Bloomberg — Javier Milei se encuentra a sí mismo en una carrera contrarreloj cuando apenas han transcurrido cuatro meses de su mandato como presidente de Argentina.
Desde que tomó las riendas del país en diciembre, ha recortado las ayudas federales a los gobiernos provinciales, devaluado el peso, anunciado planes para suprimir 70.000 puestos de trabajo estatales y eliminado los controles de precios. Pero a pesar del dolor económico que su “terapia de shock” ha provocado en los argentinos -la inflación anual se ha disparado hasta el 276%-, el apoyo de los votantes apenas ha cambiado desde que asumió el cargo.
Ahora, Milei, que ganó con el 56% de los votos en noviembre, se encuentra en una carrera contrarreloj para volver a bajar la inflación y mantener esa popularidad.
“Me preocupa que si tarda demasiado en bajar la inflación, y la recesión y la pérdida de empleo por el camino son demasiado duras, el Gobierno empiece a perderla”, dijo Guido Sandleris, presidente de la Fundación Ecosur, profesor de la Universidad Johns Hopkins y jefe del Banco Central con el ex presidente Mauricio Macri.
Los obstáculos abundan. La soja, el principal producto de exportación de Argentina, se está vendiendo a precios más bajos de lo esperado, lo que pone en peligro las esperanzas de Milei de lograr un rápido cambio de rumbo económico. Y el Congreso, liderado por la oposición, donde su partido sólo tiene alrededor del 15% de los escaños, podría frenar su luna de miel tras la victoria.
La Cámara Baja ya ha desechado una versión de su amplio proyecto de ley general que pretendía remodelar radicalmente el Gobierno, incluso después de que la legislación hubiera sido despojada de sus medidas más controvertidas, como la subida de impuestos y la privatización de la petrolera YPF.
Por ahora, Milei sigue navegando a vela. Su índice de aprobación es del 49%, sólo tres puntos menos que en diciembre, según la empresa Isonomia. Los bonos soberanos del país son los de mejor rendimiento entre los mercados emergentes en lo que va de año, después de Ecuador, según un índice de Bloomberg.
Alejandra González, de 39 años, conserje de una estación de servicio en Morón, un municipio de clase trabajadora a las afueras de Buenos Aires, había apoyado durante mucho tiempo a candidatos peronistas de izquierda o se había mantenido al margen de las elecciones. Pero votó a Milei porque representaba un cambio, dijo.
González, madre soltera de cinco hijos y con una nieta de tres años, dijo que su salario mensual de 250 dólares no era suficiente para alimentar a su familia, lo que la obligaba a recurrir a los bancos de alimentos. Con las cosas tan mal durante tanto tiempo, está dispuesta a apretar los dientes y esperar algo mejor.
“Ya sé lo que es tocar fondo”, dice. “Ahora estoy esperando a ver qué más nos puede dar. Tenemos que ser pacientes”.
Fenómeno sin precedentes
A pesar de que la mitad de los argentinos afirma tener dificultades para llegar a fin de mes, alrededor de un tercio de ese grupo sigue apoyando al presidente. Juan Germano, director de Isonomía, calificó este fenómeno de “inédito”.
“Los votantes de Milei entienden que el presente es malo, pero están muy convencidos del futuro”, dijo.
Muchos operadores de bonos se hacen eco de esa confianza.
Los bonos en dólares con vencimiento en 2030 cotizan a unos 52 centavos de dólar, niveles no vistos desde que se emitieron los pagarés en una reestructuración de la deuda en septiembre de 2020. La deuda, que ha dado a sus tenedores una rentabilidad de aproximadamente el 13% desde entonces, ha repuntado desde que Milei asumió el cargo tras meses de intensa volatilidad en torno a la aparición del libertario en la votación del año pasado.
“El rendimiento de la deuda significa que los inversores están dando a Milei el beneficio de la duda”, afirmó Luca Sibani, gestor de fondos de Epsilon SGR, con sede en Milán.
A los mercados les preocupa cada vez menos que Argentina entre en impago en julio, cuando vencen 1.700 millones de dólares de bonos en divisa fuerte emitidos al amparo de la ley de Nueva York. Un barómetro de riesgo local también se está acercando a su nivel más bajo en aproximadamente tres años, una señal para algunos gestores de dinero de que podría ser el momento de comprar en el zumbido.
