Buenos Aires — Tras conocerse que la inflación en Argentina en febrero fue de 6,6% y que la medición interanual superó la barrera del 100%, el mercado se mantiene a la expectativa respecto del accionar del Banco Central (BCRA) con la tasa de interés de referencia (Leliq).
“Luego de mantener intacta la Tasa de Política Monetaria (TPM) durante prácticamente dos años, el BCRA inició a principios del 2022 un sendero ascendente en las tasas de interés que hiló nueve subas mensuales consecutivas y encontró su actual techo en septiembre pasado (75% TNA – 6,3% TEM), acumulando un incremento de 3.700 puntos básicos (38% TNA en diciembre del 2021)”, analizó en ese sentido la consultora Ecolatina.
En ese sentido, explicó que “la aceleración inflacionaria iniciada a fines de 2021 y potenciada a inicios de 2022, las distorsiones generadas en el MULC ante las elevadas expectativas de devaluación, la necesidad de mantener contenida la brecha cambiaria y el compromiso asumido con el FMI de apuntar a rendimientos reales positivos fueron los causantes del cambio de estrategia del BCRA”.
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Un antes y un después
La consultora evaluó que “si bien a fines de 2022 la Tasa de Política Monetaria mostró rendimientos reales positivos ante la baja transitoria en la inflación, tal dinámica encontró un punto de inflexión en los primeros meses de 2023 ante la nueva aceleración en los precios”.
Entre enero y agosto del 2022, la tasa se ubicó en promedio 1,5 puntos por debajo de la inflación mensual. “Posteriormente, en septiembre-octubre empató a la evolución mensual de los precios, para luego evidenciar rendimientos positivos en noviembre-diciembre (1,2 p.p. por encima de la inflación)”, señaló.
Tres factores clave
En diálogo con Bloomberg Línea, Santiago Manoukian, jefe de Research en Ecolatina, apuntó a tres principales factores “potencialmente desestabilizantes”.
Por un lado, se encuentra el frente de los pesos, con amplios vencimientos de deuda, por otro, el de los dólares, ante la escasez de divisas en el stock de reservas, lo cual fue agudizado por la sequía. A ello se debe sumar la necesidad de evitar una nueva disparada de la inflación, explicó el economista.
“Una aceleración inflacionaria genera mayores presiones para acelerar el movimiento de tipo de cambio y tasa de interés. Eso vuelve el escenario más inestable”,sostuvo.
¿Es eficiente una suba de tasas?
Manoukian remarcó que el equipo dirigido por Sergio Massa, “reforzó el rol de la tasa de interés dentro de la política económica, apuntando a rendimientos reales positivos, no solamente porque está acordado con el FMI, sino porque es una clave para contener las presiones inflacionarias y evitar un salto discreto del tipo de cambio oficial y tener contenida la brecha cambiaria”.
En declaraciones a este medio, expresó que subir la tasa tiene un efecto típico: “Encarece el crédito al consumo y la inversión, por lo que desalienta a tomar crédito y eso puede contribuir a enfriar la actividad económica, la demanda y la velocidad a la cual se están moviendo los precios. Además, fomenta el ahorro en moneda nacional y en casos en los que haya demanda, como en Argentina, tiende a generar incentivos para una mayor demanda por esa moneda”.
A pesar de eso, aclaró: “En Argentina, partimos de una debilidad estructural que tiene la política monetaria, que es el impacto cuasi fiscal que tiene subir la tasa de interés. Se parte de un stock de pasivos remunerados muy elevados”.
En tanto, “el encarecimiento del crédito al sector privado argentino no es tan efectivo por la poca profundidad financiera de la economía argentina”, resaltó. “Eso limita los efectos. Es fundamental que el Banco Central siga convalidando rendimientos reales positivos”, puntualizó.
Una herramienta que queda “corta”
Federico Furiase, director de Anker Latinoamérica, consideró que luego de que se informara el dato de febrero, que implicó una inflación núcleo en 7,7%, “el Banco Central debería subir la tasa para mejorar la tasa real contra la inflación esperada, pero, sobre todo, para compensar presiones en la brecha cambiaria frente a la expectativa de un crawling peg del tipo de cambio oficial que puede viajar por debajo de la inflación en el margen”.
“No es una herramienta del todo útil, dado el deterioro del balance del Banco Central ante la emisión monetaria endógena asociada al pago de intereses de los pasivos remunerados de la autoridad monetaria y el problema de credibilidad”, apuntó.
Frente a ese escenario, Furiase opinó que “la herramienta de la tasa queda corta para romper una inercia inflacionaria muy arraigada y anclar expectativas”.