Bloomberg — Javier Milei quiere convertir a la Argentina en el experimento de dolarización más grande del mundo. El outsider político que arrasó en las primarias del domingo y ahora es visto como favorito para ganar las elecciones presidenciales de octubre, lanzó la idea de deshacerse del asediado peso para aplastar una inflación que alcanza el 113% y asfixia a una economía de US$600.000 millones.
El audaz plan encaja con la personalidad de Milei, un político con aspecto de rockstar que parece agradar a los votantes principalmente porque no pertenece al establishment. A medida que los argentinos hacen frente a la inflación de tres dígitos, también han visto cómo el valor de su moneda se desploma, mientras que el Banco Central quema reservas tratando de evitar una caída aún peor.
Pero el artífice detrás de la idea de la dolarización es una figura muy distinta: Emilio Ocampo, que trabajó en Wall Street durante más de 20 años antes de mudarse a la Argentina rural en 2005. Ocampo, que fue banquero de inversión en Salomon Brothers, escribió un libro sobre la dolarización que se agotó en las librerías de Buenos Aires el año pasado y desde entonces se ha convertido en un asesor de Milei sobre el tema. Si bien recurrir al dólar es una solución extrema, Argentina es un caso extremo, argumenta Ocampo.
Es cierto que al dolarizar, la propia Administración de Milei perdería una buena parte de su capacidad para determinar los términos de intercambio y dictar la política monetaria, sin mencionar el hecho de que ocurriría en un momento en que muchos otros países están tratando de ser menos dependientes de Estados Unidos. Pero los inversionistas, dice Ocampo, ya no creen en la moneda local y los precios locales están tan distorsionados que es imposible que la economía funcione.
La inflación galopante impide que el país realice reformas estructurales, y la dolarización sería “un medio para lograr objetivos económicos y políticos”, dijo en una entrevista esta semana, luego de que el sólido desempeño de Milei el domingo sacudiera los mercados.
La sustitución de pesos por dólares debería hacerse en el primer año de Gobierno y “derrumbaría por completo la inflación” en poco más de un año, dijo.
Si bien el propio Milei no ha dicho mucho sobre la dolarización, es una parte clave de su propuestas para la nación sudamericana, que se dirige a su sexta recesión en 10 años. Las economías más pequeñas como la ecuatoriana han tenido un éxito relativo en el cambio a los billetes verdes, pero es un proceso complejo.
Estos son los principales lineamientos del plan de Ocampo:
¿Voluntario u obligatorio?
Argentina replicaría el modelo utilizado por el presidente Nayib Bukele en El Salvador, que fue “voluntario”: las personas podrán usar ambas monedas, con “absoluta libertad” para mover capitales.
¿Cuál sería la tasa de cambio?
La base monetaria, $6,4 billones, según el Banco Central, se fijaría en un “tipo de cambio de equilibrio” cercano a donde se negocia el peso en mercados paralelos no oficiales que los argentinos utilizan para eludir los controles. Luego se congelaría allí, con el Banco Central teniendo prohibido imprimir dinero y las tenencias del sistema financiero dolarizadas.
Un dólar actualmente se compra a alrededor $780 en el mercado informal, mientras que la base monetaria total a ese nivel sería de unos US$9.300 millones.
¿Qué pasará con las restricciones de tipo de cambio?
La dolarización solo puede implementarse en una economía sin restricciones cambiarias, lo que significaría eliminar el “cepo” que impone el Gobierno actual.
Cualquier plan de estabilización implicará la devaluación y el ajuste de los precios de los servicios públicos que el Gobierno mantiene artificialmente más bajos. Esto generaría costos dada la situación social extremadamente complicada en Argentina, dice Ocampo. Según datos del Gobierno, alrededor del 40% de los argentinos vive por debajo del umbral de la pobreza.
¿Qué le pasaría al banco central?
Según el plan de Ocampo, el Banco Central ya no sería el custodio de las reservas. Se crearía un vehículo de propósito especial llamado Fondo de Estabilización Monetaria (FEM) en el extranjero, con sede en una jurisdicción extranjera como Suiza, Irlanda o Luxemburgo y tendría su propio mandato legal, dijo Ocampo.
Ese fondo emitiría papel comercial respaldado por activos para cubrir los US$26.000 millones en instrumentos de deuda en poder de los bancos comerciales. Sus principales activos serían la deuda actual del Gobierno con el Banco Central y los fondos de pensiones de la Anses.
“Los bonos del Tesoro que tiene el Banco Central tienen un valor muy bajo, es cierto. Pero al menos tienen un valor de mercado”, dice Ocampo. Si bien las letras intransferibles del Tesoro o los “adelantos transitorios” no tienen un valor de mercado, representan un “flujo de caja” de fondos para el banco central porque el Tesoro tiene que hacer pagos sobre estos, lo que significa que también se pueden valuar, señaló.
- Los bonos del Tesoro Nacional bajo ley actualmente en poder del Banco Central y la Anses como activos serían canjeados por bonos del Tesoro bajo ley Nueva York
- El fondo estaría sobrecolateralizado, con una proporción de US$4 de activos por cada US$1 de pasivos
- Cualquier flujo de efectivo entrante se usaría automáticamente para pagar los pasivos.
- El Gobierno contribuiría con otros activos
- El fondo emitiría su deuda a través de un grupo de intermediarios, que incluiría a las instituciones financieras más grandes involucradas en la suscripción y negociación de deuda de mercados emergentes
- Se redactó una hoja de términos con la ayuda del bufete de abogados estadounidense DLA Piper
- Ocampo prevé que los pasivos del FEM sean saldados dentro de cuatro o cinco años, lo que abriría la puerta a la mayor cancelación de deuda argentina en la historia sin caer en default
Con la colaboración de Patrick Gillespie
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