentina era una opción para alocar capital con un nuevo gobierno de derecha. Sin embargo, en la actualidad la tasa corta americana rinde 5% y la Argentina se encuentra en teoría nuevamente en default”, añadió.
Por eso, y luego de las dos reestructuraciones y dos defaults que se sucedieron en los últimos 8 años, indicó que “nuestro país va a estar muchísimo más limitado de liquidez extranjera que en el 2015″. Ese, subrayó, “es un punto muy importante a la hora de evaluar la salida o no de los controles de capitales”.
Por último, Romano agregó que “es muy importante también remarcar que nuestro país no funciona como la mayoría de las economías del mundo” y que tanto el plan de estabilización del FMI del 2017-2018 como el actual fracasaron porque fallaron en la “incomprensión de nuestra economía bimonetaria”.
“Hay ex presidentes del BCRA que pregonan nuevamente por una liberación del tipo de cambio el día 1 para generar la credibilidad necesaria y sin embargo, creo que nuevamente se peca de seguir los manuales de economía. El FMI, con su plan de ajuste monetario y fiscal en el 2018 pensaba que la demanda de pesos en la economía se iba a estabilizar hasta crecer, sin embargo, eso no sucedió y la presión devaluatoria no cesó hasta que hubo una restricción muy profunda de los capitales”, ejemplificó. Por ello se preguntó: “¿Por qué debería ser distinto en el 2024 frente a una herencia aún más pesada?”
Ante ese panorama, el economista consideró que es fundamental entender que la situación económica de la Argentina “es extremadamente delicada”.
“Nuestro país coquetea nuevamente con la hiperinflación, sin haber capitalizado ningún aprendizaje previo. Por ende, creo que la única manera de lograr una salida de los controles de capitales que perdure es presentando a la sociedad un plan muy robusto en materia fiscal, con una reducción del Estado a niveles del 33% contemplando una reforma fiscal que priorice al inversor y al pagador de impuestos, logrando rápidamente también un equilibrio fiscal de las cuentas en el 2024″, señaló.
No obstante, consideró que “todo este programa debe venir acompañado de una reforma monetaria de dolarización”. Sin esa dolarización, expresó, “veo inviable que Argentina pueda lograr mantener la libertad de capitales en el mediano y largo plazo”, ya que “cualquier shock externo o interno, llevará nuevamente a nuestro país a tomar decisiones restrictivas porque el bimonetarismo en la Argentina es más poderoso que cualquier gobierno de turno”.