“Cada vez hay más inversores dispuestos a tantear el terreno”, afirma Mauro Roca, director gerente de TCW Group, con sede en Los Ángeles.
Aunque las reformas económicas de Milei empezaron con fuerza, todo es relativo: heredó una economía en ruinas. Para los argentinos de a pie, el trauma de la hiperinflación sigue siendo muy grande.
Fernando Savore, propietario de una tienda de comestibles en Morón, había empezado a dividir los bloques de azúcar de un kilo en paquetes más pequeños y a venderlos a mitad de precio. De lo contrario, sus clientes no podrían permitirse comprar azúcar debido a la galopante inflación.
“Cualquier argentino sabe lo que pasa cuando se revuelve la máquina de imprimir dinero, porque uno veía cómo ese billete de 1.000 pesos, con la misma forma y color, compraba cada vez menos cosas”, dijo. “Sabemos que eso no funcionó. Así que, ¿por qué no mantener la esperanza?”.
Barricadas
Sin embargo, las cosas podrían torcerse, y rápido.
A medida que el peso se ha estabilizado, la inflación mensual se ha ralentizado en los últimos meses desde un máximo del 26% en diciembre. Pero los analistas prevén un estancamiento de los avances a medida que los estudiantes vuelvan a la escuela, los sindicatos negocien subidas salariales y el Estado elimine las subvenciones, lo que podría disparar las facturas de energía hasta un 700%.
Diego Ferro, fundador de M2M Capital en Nueva York y escéptico sobre los bonos argentinos, dijo que Milei quiere hacer lo correcto, pero “entre intentarlo y lograrlo hay una gran diferencia”.
Lo que dice Bloomberg Economics
“El núcleo de la reforma económica de Milei es la reducción del Estado, tanto en términos de gasto público como de regulación. Cuanto más tarde Milei en negociarlo con el Congreso, mayor será el riesgo de que tenga que devaluar de nuevo la moneda mucho antes de que tenga alguna posibilidad de levantar los controles monetarios. Eso enviaría una nueva ola inflacionaria a lo que ya es una economía bastante frágil, y podría erosionar su apoyo popular - y su capacidad para cumplir sus planes.” - Adriana Dupita, economista de Brasil y Argentina.
Los dioses del tiempo también pueden echar por tierra los planes de Milei. Aunque se espera que la cosecha de soja de Argentina sea abundante este año, los bajos precios internacionales podrían limitar sus ganancias inesperadas de exportación.
“Hay un gran signo de interrogación en torno a lo que sucederá en la próxima cosecha, lo que significa que al Gobierno no le sobra poder político”, dijo Ignacio Garciarena, ex funcionario de Agricultura bajo el gobierno de Macri.
En Buenos Aires, el Congreso ha frenado el avance de las dos mayores iniciativas de Milei: el proyecto de ley ómnibus, que pretendía ampliar los poderes ejecutivos, recortar el gasto y reformar el sistema político, junto con un decreto que desregulaba amplias franjas de la economía.
Durante un viaje a Israel, Milei se enteró de que la Cámara Baja había vaciado de contenido la ley ómnibus, pieza central de su programa de terapia de choque. Desde allí, ordenó a su principal asesor que acabara con la legislación y se dirigió a X para lanzar una diatriba contra los legisladores que le desafiaron, tachándoles de “bestias” y “traidores”.
Luego de una disputa entre Milei y los gobernadores de Argentina por un déficit de financiamiento local, en marzo una coalición de peronistas y moderados del sur anuló su decreto ejecutivo en el Senado. Ahora espera su destino en la cámara baja.
Milei ha invitado a los gobernadores de Argentina y al alcalde de Buenos Aires a firmar un acuerdo antes del 25 de mayo que les ofrecerá cierto alivio fiscal a cambio de respaldar sus ambiciosas reformas en el Congreso.
Después de reunirse con miembros del gabinete de Milei el 18 de marzo, Margarita Stolbizer, una congresista moderada del tipo que Milei debe cortejar, dijo que su gobierno, finalmente, ha comenzado a escuchar a la otra parte.
“El problema es cuánto dura eso realmente y si coincide con la estrategia del presidente”, dijo. “O si esta noche el presidente recurrirá a Twitter y nos insultará nuevamente”.
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