Buenos Aires — Los salarios en Argentina han sido duramente golpeados en los últimos meses, con los trabajadores informales y los del sector público formal entre los más afectados por la pérdida de poder adquisitivo. El sector privado formal, en tanto, también se ha visto un deterioro considerable en los ingresos frente a una inflación galopante, aunque los economistas consultados por Bloomberg Línea destacaron una recuperación considerable desde mayo.
De la mano del rebote de la actividad económica en términos intermensuales, la desaceleración del Índice de Precios al Consumidor y un repunte en la demanda de crédito en el sector privado, los analistas efectivamente anticipan para julio un empate entre la suba de precios acumulada y los sueldos que cobran los asalariados formales.
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El terreno a recuperar se ha ido achicando, pero al medirlos en dólares, esos salarios ya superaban en julio en 64,9% al nivel que dejó el Gobierno de Alberto Fernández a fines del 2023, de acuerdo a las estimaciones del economista de Outlier, Gabriel Caamaño.
Los datos oficiales, no obstante, solo están disponibles hasta mayo. Entre noviembre de 2023 y ese mes, los salarios privados formales registraron una caída real del 7,6% en pesos constantes en el contexto de una inflación que alcanzó un alarmante 143,3%, de acuerdo a los datos del Indec, la la Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social y el IPC San Luis que recopiló el jefe de research de Romano Group, Salvador Vitelli.
Hasta junio, en tanto, la inflación acumula un 154% desde noviembre del 2023.
La disminución en el poder de compra de los asalariados tuvo un impacto directo en la capacidad de los trabajadores para cubrir sus necesidades básicas. En el período entre noviembre y mayo último, el costo de la Canasta Básica Total (CBT), que mide el conjunto de bienes y servicios necesarios para no caer por debajo de la línea de pobreza, subió a un ritmo más acelerado que los ingresos de los asalariados formales.
El salario promedio de estos trabajadores, medido por el RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables), quedó un 9,8% por debajo del costo de la CBT hasta mayo y desde noviembre, evidenciando un panorama adverso para los consumidores argentinos.
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En mayo de 2024, el RIPTE se situó en ARS$879.483,08, lo que equivale a un salario de ARS$4,747.5 por hora, o apenas US$4,2 por hora al dólar blue promedio de ese mes.
Este índice, sin embargo, tiene limitaciones. El RIPTE solo cuantifica los componentes remunerativos del salario que son imponibles al sistema de seguridad social y toma en cuenta el monto salarial hasta el tope imponible definido para los aportes personales. Esto significa que no refleja la totalidad del ingreso bruto, lo que lleva a algunos economistas a preferir el análisis a través de otro indicador: el SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino).
El SIPA, que abarca la remuneración del salario bruto por todo concepto, proporciona una visión más completa de la situación salarial en Argentina. Según este índice, los salarios mostraron una caída real del 7,3% hasta abril de 2024, aunque desde el shock inflacionario de diciembre de 2023 se percibe una leve recuperación. Este dato sugiere que, aunque la situación sigue siendo difícil, hay señales de una mejora lenta en los ingresos de los trabajadores.
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Sin embargo, no todos los sectores han experimentado esta recuperación. Los salarios en el sector público, por ejemplo, han quedado aún más rezagados, con una pérdida del 19,3% en relación con la variación al alza de la CBT. Esto pone en evidencia las diferencias entre los distintos sectores de la economía y cómo la inflación afecta de manera desigual a los trabajadores.
A pesar de este panorama desalentador, hay quienes ven signos de esperanza en los últimos meses. Vitelli, de Romano Group, sostiene que las estimaciones para julio de 2024 indican una recuperación total de los salarios privados frente a la inflación.
Según el analista, la CBT habría quedado levemente por debajo de la variación del Índice de Precios al Consumidor del INDEC en el acumulado desde noviembre de 2023 hasta julio, lo que podría traducirse en una mejora del poder adquisitivo de los trabajadores.
Repunta el consumo en supermercados
Esta posible recuperación ya se ha reflejado en algunos indicadores de consumo. Según la Encuesta de Supermercados del INDEC, las ventas en supermercados registraron un aumento del 3,9% intermensual entre mayo y junio de 2024. Este repunte en el consumo podría ser una señal de que la mejora en los ingresos está comenzando a llegar a los bolsillos de los consumidores, lo que a su vez podría impulsar la economía en los próximos meses.
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Los riesgos que podrían frenar la recuperación
Cabe resaltar que la sostenibilidad de esta tendencia de recuperación dependerá de varios factores. En primer lugar, la capacidad del gobierno para controlar la inflación y evitar que continúe erosionando los salarios será clave. Por lo pronto, el IPC CABA de julio preocupó a algunos economistas, al haber marcado una suba de 5,1% intermensual, más que el 4,8% de junio.
Además, la economía argentina enfrenta desafíos significativos, como la necesidad de acumular reservas en el Banco Central y la incertidumbre en torno a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Todo ese ruido podría generar volatilidad en el mercado cambiario financiero, agitando temores de devaluación y nuevos fogonazos inflacionarios.
El gobierno ha explorado diversas fuentes de divisas para fortalecer las reservas y aliviar la presión cambiaria. Una posibilidad es la firma de un nuevo acuerdo con el FMI que podría incluir el desembolso de fondos frescos. Sin embargo, las negociaciones se han dilatado y es improbable que se concreten antes de 2025. Además, los organismos financieros internacionales suelen esperar la firma de un nuevo acuerdo con el FMI antes de liberar nuevos préstamos.
Otra fuente de ingresos potencial es el blanqueo de capitales, que según el gobierno podría aportar alrededor de US$2.000 millones al Tesoro, equivalente al 0,3% del PIB. Sin embargo, aunque estos dólares podrían aliviar la presión en el mercado cambiario paralelo, su impacto en la contabilidad del Banco Central sería limitado y no mejoraría sustancialmente la situación financiera de la autoridad monetaria.